ʟᴇʏᴇɴᴅᴀ [2] (ᴀɴɴᴇ x ɢɪʟʙᴇʀᴛ)

Capítulo 5

DEBER.

Anne

No faltaba mucho para llegar al castillo en la ciudad Ignis. Siendo sincera, estaba cansada.

Muy cansada.

Habíamos seguido el rastro de Gilbert por una semana y no encontramos nada más que un pequeño amuleto.

Un miserable amuleto.

Jerry caminaba a mi lado, igual de agotado. Él era el que más trabajo había hecho utilizando sus poderes.

Gael afilaba una daga mientras avanzábamos, a paso relajado.

Una ves que estuvimos en la ciudad pude escuchar como las personas gritaban de alegría al vernos llegar.

Eso me hizo tener un mal presentimiento.

Y mis malos presentimientos siempre se cumplían.

Llegamos al castillo. Fui directo a la habitación de Gilbert sin importarme las personas que me estaban saludado.

Estoy preocupada. Necesito saber si ya despertó y se encuentra bien.

Camino por los pasillos a paso rápido. Me encuentro a Diana en el camino pero no la miro ni ella me mira a mi.

Mejor, así me ahorro tener que darle explicaciones a otra persona que no le interesa.

Me detengo enfrente de la puerta y doy dos golpecitos. Su voz se escucha, dejándome pasar.

Parece enfermo. Tiene ojeras, su piel es aún más pálida y se ve como si fuera a vomitar en cualquier momento.

Inexplicablemente, sigue viéndose igual de perfecto como la primera vez que lo vi.

Sonríe y eso hace que toda la habitación se ilumine.

—¿Cómo estás? —pregunto, sentandome en una silla enfrente de él.

—¿Me creerías si te digo que pienso que en cualquier momento me voy a convertir en un unicornio? —responde, riendo.

Esbozo una pequeña sonrisa.

Me hace sentir viva, como si no estuviera vacía por dentro, sintiendo nada.

—¿Te han cuidado? ¿Estás cómodo? ¿Quieres que te cambie de habitación? Esta es muy oscura —murmuro, preparada para llamar a quien sea con tal de que se sienta bien, pero toma mi mano, negando.

—Estoy bien, no te preocupes.

No se ve bien.

Como dije, parece que en cualquier momento se va a desmayar.

—Cuéntame, ¿Pudieron hallar algo?

Suelto una risa irónica.

—Sí, un amuleto que no tiene nada mágico ni interesante —digo, pasando una mano por mi rostro.

—Oh... —sé que quiere decir algo más, sin embargo se detiene.

Enarco una ceja.

—¿Qué pasa? ¿Qué hiciste? —pregunto, cruzandome de brazos.

Solo tiene esa expresión cuando hizo algo que sabe que no está bien.

Antes de que pueda responder, la puerta se abre de golpe, dejando entrar a Niall y a Catalina con una sonrisa poco inusual en ellos.

—¿Sí? ¿Necesitan algo? —inquiero, cortante.

¿No ven que quiero estar sola con Gilbert? ¿Qué tan difícil es entender el concepto "Privacidad"?