Parte 5

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Ella seguía contemplando el final de la ciudad, podía notar como poco a poco la excitación y el nerviosismo por volver a verlo se transformaban en calma. Sentía una sensación infinita de arrebatadora tranquilidad, cada calada era puro desahogo. No entendía cómo el mundo, y su vida podía cambiar tan rápidamente, como una pandemia global que la confinaba en su casa podía haberle traído tanto bien.

La montaña rusa de sensaciones que habían sido esos últimos días había terminado, y de alguna manera, sentía que habían llegado a una fase donde claramente uno era consciente del otro, habían aceptado eso y ahora posiblemente llegarían a una bonita monotonía, ¿Como una monotonía podía ser buena? Era así, ya que para ella, esa monotonía significaba seguridad, seguridad de saber que él no iba a desaparecer, de que iba a estar allí para ella, mirándola, contemplándola, y puede que hasta incluso adorándola, tenía una sensación bajo su piel agradable, y profundamente confortable.

Una última calda quedaba ya, ese breve instante se había terminado, pero tenía la certeza de que muchos otros breves instantes estaban por venir, de reojo pudo ver como él reía descontroladamente y se tapaba la cara. Acercó el cigarro a sus labios e inhaló profundamente, volvió a mirarle, él volvía a estar en el mismo sitio. Ella sonrió <<Me haces tan feliz...>> pensó, él pareció leerle la mente y le devolvió la sonrisa. Estaba a punto de estallar de tanta felicidad así que decidió que era el momento de volver a su piso.

Al entrar se tumbó en el sofá bocabajo y se tapó la cara, ¿Cómo podía estar pasándole todo esto? Se sentía como una niña de quince años y ni sabía su nombre. ¿Cómo había llegado aquí? Una enorme sonrisa se dibujó en su cara <<Me da absolutamente igual como>> pensó.

Sonó el teléfono:

- ¿Diga? –dijo ella.

- ¡Hola Judit! –exclamó su amiga.

- Marga, qué sorpresa, ¿Qué tal cómo estas? –preguntó.

- Pues bien aquí en casa como todo el mundo, pero ya está, acaban de decir que en diez días empezaremos a salir a la calle. –dijo en un tono muy feliz. –por eso te llamaba, tenemos que vernos ya.

Ella se quedó sin saber qué decir, <<Diez días>> pensó, la imagen de él sonriéndole desde su ventana no se le iba de la cabeza, <<¿En diez días podría tocarle?>> . Su amiga enumeraba las cosas que tenía que contarle, mientras ella solo pensaba en acariciar sus fuertes brazos. En cómo sería estar rodeada de ellos, como él la apretaría contra su pecho.

- ¿Estás escuchándome? –dijo Marga.

- Sí, sí perdona ¿Qué decías? –respondió avergonzada.

- ¿Tú, que?¿Alguna novedad? –preguntó.

- Verás hay un chico... -respondió en un tono muy bajo.

- ¿Cómo que un chico? ¿Ahora en cuarentena? ¿Cómo que un chico, no estabas absolutamente fuera del mercado? –la cortó rápidamente.

- Si, ya, verás, ya sé que dije eso, y lo sentía así, tú sabes lo mal que lo pasé, pero hay un chico que vive en frente, no sé ni cómo se llama, no sé nada de él, todo empezó, no sé ni cómo empezó, yo salía a fumar y él me miraba a escondidas, empezamos a crear una rutina, luego él desapareció un día que le pille mirando, ha sido muy raro todo.

- Judit, ¿Qué me estás contando? –dijo, y empezó a reírse a carcajadas.

- No te rías, ni yo misma lo entiendo, pero no sé, me hace sentir bien. –respondió Judit avergonzada.

- No, si no me rio de todo esto, me río de la forma en cómo me lo cuentas, nunca me hablaste así de Luis, estoy flipando. –dijo ella.

- Ya no sé, estoy sintiendo cosas muy raras y ni he hablado con él, pero es que no se me hace sentir bien, ¿Qué tiene de malo?

- Absolutamente nada cariño y quien te diga lo contrario es imbécil, es tu vida y tú escoges cómo vivirla, nadie tiene derecho a juzgar nada de lo que pase en tu vida, yo he sido presente de lo que te ha tocado vivir. ¿El chico este te hace feliz con poco? ¿Qué, quieres más? Eres afortunada, no pienses ni por un solo momento que le debes nada a nadie, vive.

Esas palabras le pusieron la piel de gallina, una pequeña lágrima se deslizó mejilla a bajo, no se había dado cuenta hasta ese momento del peso tan grande que se había llevado encima y del que se había liberado al escuchar algo así. Y su amiga tenía toda la razón de mundo.

- Vale, cuéntame esto como funciona, cuéntame lo de los diez días. –dijo Judit.

- Nada pues eso hay como fases, en la primera han habilitado unas horas donde podemos salir a hacer ejercicio, pero tú no sé si estás muy acostumbrada a eso.

- Pues me apunto, quiero hacer cosas por mí, quiero mantenerme en forma, dejaré de fumar y empezaré a cuidarme un poco.

- De verdad que no sé qué te da este chico, pero no te reconozco. –dijo su amiga, perpleja.

- Pero si dejo de fumar, no podrá verme. –reculó Judit.

- ¿Qué dices?

- Nada que solo nos vemos cuando salgo a fumar, pero me da igual, seguro que también sale a correr, me pondré delante para que me mire y me desee.

- Lo dicho, no sé qué ha pasado pero no te había visto así nunca, te dejo que tengo que sacar al perro. –dijo su amiga partiéndose de risa.

- Marga, gracias por lo que has dicho antes, necesitaba escuchar algo así. –dijo ella un poco seria.

- No me des las gracias, te mereces todo lo bueno que te pueda pasar, te quiero mucho, nos vemos en diez días, un beso.

- Yo también te quiero mucho ya lo sabes, seguimos hablando. –terminó Judit.

Volvió a tumbarse sobre el sofá, y otra vez la montaña rusa de emociones que era últimamente su vida había vuelto, arrancado fuerte hacia arriba, para caer en picado felizmente sin control.

Muy despacio fueron pasando los días, decidió que si quería salir a correr, debía empezar a hacer algo de ejercicio en casa, no quería aparecer el primer día roja como un tomate, completamente ahogada y sudada delante de él. Pensó en que limitaría los cigarros para no dejar de salir al balcón y que él lo interpretara de otra forma, y que en el momento que pudiera salir a la calle lo dejaría completamente. Pensó en la mejor manera de hacer la transición de verse por fumar, a verse haciendo deporte, así que se dio cuenta de que los primeros días, debería vigilar las horas en las que él salía a correr y simplemente un día se pondría delante.

Se acercó al supermercado de la esquina, ya era tarde, casi era hora de cerrar, pero le dio tiempo a comprar algo de cenar y cuatro cosas necesarias para casa. Al volver, miró hacia su ventana <<Solo quedan cinco días, cinco y podré tenerle cerca>> pensó, pero al bajar su mirada, vio que de su portal salía él cargado con las bolsas de la basura. Ella se escondió detrás de un coche <<¿Qué haces, porque te escondes?>> pudo notar como sus mejillas se sonrojaban, él miraba hacia el cielo, parecía preocupado, se puso a andar hacia el contenedor de basura, ella aprovechó para ir corriendo hacia su portal. Le pasaba algo, ella lo podía notar, no estaba bien, pensó en girarse y decirle algo, sonreírle, estaba segura de que eso le animaría. Él había vuelto a su portal y de pronto dio media vuelta y miró hacia arriba, <<Me va a ver, vera que lo estaba vigilando>> pensó y entró rápidamente.

Su corazón bombeaba con fuerza, estaba feliz por verle, pero su expresión la rompía por dentro, a esta hora no salía nunca a fumar, puede que él no se diera cuenta, pero debía salir, necesitabamirarle a los ojos , calmarle, no podía soportar verle triste, así que subió rápidamente hasta su piso.

A través de la ventanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora