La roja rebelde

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Mérida terminó sus horas en la escuela y se dirigió al club de robótica, en dónde era miembro. En realidad era su excusa para salir lo más tarde de la escuela y evitar a sus hermanos, ausentarse de la cena familiar, y perderse los reclamos de su madrastra junto con los sermones de su padre.

Un día, regresó al salón de ciencias porque habría olvidado su libro, pero encontró algo mejor: el profesor Callaghan con una botella de whisky. La chica arqueó la ceja y nadie dijo nada por cinco largos segundos hasta que el adulto cedió, "Dime, ¿qué quieres a cambio?", fueron sus palabras para iniciar una negociación.

El profesor se sorprendió cuando Mérida le pidió unirse al club. Espera, ¿Acaso no quería una mejor nota en la clase? Bien, no era su asunto, pero Callaghan se enteró de su situación en casa, así que intentó apoyar a la chica.

Obviamente no podía hacer mucho, ya saben, llevar una botella de whisky a la escuela siendo el profesor es mala señal y no es favorable para que las personas confíen en tu juicio. Pero tuvo otra idea, su alumno estrella: Hamada. Habló con él pidiendo que se acercará a la chica.

Aunque Tadashi se esforzaba la verdad es que Mérida se comportaba muy ruda con todos, algo a lo que debería estar acostumbrado gracias a Gogo. Pero no era lo mismo. Incluso la misma Gogo se habría rendido y prefería no meterse en problemas.

En fin, todos los días Mérida se sentaba ahí, hacía su tarea y aprendía sobre temas referentes al club, armando cosas interesantes para no levantar sospechas.

-Un club es un equipo. - Tadashi hacía otro nuevo intento.

-El profesor Callaghan dijo que podía aprender y ser miembro inactivo. - respondió segura.

-Lo sé, Mérida. Pero, ¿No quieres ir con nosotros a concursar? - colocó una mano en su hombro.

-No. - dijo en seco y se liberó de su agarre. - Debo irme. - Hamada suspiró por quinta vez en el día.

-Quizás yo pueda ayudar. - Honey Lemon iba a ir detrás de ella pero Gogo la detuvo.

-No, déjala.

Mérida caminaba por los pasillos de la escuela, mirando su teléfono... aún podía ir al centro del pueblo a ver más detalles de la solicitud de empleo en la "Cafetería de tía Cass", parece ilógico que no preguntara a Tadashi por el puesto, después de todo era la tía de el chico. Pero Mérida era así, tan ella y prefería que nadie se entere de lo que hace o deja de hacer.

Escuchó unas risas burlonas justo cuando caminaba cerca del estacionamiento, y vio la escena que le revolvió el estómago. Se trataba de Eric y Adam, quienes se reían de la rubia y ésta saldría corriendo siendo perseguida por un angustiado castaño.

Mérida caminó hacía esos chicos pero se detuvo cuando vio a Jack hacer lo suyo. Ella sonrió y de hecho planeo acercarse cuándo vio el labio del blanco sangrar. La razón para no hacerlo es que Anna y Hans se acercaban al lugar, seguramente buscandola. Regresó a los salones para no ser vista y su teléfono comenzó a sonar, Mérida vio el nombre... "Anna", hecho el aparato a su mochila y simplemente busco otra salida.

-Quieren que vaya a esa estúpida cena, seguro. - dijo en susurro.

-Rapunzel, dime algo por favor. ¿Puedo ayudar?

-Sólo vete, no me siento bien. - la puerta con el letrero de "mujeres" detenía a Hiccup de entrar, además de darle privacidad a su amiga porque no sabía lo que estaba pasando.

-No me iré de aqui, porque... Oh, Mérida. - la chica había llamado su atención.

-Yo me encargo. - le dijo y entró al baño.

Prisionero de la realidad. [TheBigFour to TheBigEight]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora