Capítulo XI: Últimas palabras

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Pasarón los meses, y tanto Iguro Obanai como Kanroji Mitsuri seguían juntos, conversando, saliendo y velando el uno por el otro en cada misión a la que se iban, con el miedo perenne de que tal vez uno no volviera con vida. Y fue exactamente esas las últimas palabras de dio Shinobu Kocho cuando se cruzaron en su camino.

"A la organización de cazadores no les preocupa las relaciones entre sus miembros, no obstante, es un trabajo peligroso en donde se juegan la vida, es doloroso perder a alguien a quien aman. Tengan cuidado en sus misiones y vuelvan a salvo."

En una parada de té, Tengen Uzui, el pilar del sonido, y Kyojuro Rengoku, pilar del fuego, tomaban un descanso de su labor como pilares.

— ¿Has escuchado ese rumor? — Preguntó el pilar del sonido mientras se acomodaba los cabellos con la mano.

— ¿Cuál? — Respondió Rengoku, con el té en las manos.

— Tu exalumna y el escurridizo pilar de la serpiente están saliendo, es más, llevan más de tres meses juntos. — Exclamó con una picara sonrisa, seguido de esto, lleno de orgullo dijo—, Yo le di unos consejos a Iguro, se ve que pudo sacarles provecho.

Kyojuro se quedó pensativo por unos segundos, luego, con suma honestidad, atinó a decir.

— Me alegro por ellos.

En ese mismo momento, en la finca del patrón, Kanroji Mitsuri e Iguro Obanai, se encontraban frente al dueño de la finca, ambos sentados sobre sus talones e inclinados.

— Ese es el motivo, por el cual dejamos la organización de cazadores. — Comentó Iguro de manera sobria, mientras sujetaba con fuerza la mano de su amada.

Kanroji tenía sentimientos confusos, estaba triste por dejar la organización, pero a su vez se encontraba profundamente feliz por estar con un hombre que la amaba y respetaba por cómo era.

Ubuyashiki aclaró su garganta, con su serena voz y un gesto de agradecimiento, dijo.

— Si esa es sus decisión, no tengo porque oponerme. — El patrón se inclinó ante los dos pilares, pegando su frente al suelo, a esto, exclamó—. Gracias por sus servicios, gracias por haber arriesgado sus vidas en combate, y espero, que en este nuevo camino que están por tomar juntos, les deseo la mejor de las bendiciones.

Iguro contuvo sus lágrimas, pero finalmente cedió, por su parte, Kanroji no había dejado de llorar desde que Ubuyashiki le había dado su bendición, con la voz ronca y los ojos humedecidos, dijo.

— Gracias, muchas gracias, siempre volveremos, volveros a visitarlo, se lo prometo.

En aquella mañana, hubo una reunión de pilares, en ella se dio la noticia de que ambos pilares dejarían la organización, si bien los demás se sorprendieron, Tomioka Giyu y Shinobu Kocho tenían sospechas del motivo.

— ¿Solo un pequeño empujón? — Preguntó el pilar del agua, ante la respuesta de la joven, Shinobu.

Kocho se apoyó en la pared y soltó un suspiro, cansada y fatigada.

— ¿Le diste lo mismo que a mí? — Preguntó Giyu, acercándose más a la joven.

Shinobu torció su gesto, como si intentara contener las palabras en su boca, después de un rato bufó, y le respondió finamente al joven.

— Sí, pero no creí que dejaran la organización. — Kocho apretó los labios, su garganta estaba seca, y sentía como estaba al borde de las lágrimas—, No creí que se irían.

Giyu, al notar la tristeza en la voz de la joven, se acercó a ella y la abrazó con torpeza, puesto que el joven no era el más cálido, o el más expresivo a la hora de mostrar sus sentimiento, no obstante, la joven notó las intenciones del pilar del agua y lo abrazo de vuelta, apoyando su cabeza sobre su hombro.

Un ligero empujónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora