Capítulo ocho

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Cada día a Mean se le hacía más duro ver a Plan tan solo como su protegido y reprimir sus ganas de amarlo pues el chico no hacia más que provocarle, arreglandose para estar siempre perfecto.

Incluso salieron a comprar ropa nueva por lo que, durante dos tardes enteras se paseó por las tiendas y los probadores, buscando la aprobación de éste.

...-Me gusta este, ¿Qué te parece a ti?-Le decía paseándose por delante suyo.

...-Oh, mira este otro Phiravich-le hablaba saliendo con otro probador-...¿qué tal me queda este?, ¿Qué genial verdad?.

-Deberías haberte traído a tu amiga contigo...y-yo no soy muy bueno en moda-contestaba el pobre guardaespaldas aguantando el tipo.

...-Este es hermoso ¿verdad? ¿Me veo bien con esta ropa?-le volvía a preguntar de nuevo al salir otro vestidor en otra tienda diferente.

-Con este me veo increíble, ¿a qué sí?.

...-Oh vaya, este si es espectacular... ¿tú qué crees Phiravich?-este disfrutaba viendo las caras de frustración con las que su guardaespaldas lo miraba cada vez que se probaba algo distinto.

Pero sin duda, lo último que este se probó, fue el que más efecto causó en el policía y el cual lo tuvo con el alma en un puño pues Plan decidió llevarlo puesto para acudir en la noche a la fiesta en que sus padres y él habían sido invitados.

Tras pasar por el salón de belleza, el chico estaba realmente espectacular y muchos de los hombres de la velada perdieron los ojos detrás de él, por lo que Mean muy molesto estuvo apretando los puños y luchando para controlarse y no caerle a golpes a más de uno.

En un momento de la velada que los guardaespaldas se juntaron, sus compañeros notando su tensión, no tardaron en averiguar lo que le ocurría a este.

-Joder tío, será mejor que no te enamores de él.... Recuerda que eres su guardaespaldas y además no está a tu alcance-le aconsejó Zee.

-Si amigo-habló Saint también-...Mira como terminó Tay... Él también se moría por él.

-Oye, no me hables de ese maldito cabrón-les gruñó molesto-... además dejar de ser tan evidentes, a vosotros si que os descubrirán si no dejáis de comeros con los ojos.

Tras finalizar la fiesta, los Rathavit y sus guardaespaldas regresaron a la casa y todos se fueron a descansar mientras los guardias nocturnos siguieron con la vigilancia.

Mean fue incapaz de pegar ojo pues tanto Plan, como Tay y los babosos de la fiesta lo tenían muy molesto, por lo que no podía evitar los celos.

Este le hacían imaginarse al fallecido guardaespaldas tocando al pequeño chico o a todos y cada uno de los tipos del festejo que no dejaban de sobarlo o bailar con él.

El policía cansado de dar vueltas en su desecha cama, se levantó y aunque intentó calmarse para así volver a acostarse, finalmente se acabó yendo de la habitación para no despertar a sus compañeros.

Tras charlar un con Jimmy y Tommy, los cuales estaban inmersos con la vigilancia, este decidió pasear por los jardines de la casona para despejarse y pensar.

Ya al amanecer y justo al pasar por la gran verja de la entrada, éste se percató de que una furgoneta oscura con al menos dos tipos en su interior, se paró junto a ésta y luego arrancó al percatarse de su presencia.

-¿Quién demonios serían esos?, debo avisar a los chicos y al señor Rathavit, debemos estar todos alerta.

Cuando regresó a su habitación tras comentarselo a los guardias nocturnos, el guardaespaldas se encontró a sus compañeros ya vestidos.

-Oh joder, un poco más y nos encuentras aún follando-protestó Zee.

-Joder, no desperdicias una para comerte a Suppapong-susurró Phiravich chasqueando la lengua con fastidio-... por cierto, hace un rato he visto a una furgoneta negra que se ha parado junto a la entrada y luego ha arrancado cuando me ha visto.

-¿Crees que serán los mismos tipos del robo?-preguntó Saint abriendo los ojos.

Este se encogió de hombros y cogió su toalla para irse a la ducha y arreglarse antes de ir a hablar con el empresario.

-No sé quienes eran pero debemos estar atentos y no despistarnos... No puede ocurrir de nuevo que entren y se vayan con las manos llenas, como si nada.

-Bueno la otra vez tenían un cómplice-habló Zee cogiendo su pistola.

El policía asintió.

-Si es cierto pero ahora ya conocen el terreno en el que se mueven, no debemos subestimarlos.

Tras unos diez minutos y tras terminar de arreglarse, sus compañeros y este se encerraron en el despacho con Willy en privado pues no querían asustar a su esposa e hijo.

Mean le relató lo sucedido y el empresario se quedó muy preocupado y muerto de miedo pues de nuevo querían entrar en su casa y arrebatarle la tranquilidad que habían estado teniendo en aquellas últimas semanas.

Tras salirse, Zee y Saint, Phiravich cerró la puerta y se dirigió de nuevo al empresario.

-No se preocupe señor Rathavit, daré un aviso en la comisaria y el teniente seguro que incrementará la vigilancia en la zona.... Señor, si vuelven a intentarlo, esta vez los cogeremos.

5. Mi nuevo guardaespaldas -Meanplan-Zaintsee//TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora