el camino al hospital fue largo y silencioso, claro, si ignoramos los pequeños mordiscos que le pegaba el pequeño gustabo a la magdalena que el mayor le había comprado para mantenerle entretenido y en silencio por el resto del camino.
aquel adorable ojiazul tenía las mejillas abultadas, intentando comer lo más rápido posible, como si en cualquier momento el alimento desaparecería.
¿cuánto tiempo llevaba sin consumir alimento ese pequeño? conway le dedicaba una mirada preocupada, de nuevo sintiendo esa presión en el pecho al notar los ojitos brillositos del pequeño con cada mordisco.
“—come más despacio, capullo, o te atragantaras” murmuró suavemente mientras despeinaba esos rubios cabellos, intentando contener una sonrisa de ternura.
pero, ¿que quería que hiciera gustabo? el niño tan solo pensaba en que si no comía todo, no sabía en qué momento volvería a probar alimento.
el menor se encontraba en el asiento del copiloto en la patrulla, con un cinturón demasiado grande para su delgado cuerpo.
fue tan solo cuestión de tiempo para que llegaran al hospital de la ciudad, el azabache salió rápidamente del vehículo, para después tomar en brazos al menor y finalmente llevarlo al gran edificio que se alzaba frente suyo.
los ojitos de gustabo miraban con curiosidad absolutamente todo, nunca había visto un lugar tan limpio y con tanta gente tranquila, era raro.
Jack dejó en el suelo al niño, mientras buscaba con la mirada a algún doctor que pudiera darle un chequeo al pequeño y también que le pudiera informar que proseguía con ese huérfano.
pero al parecer nadie le había dicho que lo peor que puedes hacer es dejar a un curioso niño de noventa centímetros sin atención... aún más si hablamos del bastante inquieto y travieso gustabin; oh conway, mientras te encontrabas tan ocupado hablando con aquel enfermero, creo que olvidaste lo más importante.
“—señor, pero calmece que no es necesario gritar...”
Jack soltó un golpe contra el escritorio, mirándolo enojado, si, la paciencia no era su fuerte. “—primero que nada, yo grito si se me sale de los cojones y segundo ¿¡COMO QUIEREN QUE NO GRITE SI NO SON CAPACES DE ATENDER A UN NIÑO PEQUEÑO?!” señaló...a la nada.
“—pero señor ¿cuál niño?”
los ojos del mayor se abrieron con sorpresa, buscando por todas partes al pequeño demonio que se había escapado.
y mientras tanto, en las aventuras del lindo rubiecito...
Gustabo miraba todo a su alrededor con brillantes ojos, la emoción de conocer un lugar desconocido y tan diferente ¡era tan divertido! sus piernitas de movían con rapidez por los pasillos mientras entre sus manitas seguía media magdalena, dejando pequeñas migajitas por dónde se moviera.
si somos honestos, la imagen era tan adorable que causaba que enfermeros, recidentes y médicos voltearan sus miradas hacia el, con curiosidad y algo de pena al ver las pobres condiciones en las que se encontraba.
pero unas largas piernas se cruzaron en su camino, deteniendo su agradable exploración y chocando contra el individuo.
“—¡oh! ¿que haces aquí solo, pequeñín?” el alto desconocido le miraba con atención, analizando su condición...fueron menos de cinco segundos para que inmediatamente le levantara en brazos y le llevara a su consultorio.“— ay pequeño...” suspiró con tristeza, pidiéndole permiso para checarlo.
Gustabo le miraba en silencio, sintiéndose algo intimidado por el hombre ¡tenía una calavera en su cara! la verdad, daba algo de miedo, por lo que sin dudarlo intentó huir, evidentemente sin éxito.
“—ey, tranquilo niño” sonrió con parsimonia, demostrando una amabilidad enorme“— tan solo quiero ayudarte, soy el doctor Claudio y suelo ayudar a niños como tú...¿me dejas ayudarte?”
los ojos zafiro le miraron con desconfianza, analizando la habitación pensando en donde huir...hasta que vió una paleta de cereza en un bote.
“—¡dulces!” extendió sus manitas hacia el objeto, relajando su posición y olvidando completamente la situación que ahora se llevaba acabo.
sin embargo, ni rápido ni perezoso el doctor aprovechó la situación, tomando la paleta y extendiendosela “—te la doy si me dejas ayudarte”
si, el sabía cómo ganarse a los pequeños.
“—¿me está diciendo que perdió a su hijo de cuatro años?” la enfermera a cargo parpadeó sorprendida, mirando al estresado hombre que le observaba con irritación.“— no es mi hijo, yo solo lo estaba cuidando...¡y no lo perdí! el se escapó.”
“—señor, creo que usted está algo equivocado, es imposible que el niño se haya perdido en el hospi-” la señorita fue interrumpida por un infantil grito de alegría y risas.
“—¡dack!” creo que el azabache nunca había escuchado su nombre tan deformado por la pronunciación del niño.
el doctor muerte, también conocido como Claudio, uno de los mejores pediatras de la zona se iba acercando con un pequeño en brazos y unas hojas en la otra; el niño traía varias curitas y vendas de distintos colores por todo el largo de su cuerpo y rostro, y una paleta a medio comer en la boca.
“—¡gustabo!” exclamó el superintendente, sintiendo el alma volver al cuerpo al ver al niño sano y salvo, no lo tuvo que pensar demasiado y por poco le arrebataba al médico el pobre niño, el cual tranquilo, se dejaba llevar.
¿porque no desconfiaba? fácil, ambos le habían dado comida, ¿quién desconfiaba de la comida? nadie.
“—uh, señor...¿usted es el padre del niño?”— murmuró algo incómodo Claudio, acomodando los estudios que con anterioridad le había sacado al niño.
para dr. muerte no era raro que hiciera ese tipo de cosas a un niño desconocido, era una especie de caridad que a veces se podía permitir, el ver la sonrisa de los niños simplemente era la mejor moneda con la que le podían pagar.
Jack, ante la pregunta negó con la cabeza sin pronunciar palabra, aún analizando el estado del chiquillo.
“—bueno, pues usted parece conocerlo, por lo que los estudios sacados le serán entregados a usted hasta contactar con algún familiar del niño ¿esta de acuerdo? espero que si. Le empiezo a comentar, el pequeño sufre de desnutrición, anemia, falta de vitaminas además de demasiados golpes... necesitará tratamiento urgente, temo decirle.”
pero conway no parecía reaccionar, ¿ese pequeño tenía tantos males? ¿tanto había pasado? los ojitos azules del pequeño niño le miraron con alegría mientras sacaba de su boca la paleta y se la ofrecía, un gesto bastante adorable que terminó de derretir el helado corazón del oficial.
miró con decisión al médico, que observaba expectante “—quiero adoptarlo, ¿que es necesario?”
oh si gustabin, una nueva vida te espera.
© softhugss.
ahora sí se viene lo bueno sjsjjs.
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➤ little thing . spain rp ೆ ̖́‧
Fanfiction❝donde el super intendente conway es el hombre más intimidante de la ciudad...con una muy pequeña debilidad. ❞ ♡spain rp au! ♡no me centraré demasiado en los shipps, es una historia soft de padre e hijo. ♡quizá ligero gustacio. 22 | 08 | 20. © soft...