Capítulo cuatro

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Tras dos horas paseándose por todo el salón, el agente Phiravich ya estaba un poco harto pues no había puesto objeción alguna a ese puesto de guardaespaldas e infiltrado, en la mansión Rathavit pero la verdad ya se estaba arrepintiendo.

-En serio ¿no le apetece ir a ningún lugar?, ¿pretende estar ahí en el sofá todo el día?.

-¿Y a dónde quieres que vaya?, ¿Acaso no has visto mi pobre bracito?, Además, yo tengo una imagen que mantener... No pienso salir a la calle así lisiado y a la Universidad tampoco iré, con una sola mano no puedo hacer nada.-dijo Plan con fastidio.

El mayor se le acercó y lo miró.

-Pero... habrá algo que le guste hacer, no sé tomar el sol en la piscina, pasear por el jardín, leer al aire libre...

Este frunció el ceño con desagrado.

-La verdad es que eres muy pesado ¿sabes?, Tay me gustaba más, él era callado y se quedaba quieto como un buen perrito guardián...¡Anda vete a la cocina y traeme un refresco!, estoy sediento.

El guardaespaldas suspiró molesto y entonces se le acercó más hasta quedar a escasos centímetros de su linda cara.

-Mira niñito, yo no soy ese tal Tay, metelo bien en tu cabecita de bebé caprichoso y consentido... Yo estoy aquí para protegerte y velar por ti, no para ser tu perro faldero ni tampoco tu mayordomo.

Este tragó saliva pues su nuevo guardaespaldas le intimidaba pero también tenía algo que la hacía ponerse nervioso y a esa distancia la cosa aún era más intensa.

-L-Lo si-siento tienes razón, perdona no quería molestarte... Es solo que esto es un fastidio y además me muero de miedo, ¿qué tal si los delincuentes nos están esperando ahí fuera?.-Dijo este removiéndose en el sofá.

El guardaespaldas entonces respiró profundo y negó con la cabeza.

-Tranquilo, no creo que esos tipos estén cerca de aquí, ni que actúen de nuevo, al menos en un tiempo.

-¿M-Me lo pro-prometes Phiravich?.

El agente asintió y se separó.

-Claro pequeño, te lo prometo.

Entonces Plan lo detuvo por el brazo y este volvió a mirarla.

-¿Puedo pedirte algo, sin que te rías o pienses cosas raras sobre mí?....-el policía volvió a asentir-... ¿podrías a-abrazarme?

—¿Q-Qué?

El chico hizo un tierno puchero.

—Por favor, estoy muy asustado.

Rápidamente el policía se acercó y lo estrechó entre sus brazos.

-Hey tranquilo, no te ocurrirá nada...Estás a salvo, yo voy protegerte siempre.

-E-Estoy tan a-asustado...Te-Tengo mucho mi-miedo por mis padres, e-ellos son lo único que tengo... ¿Q-Qué voy a hacer si les p-pasa algo?.

Mean le dejó un tierno beso en la frente, fruto del momento y de un arrebato que le salió sin saber muy bien de donde.

-No te preocupes pequeño, nada malo va ha pasarte, yo no voy a permitirlo...Esos tipos acabarán entre rejas no te preocupes.

El más bajo asintió y acto seguido inclinó su cabeza, posándolo sobre el hombro de este, mientras secaba sus lágrimas.

-Gra-Gracias Phiravich.


Poco después se acurrucó en el sofá y se quedó dormido, entonces el agente sonrió conmovido y acercándose a él, cogió la manta que había a su lado y  le tapó.

-Te ves tan indefenso, pequeño y eres tan bonito, que los peligros de ahí fuera no son los únicos de los que debo protegerte.-dijo el moreno sentándose a su lado con una sonrisa de bobo en su cara.

Jamás le había ocurrido eso con nadie y mucho menos con un joven que apenas acababa de conocer pero no debía dejarse llevar por la atracción o un posible sentimiento más allá que el mero hecho de querer proteger su vida.

Debía tomarlo como un trabajo más, no podía permitir involucrarse, además no resultaría y solo serviría para hacerle sufrir y su vida ya estaba lo bastante complicada como para enredarla mucho más.

De repente su móvil vibró en su bolsillo, lo sacó y miró la pantalla haciendo una mueca mientras se levantaba con cuidado y se alejaba caminando hasta una de las ventanas.

-Si, dime Tul, ¿qué demonios quieres ahora?...

5. Mi nuevo guardaespaldas -Meanplan-Zaintsee//TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora