seis.

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El viernes llegó tan rápido como podía transcurrir una clase de historia; dolorosamente lento.

DongHyuck recordaba haber escuchado aquella semana anunciar en la televisión que se avecinaba una fuerte ola de calor, y vaya si era cierto, pues a penas salir de la ducha ya caían chorretes de sudor de sus sienes. Quizás por dicho calor el tiempo no parecía pasar con la misma velocidad de siempre. Transcurriendo las horas con tal lentitud que DongHyuck se sentía envejecer. Tan solo olvidaba aquello cuando se entretenía con cualquier tontería; incluso las pocas clases del gimnasio a las que asistió aquella semana le servían de distracción.

Volviendo al tema del agobiante calor; le estaba haciendo la vida imposible al joven moreno.

Si bien aún quedaban horas para poder plantearse siquiera salir de fiesta y no quedar como un idiota por salir a las seis de la tarde, DongHyuck y su hermana ya se estaban preparando. O al menos vistiendo para la ocasión. La cosa era que, cualquier cosa que se pusiese se le pegaba a la espalda baja y empezaba a sudar como un pollo asándose.

— Pues enciende el aire acondicionado.— le había resuelto el problema Yerim cuando DongHyuck entró a su habitación agobiado y quejoso. Yerim rodó los ojos hasta el cielo, pensando en lo idiota que era el mayor. De todas formas, aunque no lo dijese, ella también estaba sudando mientras se metía a presión en un ceñido vestido. Le quedaba bien. Le quedaría mejor si no le brillase la frente a causa de dicho sudor.— Ya que estás, súbeme la cremallera.

DongHyuck se quejó por lo bajo, pero hizo lo pedido, subiendo con un firme tirón la cremallera y apretando los dientes ante el chirriante ruido que hacía el cierre de metal.— ¿Te vas a maquillar?— cuestionó una vez su hermana se alejó unos cuantos pasos para verse en el espejo que tenía en su habitación.

— Sí.— asintió la chica. Dió un par de vueltas frente a su reflejo. Después miró a su hermano, que se estaba sentando en la banqueta frente al tocador donde tenía todo a rebosar de cremas hidratantes y pintalabios líquidos.— ¿Me queda bien?

DongHyuck gruñó a modo de afirmación, y aquello pareció satisfacer a la menor. El chico trasteó entre los cajones del tocador, encontrando paletas de sombras brillantes y brochas de todos los tamaños.— ¿Me haces algo en los ojos?

— No me apetece.— contestó escuetamente su hermana.

— Jo.

Tampoco era para tanto.

Yerim volvió a mirar a su hermano con curiosidad. Frunció el ceño.— ¿Vas a ir así vestido?

DongHyuck miró hacia abajo, aún sentado y viendo sus vestidos muslos. Llevaba unos pantalones que en algún momento fueron negros, ahora estando algo desgastados. De todas formas le quedaban como un guante. Además de aquello, llevaba sus chanclas de confianza, aunque antes de salir de casa tendría que recordar cambiarselas.

Levantó la vista para encontrase a su hermana de brazos cruzados. Se encogió de hombros.— No sé.

Yerim se mordisqueó los labios, pensativa, y agarrando entre sus dedos la camiseta que llevaba el muchacho y sintiendo la suave tela contra las yemas de sus dedos. DongHyuck se dejó.— Te pinto los ojos si te cambias de camiseta.

DongHyuck se sorprendió, aunque trató de ocultarlo, sin poder evitar encarnar sus cejas.— ¿Qué tiene de malo la que llevo?

— Que no vas a ligar ni de coña. Ponte la de cuello en v, esa te queda bien.

— Vale, doña estilista.— se burló el castaño. Se miró en el espejito del tocador antes de ver el reflejo de la muchacha a su lado. Se había picado ante el comentario.

dance!! ;;ᴍᴀʀᴋʜʏᴜᴄᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora