Música y alcohol

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NARRADOR

Luces. Joaquín solo veía demasiadas luces moverse de un lado a otro haciendo que se sintiera un poco mareado; su cabeza ya llevaba un buen rato dando vueltas. Se sentía bastante molesto y lo único que quería, era seguir bebiendo a pesar de los intentos que sus amigos porque parara. Era la primera vez que lo veían tomar de ese modo y les preocupaba porque ni siquiera sabían la razón, solo recibieron aquella llamada del pequeño diciendo que necesitaba relajarse y sus amigos lo apoyaron. Ahora se arrepentían.

Joaquín los había llevado a la zona donde se encontraba la tienda de música Valkyria y sus amigos, al principio lo vieron bien; sería un sábado tranquilo entre amigos. Sin embargo, el castaño, cada vez se ponía más pesado por el alcohol y sus amigos desconocía que lo que él quería era desvanecerse y dejar de pensar.

-Joaco, ya bájale -escuchó la voz de Diego más lejos de lo que pensó que se escucharía al tenerlo junto a él. -Ya tienes demasiado alcohol en el sistema.

- ¡No creo...! -arrastraba demasiado las palabras -Todavía estoy pensando, así que aún no es suficiente. Pediré otra botella...

- ¡Oye! -los tres gritaron al mismo tiempo mientras lo sujetaron para mantenerlo en la mesa.

-Creo que eso es todo por esta noche, amigo -decía Nico mientras palmeaba su espalda.

- ¡No quiero! -el chico hizo un intento por levantarse, pero se tambaleó un poco que Emmanuel tuvo que sostenerlo.

-Ni siquiera puedes caminar bien, Joaco -dijo Nico y en eso lo sostuvo del brazo para levantarlo de la mesa -Vamos a casa, anda. Ya no queda más alcohol por beber.

- ¿No? -dijo en un puchero y sus amigos negaron para convencerlo -Bueno...pero iré al baño primero.

-Está bien. Pero yo te acompaño -Nico estaba a punto de levantarse, pero Joaquín objeto.

- ¡No, Nicolás Caballero! ¡Tengo 19 años y ya voy solito al baño! -un poco dudoso, Nico decidió quedarse en su lugar y los chicos vieron a su amigo abrirse paso entre la gente de camino al baño.

El único problema fue que Joaquín cruzó la puerta equivocada del restaurante, en vez de meterse al baño, se metió a la cocina, la cual cruzó rápidamente ante todos los gritos de las personas que trabajaban ahí. Intentó buscar una salida y, sin proponerselo terminó saliendo del bar, del otro lado de la entrada. Su cabeza seguía dando vueltas y estaba seguro de que terminaría vomitando en cualquier momento, pero al entrecerrar los ojos, notó el callejón desconocido para él y ni siquiera sabía cómo había llegado ahí. Estaba muy confundido y todo le daba vueltas. ¿Qué era lo que hacía ahí? Ya no estaba seguro de nada.

Comenzó a caminar por ahí en el callejón, intentando reconocer algo familiar, pero no encontraba nada, así que siguió caminando. Al final del callejón alcanzó a ver a tres chicos dirigiéndose a él y, por un momento, supuso que eran sus amigos. Al estar más cerca de ellos, se dio cuenta de que no los conocía y tenían un aspecto bastante peligroso. 

-Ey, pero yo te conozco -dijo uno alto y barbón -Eres la mascota de Emilio Marcos.

- ¿Qué? -respondió otro regordete - ¿Emilio Marcos el de la uni?

-Sí, ya sabes el que siempre trae a las chicas detrás de él. -el alto barbón se acercó al pequeño para mirarlo bien -Me han hablado mucho de ti, pero neta, me pregunto qué tienes que traes bien embobado al chico Marcos.

-Creo que está muy pedo -dijo otro de los chicos. -Se ve lindo para ser hombre...

-Será un hombre, pero...mira esa cinturita -decía otro chico alto y delgado.

Mi persona especialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora