Capítulo 10

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Cabalgue hasta llegar al viñedo y a penas llegamos. Desmonte a Horus (Un semental precioso) para salir corriendo hacia la cava.

Al llegar moví la palanca para abrir el pasadizo secreto. La puerta se abrió y trate de encender las luces pero estas estaban deterioradas, así que tuve que usar  la linterna de mi celular.

Hice un recorrido de 30 minutos aproximadamente hasta llegar a una enorme puerta roja oxidada. Trate de abrirla pero estaba atorada. Comence a golpearla recargado en mi brazo derecho con toda mi fuerza.

—Mierda—susurré cansado al ver que con un golpe más bastaría.

Retrocedí y guarde mi celular en mi chaqueta de cuero. Paseé mis ojos por toda la puerta y corrí hacia ella lanzando una patada que logró abrirla por completo. Agitado saque mi celular para volver a alumbrar mi camino y comencé a bajar las escaleras , el olor a polvo se hizo presente; señal de que nadie habia venido aqui en 9 años. Aquella vez que por curiosos, Sebastian, Gabriel y yo bajamos a ver.

Al llegar al final de las escaleras encontré el interruptor que gracias a Dios funcionaba. La habitación se iluminó y parpadee un par de veces para acostumbrarme a la luz. Mire hacia abajo y lo que vi no me gusto en lo absoluto.

—Esto no me puede estar pasando a mi—murmuré caminando hacia el centro de aquel lugar.

Me acuclille pasando mis dedos por la tapa de metal. Ya no tenia aquellos candados y tornillos que mi padre había puesto cuando nos encontró husmeando donde no debíamos. Levanté la tapa. No la recordaba tan pesada y con razón, la habiamos levantado entre los tres.

Mis ojos se abrieron como platos.

—¡Carajo!—grité dejando caer la tapa.

¡Ya no esta!

Pase mis manos por mi rostro hasta dejarlas sobre mi boca.

Él sonido de mi celular hizo eco en el lugar. Lo busque en mi chaqueta pero no estaba. Comence a palpar mi cuerpo con frenetismo. Hasta que con mis ojos lo haye tirado cerca de las escaleras. Lo tomé y conteste sin ver de quien se trataba.

—¿Hola?

—¿Qué hay de nuevo viejo?—contestó alegre.

—¿Qué quieres?—sone brusco.

—Agh, ya casate—solto una carcajada y yo rodé los ojos exasperado—bueno quería preguntarte sí vas a a salir esta noche.

Iba a decir que no hasta que recordé a quien podía recurrir en esta situación y aunque el lugar en el que él seguro estaría no fuera de mi agrado. No me quedaba de otra más que ir.

—De hecho sí, voy a salir—balbuceé siendo consciente de que me había escuchado.

—¡Genial! Te espero en el CocoLaico.

—Es justo a donde iré, Gabriel.

***


Ahora mismo estoy arrepintiendome de haber venido. Hace tiempo que no visito estos lugares y no es que sea un aburrido o bueno... Talvez sí, agh, la cosa es que ya perdí la costumbre. Miré la hora en mi celular y daban las 9:30 p.m.

La hora perfecta para que comiencen a llegar los adolescentes hormonados que vienen a... "divertirse".

Tome un largo respiro mientras repiqueteaba mis dedos sobre el volante. Tome mi celular y baje de mi Mustang negro, he tenido que venirme en este ya que Gabriel tiene el Ferrari. Al estar frente al club se podia apreciar el nombre "CocoLaico" en un llamativo letrero luminoso. La entrada estaba abarrotada de chicos tratando de entrar. Camine abriéndome paso entre la multitud hasta llegar donde estaba la cinta y junto a esta un tipo enorme, musculoso con varios tatuajes y gafas negras al igual que su vestimenta.

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⏰ Última actualización: Sep 24, 2020 ⏰

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