Convertidos en el Sueño

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–¡Capitán! ¡Lo hemos encontrado, Capitán!

Un parpadeo. Al oír aquellas palabras su cuerpo se congeló y fue invadido de una ola de júbilo. Tuvo que usar todo su esfuerzo para mantenerla bajo control, para no descongelarse de golpe y romperse en felicidad incontrolable.

Lo habían logrado, al fin lo habían logrado. Su mente se repetía lo mismo mil veces, y al mismo tiempo se debatía entre creérselo o no. En la infinidad del espacio, comenzaba a pensar que las estrellas, los planetas, la compacta y multifuncional nave, y su tripulación era lo único que existía. Fuera de la nave, sólo la soledad e infinidad del Universo. Y, aun así, estaba el aviso.

–¿Es cierto, Briggs? ¿Comprobaste de todas las maneras posibles? ¿Seguiste el protocolo? –el Capitán se lo decía casi a sí mismo.

–Cada paso, Capitán. Mírelo usted mismo.

Asintió, y se dirigió donde Briggs. Los tres miembros restantes de la tripulación también se habían reunido alrededor de Briggs, que a través de múltiples controles táctiles en su silla y en el panel de control manejaba la imagen que proyectaba la gran pantalla que tenía frente a él. Era la imagen que uno de los cuatro telescopios de alta gama observaba. Cuando el Capitán le puso atención, sus ojos entrenados empezaron a comprender la imagen. Era un planeta, en un sistema solar a menos de un año luz de distancia. El filtro de visión lumínica mostraba el lado oscuro del planeta, que al hacer el suficiente zoom mostraba miles y miles de puntos luminosos, siguiendo una línea y concentrándose en varias zonas a lo largo. El Capitán estaba hipnotizado ante la imagen. Había visto eso mismo muchas veces durante su entrenamiento en la Tierra, desde la Luna. Eran ciudades, a lo largo de una costa o algo similar.

Sujetó con fuerza el cabezal de la silla de Briggs, conteniendo su emoción.

–Es luz artificial, de verdad es luz artificial –el Capitán no podía quitar la mirada del maravilloso río de luz que tenía en frente–... después de noventa y cinco viajes en criogenia, ahí están... los hemos encontrado.

–Así es, Capitán –Briggs dejó los controles y se levantó de su silla, observando el planeta en la imagen–. Sólo falta comprobar un par de filtros de visión y controlarlo un par de días más para asegurarse que no es una anomalía, pero podemos decir que la misión ha sido un éxito.

–En la Tierra no van a creérselo –dijo el miembro de la tripulación a la izquierda de Briggs–. Han pasado casi cien años para ellos, me pregunto si nos darán por muertos en este punto.

–Es posible, Halls –le dijo el miembro de la tripulación a su lado–. Después de todo, entre tanta criogenia, para nosotros sólo se han sentido como dos años, y ochenta y siete años luz de distancia... aunque la Señal de Vida nunca se ha apagado. Como mínimo seguirán monitoreándonos.

–Entonces recibirán el mensaje si lo enviamos, Roberts –el Capitán le asintió y luego se dirigió al cuarto miembro–. Marshall, como nuestro experto en biología y antropología, ¿qué opinas al respecto?

Marshall asintió y tomó el lugar de Briggs en la silla. Con dedos habilidosos usó los controles táctiles y analizó la proyección bajo distintos filtros de calor, radiaciones y emisiones. Cuando terminó, miró al Capitán desde la silla. Todos esperaban su veredicto.

–He revisado los distintos filtros, y preliminarmente la información es convincente –Marshall hizo una pausa, el Capitán y los demás podían sentir la tensión en el aire–. De antes que la expedición comenzara ya habíamos descubierto vida en otros planetas. Pero esta... esta es la primera vez que tenemos pruebas de vida inteligente. Todo parece indicar que poseen una tecnología similar a la que poseíamos por el Siglo XX o XXI.

Mis Cuentos CortosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora