Capítulo Cinco

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Caminó de prisa con las plantas de los pies besando las frígidas baldosas de su propia sala de estar en punto de atender el llamado de los repetitivos e impetuosos golpes a su puerta. La mirada borrosa, el cabello rizado aplastado y las marcas de los edredones en sus brazos siendo la principal evidencia de que había saltado fuera de la cama tan repentinamente.

—¡Van! —avisó bostezando. Llegó a la puerta y la abrió— ¿Quién es...?

—Chan hyung —barbó un Min Ho fúrico con la respiración agitada, la nariz aleteando y un tic en el ojo. Un poco más y podría jurar que echaría humo por las orejas—, ¿por qué no me dijiste... que el bar al que fuimos... era un maldito bar gay? —interrogó pausado gritoneando lo último.

Si Chan se encontraba en estado de sopor, aquello le hizo despertar totalmente.

—¿Qué? —cuestionó ojiplático.

—Sí... —Asintió con la mirada cargada de demencia.

Sí.

Un maldito bar gay en donde los hombres se vestían y hacían pasar por mujeres.

—N-no... Y-yo no... sa-bía...

—Tienes gustos tan raros —Arrugó la cara en desagrado y negó con la cabeza.

—Un minuto. ¿Entonces la chica con la que andabas... —intuyó señalándole divertido— en realidad es un...

Carcajeó.

Le secundó en una risa fingida y le plantó un fuerte manotazo en el pecho.

—¡Cállate!

Y pensar que por un momento le había gustado.

•••

Una ligera columna de vapor se formó atravesando la figura de ambos chicos impidiendo ver el uno al otro con claridad. La tapa de la olla fue abierta revelando las gotas de humedad impregnadas en su cara inferior. De la cazuela, pequeñas burbujas brotaron hacia la superficie reventando una detrás de otra entre la retorcida forma del fideo. El sonido del agua hirviendo dentro de la olla y el aroma a ramen recién hecho viajó hasta sus narices, recordándoles lo hambrientos y deseosos que estaban por comer.

—¿Entonces te lo topaste ayer? —preguntó Seung Min apagando la estufa adherida a la mesa de aquel pequeño restaurante de bajo costo que solían frecuentar.

—Sí, fue a buscarme —respondió el otro sin quitarle la mirada voraz a los fideos que mezclaba su amigo con sus palillos de madera. La salsa se veía tan buena—. ¿Y sabes qué le dije?

—¿Qué? —habló sorbiendo de sus fideos sobre un pequeño cuenco de porcelana.

—Hoy no, precioso. Lamento romperte el corazón —chasqueó los dedos dejando relucir una pequeña muestra de su lado más diva.

—Ajá. Y bien que te morías por sus huesitos.

—¡Cállate, Seung Min! Arruinas mi fachada de chico frío e indiferente —lloriqueó. Min le miró con extrañeza no entiendiendo exactamente a dónde quería llegar siendo que lucía más como un perrito bebé persiguiendo su propia cola. Sung enserió su gesto—. Me ofreció trabajo.

—¿De verdad? ¿De qué? —interpeló esta vez demostrando más interés.

—En una agencia de artistas o algo así. Buscaban personal —comentó desinteresado, muy por el contrario de su amigo, revolviendo las salchichas dentro su plato a la par en que soñaba despierto con que fueran carne de res— Tal vez me postule.

—¿Estás loco, Ji Sung? ¿Siquiera lo conoces? ¿Cómo sabes que no es un estafador?

—Se lo veía muy seguro.

Pretty BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora