Parte 10

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- Eres terriblemente mono mientras duermes. –dijo Judit acariciándole el pelo.

Martí empezaba a despertarse, se sentía muy cansado, al empezar a abrir los ojos, se dio cuenta de que un rayo de luz entraba por la ventana, y poco a poco entendió lo había pasado.

- ¿Qué hora es? ¿Me he dormido?. –dijo levantándose de golpe.

- Es bastante pronto, serán las nueve de la mañana, pero no te preocupes no pasa nada, estabas muy cansado y no me importa que te hayas quedado a dormir, me ha gustado dormir contigo. –dijo ella con una sonrisa.

- No, si no es eso, que liada... –dijo Martí, que empezaba a tener cierto tono nervioso en la voz. –La que me va a caer.

- ¿Qué dices? –respondió ella atónita.

Cogió rápidamente su móvil de la mesita de noche, tenía doce mensajes de su madre y seis llamadas perdidas. Sus pulsaciones se descontrolaron, no quería ni imaginarse, la bronca que le caería al llegar a su casa. Ella no entendía nada, había pasado una buena noche a su lado, seguramente hacerlo y dormir juntos era un paso bastante grande para lo poco que se conocían, pero había estado a gusto, las cosas simplemente habían sucedido así, los dos parecían estar cómodos, nada había sido forzado, no entendía qué problema había ahora. Se iluminó el teléfono.

- ¿Sí? –dijo Martí contestando y esperando lo peor.

- ¡¿Martí porque no contestabas?! Tu padre y yo estábamos muy asustados, te dije que no llegaras tarde, ¿Dónde estás? –preguntó su madre chillando.

- No, verás Mamá, estábamos viendo el partido, estábamos muy cansados y nos dormimos en el sofá, y no escuché el móvil, sabes que siempre lo tengo en silencio. –respondió Martí tremendamente avergonzado, e intentado no mirar a Judit.

- ¡Me da igual, no me cuentes historias, ven a casa de inmediato, estás castigado!. –siguió su madre muy enfadada.

- Si, lo sé, lo siento, ahora vengo, no tardo nada, lo siento. –dijo Martí que ya no sabía dónde meterse.

Colgó, seguía mirando al suelo, no se atrevía a mirar a Judit, ¿Qué pensaría ella ahora? Se habría dado cuenta de que solo era un crío, ¿Cómo podía haberse dormido? Todo estaba bien, ¿Cómo podía haberlo estropeado todo tan rápidamente? Y lo peor era que no podía quedarse a intentar hablar con Judit, a explicarle su situación. Sabía que al llegar a casa las cosas estarían muy difíciles, y cada minuto lo empeoraba todo.

Se quedó inmóvil mirando al suelo, pero no podía alargar más ese momento, ser abroncado por su madre delante de Judit, ya era suficientemente malo, así que al final se decidió, levantó la cabeza y la miró. Ella seguía en la cama, le miraba boquiabierta, con los ojos como platos. Ahora todo era tan claro, <<¿Cómo no me he dado cuenta antes?>> pensó ella.

- ¿Qué edad tienes Martí. –preguntó asustada.

- ¿Cuántos pensabas que tenía? Diecisiete. –respondió apartando la mirada.

Ella se tapó la boca, ella tenía veinticuatro, era siete años mayor, él era menor de edad, seguía en el instituto, era un niño, <<¿Era virgen?>> Pensó. Demasiadas preguntas, demasiada información, se dio cuenta de que no le conocía de nada, ¿Cómo había llegado todo a este punto? Se había pillado de un niño. Un dolor punzante recubrió su estómago.

- Judit lo siento, no surgió la oportunidad de explicártelo, no soy un crío, me gustas mucho, se lo que parece, y me gustaría mucho poder quedarme a explicarte, pero no puedo, mis padres son muy estrictos, nunca he hecho algo así en mi vida, tengo que irme, dime que no se ha terminado por favor. –dijo el extremadamente nervioso, y torpe como intentando retener el agua que se le escapaba entre los dedos.

A través de la ventanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora