Capítulo 12

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FELIZ.

Anne

—Es un amuleto de protección —dijo Jerry, entregándomelo junto con un libro en donde sale un dibujo exactamente igual. Es ovalado, con lineas azules que se cruzan en su interior al igual que otras verdes, rojas y grises. Eran los cuatro elementos en el amuleto.

Creí que podía ser un amuleto maldito, siendo sincera.

—Debo suponer que cualquiera que haya hechizado a Gilbert, se le cayó, ya que es un amuleto de protección contra los elementales. Si encontrábamos a la persona que hizo aquello y lo llevara puesto, ningún elemental normal podría hacerle algo.

—La diferencia está en que yo no soy normal, ¿Verdad? —inquiero, sentándome en la mesa. 

—Exacto. Tus elementos no funcionarían en contra de la persona, pero tú tienes el quinto elemento. Ya sabes, todo eso del espíritu. Estarían obligados a obedecerte porque en esta jerarquía tú estás en el eslabón mayor.

Claramente, por esa razón soy la reina. 

La puerta de la biblioteca se abre, dejando pasar a Gilbert y a Diana, quienes vienen conversando de cualquier cosa. A veces se me olvida que son hermanos. Sus diferencias son tan obvias. Según lo que sé, ella es el reflejo de su madre y él es el reflejo de su padre.

Llegan a un lado de nosotros, expectantes.

—¿Qué estaban haciendo? —pregunta Gilbert, curioso al ver el amuleto en mi mano.

—Le estaba diciendo a Anne que el amuleto que encontramos es de protección —responde Jerry, abrazando a Diana.

—¿De protección contra qué? —dice la pelinegra.

—Contra los elementales —contesto, mostrandole el libro a Gilbert en donde sale todo eso—, y tampoco es como si tuvieran que enfrentarse a tantos elementales. Solo quedo yo. 

—¿También sirve contra los duo elementa y tribus elementis? —cuestiona el pelinegro, frunciendo el ceño.

—Funciona contra cualquiera que tenga un elemento —habla el castaño.

Diana se muestra confundida.

—O sea que cualquiera que use ese amuleto es invencible, ¿No?

—No del todo —murmuro. 

Los dos pelinegros me miran, aún sin entender.

—Me refiero a que solo tiene protección en contra de los cuatro elementos, no contra el quinto. 

—Ah, entonces contra ti no pueden —dice ahora, mas segura.

—Nadie puede contra mi y eso acabamos de confirmarlo una vez más —suspiro, dándome un pellizco en el brazo.

Realmente necesitaba que doliera. La marca morada por los pellizcos solo duraba por un día, porque al siguiente ya estaba completamente sana. 

—¿Aún puedes hacer que alguien te obedezca, ya sabes, como lo que puedo hacer yo? —interroga Gilbert, aún con el ceño fruncido.

Pongo mi mirada en el y hago que cierre el libro y lo deje en la mesa.

—De acuerdo, ya me di cuenta de que lo puedes hacer. Pero creo que hay varias diferencias entre tú poder y el mío —dijo, comenzando a pasearse delante de nosotros con gesto pensativo—. Tu haces que obedezcan, yo los controlo. Puedo meterme en su mente y tomar posesión de ellos, y tú los obligas a que hagan lo que quieres. Por esa razón tú no terminas cansada a hacerlo y yo sí. En lo general, ese poder y el mío son bastante peligrosos. 

ʟᴇʏᴇɴᴅᴀ [2] (ᴀɴɴᴇ x ɢɪʟʙᴇʀᴛ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora