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Nos quedamos casi una hora en la misma posición, simplemente abrazandonos, Seokjin acariciando mi espalda y yo aferrándome a él, hasta que me preguntó si tenía mucho por hacer ya que realmente quería ir a comer alguna cosa, acepté solo porque el trabajo restante lo podía realizar desde casa sin peligro de que Sandeul me jalara del cabello.

Entonces tomé mi bolso y su mano, al salir puse el seguro, en vista de que no regresaría por lo que resta del día, no había necesidad de dejar la puerta abierta, le pedí a Sunhee—quién normalmente es quién queda a cargo cuando no estoy— que me informe de cualquier novedad respecto a los clientes invitados de Sandeul, esa mujer invita a gente importante todos los días.

—TaRa está esperándote ¿no?— asiento—bien, porque no vine en auto.

—Por supuesto, si no se me despega— le recuerdo— órdenes del señor Kim.

—Ese soy yo— ríe— ahora es cuando más la necesitamos ¿cuánto tiempo tienes? en cinta, a eso me refiero.

Sonrío bobalicona, suelto su mano para abrazarme a su torso, importándome cero las miradas que esa acción atrae.

—Dos semanas.

—Entonces fue hace tiempo, antes de que tuviese que irme.

Llegamos con TaRa, Seokjin la saluda y le dice a dónde vamos, todo el camino me la pasé de melosa y respondiendo a sus preguntas, cosa rara, porque no soy tan dulce, lo peor fue después, una vez sentados con carta en mano, mis ojos se deslizan por cada nombre extraño, el pobre mesero me explica cada cosa cuando pregunto y seguramente se siente aliviado cuando me decido, mientras que Seokjin ni miró el menú, solo me observó esperando a que algo me gustara.

—Deberíamos casarnos antes de que nazca el bebé— dice, de la nada— a no ser que prefieras esperar.

—Esperemos, según cálculos nacería a mediados de agosto.

—Para tu cumpleaños veintisiete— sonríe— sería una locura si nace exactamente en tu cumpleaños.

Niego, no, eso sí que no.

—No quiero parir en mi cumpleaños, así que ruega porque no sea así— toma mis manos, besándolas— ¿Qué pasa? no estás hablando hasta por los codos.

—Estoy nervioso, aún no lo puedo creer.

—Pero estás contento.

—Dichoso— quiero llorar otra vez— muy feliz.

Me siento tan culpable, que días tan catastróficos.

♥╣[-_-]╠♥


—¿Quieres dormir?

—Pero ven conmigo.

Dejo tanto la computadora como mi teléfono sobre la mesa a mitad de la sala, acepto su mano, levantándome del sofá y le sigo hasta la habitación, no tiene camiseta puesta y solo un pantalón de pijama lo acompaña, apenas llegamos dijo que estaba cansado pero supongo que no ha podido conciliar el sueño, acostarme hasta que caiga dormido no es un problema, de todas formas, no es un secreto para nadie los problemas que Seokjin tiene a la hora de dormir, le resulta imposible hacerlo cómodamente, por lo que abrazarme suele ayudarlo.

—Cierra los ojos— lo hace, su rostro cerca al mío me hace sonreír, acaricio con mis dedos sus mejillas, suavemente, como le gusta— esa mano, quieto.

—Extrañé tu trasero, deja a mis manos recordarlo.

El Seokjin de siempre regresó, ya era raro que no hiciera sus comentarios subidos de tono.

—Nisiquiera tengo un gran trasero.

—Vas al jodido gimnasio, ambos sabemos que si hay un bonito y apretable trasero aquí— me pellizca, termino quejándome.

—Disfrútalo mientras puedas, porque dejé de ir al gimnasio hace un tiempo y en mis planes no está regresar pronto.

—Claro que no tienes que volver, yo te amo incluso si te vuelves un palillo— eso dicen todos, pocas veces es cierto— estos nueve meses podemos caer ambos en el sedentarismo, aunque estaba pensando y creo que deberíamos mudarnos a una casa.

—Seokjin, por amor al cielo, acabas de remodelar todo este lugar.

—¿Y que con eso? un cambio en pro de la situación no está mal— ya comienza a fantasear— empecemos a buscar, tiene que tener un jardín bonito para Artemisa,  cinco habitaciones.

—¿Y para que tantas habitaciones?

—Una para nosotros, otra para el bebé, dos de invitados por si a los demás les da por ir a vernos y quedarse.

Tiene sentido.

—¿Y la restante?

—Siempre hay que tener un cuarto vacío, por si se llega a necesitar, tal vez podemos guardar lo que no necesitamos ahí— claro, como la habitación a la que no deja entrar a nadie porque hay demasiadas cosas amontonadas— mamá querrá decorar, pero no lo permitiré, lo haremos a gusto de nosotros dos y sabes que también pensé en que podría darme un capricho que hace rato quiero.

Siento que ya sé que es.

—Tu dichosa piscina.

—Exacto, tu jodidamente me conoces— sonríe, besa la punta de mi nariz— por supuesto tomaremos medidas de seguridad para el bebé.

—Sigues diciendo el bebé cuándo puede ser la bebé dudo mucho que sea niño, si tengo que ser honesta.

—Lo digo porque en mi familia dominan los hombres, será niño, estoy casi seguro.

Realmente lo dudo.

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LOVE INK»KSJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora