CAMBIO

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- ¿Cómo está tu padre? -

- está devastado, ayer me dijo que tenía que pagar la duda. - dijo Saint con un suspiro sentándose frente a Perth, su mejor amigo, aunque para Perth no era lo mismo.

- acepta mi ayuda Saint, quiero que retomes tus estudios y dejes de trabajar. - Dijo Perth agarrando las manos de Saint. Perth no tenía problema en ayudar a Saint económicamente, porque es hijo único de una familia adinerada.

- no Perth, si acepto tu ayuda, es como tapar el sol con un dedo... pagar una deuda con otra deuda, no tiene lógica. - Dice Saint con una sonrisa en el rostro, aunque por dentro estaba derrumbado.

- quiero ayudarte. - susurra Perth al ver que Saint es necio en aceptar su ayuda, a Perth le dolía ver a Saint en esa situación.

- te lo agradezco... mi turno ha terminado. - dice Saint levantándose de la mesa.

- te acompañaré camino a casa. - dice Perth viendo como Saint se levanta para ir a la habitación de personal para recoger sus cosas.

Desde que la madre de Saint enfermó, su padre tuvo que trabajar día y noche para poder comprarle las medicinas que eran súper caras, así que cuando fue internada en el hospital, Saint decidió posponer sus estudios para poder trabajar en una cafetería y poder ayudar a su padre a pagar los gastos. En un arranque de desesperación, su padre se metió en un préstamo con un mafioso, pero todo esfuerzo fue inútil ya que una semana después la madre de Saint perdió la batalla contra la leucemia.

Tras la muerte de la madre de Saint, su padre quedó devastado y con muchas deudas, pero tenía que seguir trabajando para saldarlas. Por eso Saint no aceptaba la ayuda económica de Perth, porque era una deuda a un mafioso y nadie más que su padre y él debían saber que era dinero de un mafioso.

- ¿te quedas a cenar? - pregunta Saint, deteniéndose frente a un puesto de comida callejera.

- no, mi madre me espera para cenar. - dice Perth.

Saint compra patas de pollo frito acompañado de arroz con salsa de tomate y chile dulce, amaba esa comida, ya que su madre se lo preparaba cada fin de semana.

Caminaron de regreso a la casa de Saint, hablando de su día, de los estudios y demás cosas.

- me retiro. - dice Perth al llegar frente a la casa de Saint.

- cuídate. - se despide Saint con un abrazo.

- ¿cuándo aceptaras salir conmigo? - pregunta Perth con un susurro en medio del abrazo.

- Perth. - dice Saint alejándose del abrazo.

- sí, lo sé, no tienes cabeza para esas cosas. - Dice Perth con la cabeza gacha, pero la levanta y esboza una sonrisa. - me voy, cuídate. - dice agitando la mano para despedirse, da media vuelta y se retira.

Saint suelta un gran suspiro, Perth era un chico bueno, pero no se podía distraer en cosas del corazón, así como el amor; tenía como prioridad a su padre. Dio media vuelta y decidió entrar a su casa.

- padre ya vine... - dice Saint avisando su llegada, pero queda aturdido al ver a un hombre apuntando a su padre con un arma en medio de la sala.

Aquel hombre sacó otra arma y apuntó hacia la dirección de Saint.

- no hagas nada estúpido. - le dice aquel hombre a Saint. - y tú ¿me pagarás? - Volteó e interrogo a su padre.

- solo necesito más tiempo. - Dijo el padre de Saint con las manos juntas pidiendo clemencia.

De inmediato Saint entendió todo, aquel hombre estaba ahí para cobrar la duda, Saint no podía permitir que dañaran a su padre, lo amaba demasiado y no iba a perderlo.

SEDUCIR AL ENEMIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora