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Lunes, 7 de Octubre

Había pasado una semana y Katsumi seguía sin aparecer. Decidí que en cuanto terminara la jornada, llamaría a su casa para saber qué le ocurría, no podía esperar más para poder hablar con ella.

Preparé los libros y me dirigí a la clase de primero. Por algún motivo, esa mañana tenía la sospecha de que volvería a encontrarme con los tres alumnos pesados que habían tomado
por costumbre colarse en mi aula de primero todos los lunes. Pero esta vez decidí que no les iba a dejar salirse con la suya.
Sin equivocarme un ápice en mis sospechas, entré en clase y divisé a los tres chicos entre el resto de los alumnos. Sin pronunciar palabra, solté los libros sobre la mesa y empecé a pasar lista. Sabía que se delatarían enseguida, así que me coloqué delante de la puerta para impedirles la salida.

— ¿Mitsumi Ackerman? — comencé a nombrar.

— Aquí estoy, profesora. — dijo levantando la mano. —

— ¿Ryota Bagashama? — continué. —

— Presente.

En ese momento alzó la mano uno de los intrusos.

— Sí, dime, ¿algún problema? — me dirigí hacia él de forma natural. —

— Es que yo no soy de esta clase. — declaró —

Los otros dos muchachos contuvieron la risa mientras agachaban la cabeza para esconderse detrás de mis alumnos.

— ¿Ah no? Pues me parece que hoy se van a quedar aquí, ya que todos los lunes se colan en mi aula, esta vez escucharan la lección hasta el final. — declare con firmeza —

En ese momento el chico se levantó de su asiento y avanzó hacia mí con paso firme y duro. Le sostuve la mirada intentando disimular cómo mis piernas empezaban a temblar. Aquel chico alto y fuerte se plantó frente a mí, y pude advertir que era mucho más alto que yo, casi me sacaba la cabeza, lo cual hizo que me flaqueran aún más las piernas.

A pesar de estar totalmente inmovilizada por el pánico, quise mantenerme inalterable. El muchacho me miraba fijamente con sus ojos heterocromáticos , y me vi a mí misma como un corderito a su lado.
El resto de los alumnos observaban, incrédulos y temerosos, la escena.

— ¿No piensas dejarme salir de aquí? — dijo en tono amenazador. —

Dudé entre plantarle cara, o salirme de la puerta y dejarlo irse sin más. La primera opción suponía un riesgo para mi integridad física, ya queél podría soltarme una bofetada en cualquier momento, y dada suevidente fortaleza física yo tendría que soportar el golpe sin poder hacer
nada. La segunda opción parecía más inteligente; se irían del aula y podría continuar con la lección, pero... ¿Qué iban a pensar mis alumnos? Si me dejaba amedrentar delante de aquellos niñatos, perdería el respeto de todos ellos y el resto del año sería un infierno.
Tomé aire profundamente y enderecé mi cuerpo.

— No. Estoy cansada de la misma bromita todas las semanas. — intenté
controlar mi voz temblorosa. —

No podía creer que fuera tan estúpida, me estaba enfrentando a un alumno mucho más grande y fuerte que yo, y todo para que los demás alumnos supieran que no me dejaría doblegar por nadie.

— No pienso quedarme aquí, tengo clase en otro aula. — intentó quitarme de la puerta acercándose tanto a mí que nuestros cuerpos casi se rozaron. —

Supuso que imponiendo su voluptuosa figura frente a mí, haría que me apartara a un lado, pero no fue así. Tuve que elevar la mirada para no apartar mis ojos de los suyos, la barbilla de aquel muchacho quedaba a la altura de mi frente.
Pensé que necesitaría algo de ayuda para resolver aquella situación.

Escondidos Entre Aulas; TodomomoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora