I Capítulo: }{ EL FINAL }{ [PAMELA]

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}{ EL FINAL }{
[PAMELA]

Di dos pasos fuera de la braga negra cuando terminó de deslizarse por mis piernas, me dispuse a caminar lentamente hacia su encuentro. Deleitando mi vista  con su miembro erecto, disfrute casa instante de aquel suceso...  Un deseo inhumano se apodebarana de mi ser y se albergaba en todo mi vientre, era tan indescriptible, tan alucinante que no sabía cómo sentirme al respecto.

Solté un suspiro de complicidad y clave mi mirar en su rostro sin un rastro de sentimiento. Un potente escalofrío recorrió mi espina dorsal, pensé seriamente por escasos nanosegundos en huir pues aún disponía de tiempo para arrepentirme de aquello, pero aún así procedí dando por terminado mi escasa caminata de unos diez lentos, torpes y tortuosos pasos.

Y así me encontraba; desnuda, sin una prenda cubriendo mi impoluto cuerpo, estaba al frente de aquel impotente hombre. El cual, con un cuerpo ardiente y ojos penetrantes, se encontraba viéndome y comiéndome con aquella mirada tan voraz. Abrió su piernas dándome espacio suficiente para estar en el espacio entre ellas, tomo mis caderas con alevosía e incrustó la ñema de sus dedos en mi estrecha cintura. Un jadeo involuntario salió de mi boca por la sorpresa de cómo tomo entre sus labios mi pezón izquierdo. Chupó con fuerza, dureza y fiereza luego lo saco lentamente de entre sus húmedos labios y pude apreciar lo rojo, húmedo y erecto que había quedado. Llevó su boca a un encuentro igual de intenso y prometedor con el otro, repitió el mismo voraz procedimiento y ya después se dedicó a repartir húmedos besos.

Estaba llena en aquel momento, ese preciso lapso de tiempo mi cuerpo ardiente y latente pedía por más del suyo.

Gemí al sentir como abandonaba una de sus manos mi cintura, me quedaba abonada de cómo mi cuerpo reaccionaba con el tacto del suyo. Con sumo cuidado me arranco gemidos excitados sólo por cometer aquel acto tan carnal y bárbaro de hundir su pulgar entre mis labios vaginales húmedos y necesitados, comprobaba mi humedad y no le hizo falta hundir más para darse cuenta. Así que de un sólo movimiento me colocó en cuatro en aquella cama en la que segundos atrás; él sentado y yo entre sus piernas nos encontrábamos. Para abrirse camino y dejarme a su total disposición.

—Por favor, Javier...—Balbuce como si fuese una plegaria y con un gruñido como respuesta, más una embestida ansiada, me hizo entender que había tomado la mejor decisión al quedarme una vez más en este adoptivo placer.

Jadee por el buen sexo, por su pene hundirse una y otra vez en mi sin ningún obstáculo, así como así en cuatro. Penetraba mi húmeda y estrecha vagina, que solo necesitaba de su atención enseguida, me arrancaba gemidos y súplicas en balbuceos para que enterrara más su fierro.

El; Plash, Plash, Plash de nuestros sexos se escuchaban en aquella luminosa habitación. El tiempo se nos hizo eterno y el espacio insignificante ante nuestro acto. Nuestros cuerpos sedientos de sexo fueron los protagonistas de aquel de tantos encuentros. Las venas de su miembro se sentían calientes dentro de mi, de hecho, todo su tronco lo estaba y la humedad que lo envolvia se hacía cada vez más abundante haciendo que para ambos fuera alucinante y de repente, sin más preámbulos soltó un potente chorro de semen en mi interior. Dejándome llena por completo, se salió de mi y se acostó con cuidado a mi lado, mientras su semen y mís jugos combinados se escurrían por mis piernas. El múltiple orgasmo, conseguido gracias a él, fue fenomenal y con una sonrisa, piernas temblorosas jadeaba bajo, me acerque al recomponerme un poco, chupe su polla dejándola limpia. Él solo tomo mi brazo haciéndome sacarla de entre mis labios y me llevo a su fornido pecho, donde reposamos satisfechos.


Ll.

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