Capítulo 7

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Las fiestas de instituto se celebraban más y más conforme iban creciendo. Es normal, cuanto más mayor, más libertad tenían. Y los que no, más rebeldes se volvían y harían cualquier cosa para ir a una fiesta si les gustaba ese plan. Sobre todo, en casa de Jack, ya que ambos padres eran empresarios y viajaban mucho, dejando la casa siempre sola por semanas.

Sam, Kara y Lena fueron en el coche de Nia ya que ésta última no bebía. No lo haría hasta que cumpliera los dieciocho. Todas se metían con ella por ser tan repelente ya que no le gustaba saltarse las normas, pero sus amigas estaban orgullosas de ella restándole importancia de que decían los demás.

Aparcó y todas bajaron en dirección a la mansión del niño rico. Kara se encontró con Mike nada más entrar. Frunció el ceño ligeramente porque su novio le dijo que iría más tarde. Sin embargo, estaba ahí, hablando con el novio de su vecina, pero como se decía siempre no era algo por lo que discutir. Así que recorrió el pasillo hasta llegar hasta él y darle un casto beso en los labios que no pareció sorprendido al ver a la rubia.

Se sentaron en el salón junto a más personas conocidas de la clase o del grupo de Jacky. Sam trajo varias bebidas para sus amigas y una Coca-Cola para Nia. Brindaron juntas, deseando suerte mutuamente para los futuros exámenes. Tomaron un largo trago y, minutos después, todas se removieron por la casa.

Nia se dirigió hacia Querl, su amigo con derecho desde hace cuatro años. Una tontería para las demás porque prácticamente estaban juntos ya que Nia no se fijaba en nadie más y Querl tampoco, pero el chico le daba miedo al compromiso y no quería poner etiqueta ni fecha a su relación porque eso significaba que podría tener una fecha caducidad y no quería perder a Nia. Por eso lo de "novio"; así, entre comillas. La chica tampoco le presionaba, sabía perfectamente que se querían y estaban una para el otro y eso le sobraba.

Sam se fue... a saber qué estaría haciendo Sam. Chicos por ahí, chicas por allá. Ella se definía como una loba libre, sin ataduras. Nunca sintió amor por nadie; solo usar y tirar. Lena, como buena amiga suya, le advirtió que cuando se enamorase y no le correspondiese lo pasaría canutas, pero Sam no hacía caso a sus señales, ella solo quería divertirse y vivir la vida.

Lena se envolvió en su novio. Jack era el hombre que podía desear esta chica. Atento, atlético y prometedor. Tenía los pies en la Tierra y no era un chico mimado por sus padres, según Lena. Tenía valores, respetaba a todos los que respetaban a él y quería mucho todo lo que tenía.

Y Kara abrazó a su novio; era como Jack, como su hermano gemelo —interiormente hablando—. Guapo, talentoso, bueno, galán, amable, atento, cariñoso, encantador... Aunque ya no se sentía como Jack, ni si quiera se sentía como él mismo. Hace tiempo que ya no se sentía como el novio que era. Después de la conversación con Lena se quedó pensando en él toda la noche: tenía razón, no era igual. 

Se confirmó cuando Mike dijo las palabras que nadie desea escuchar en una relación:

—Tenemos que hablar.

El cerebro de Kara tardó en captar el mensaje y en reaccionar cuando Mike ya se estaba levantando. La rubia le siguió por detrás. No entendía qué pasaba, qué había hecho. Estaban bien... o eso pensaba. Nunca discutían y siempre había buenas contestaciones. Eran novios, pero sobre todo eran grandes amigos desde el principio y eso fue lo que más le dolió al escuchar aquellas palabras.

Lena siguió la mirada de los dos y acto seguido miró a Jack que encogió de hombros como diciendo: "no tengo ni idea de lo que pasa". Se preocupó por su vecina, su rostro pálido le decía tanto que se le encogió el corazón. Dudó si tenía que ir, pero su novio se aferró a ella. Claramente Jack le estaba ocultando algo, pero no le iba a preguntar nada delante de todos. No era el momento.

Vecinas incontrolables | SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora