c. 001

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la noche simplemente no era la mejor de todas, llovía como si de un diluvio se tratase, las calles estaban completamente vacías y las tiendas ya cerradas desde hace varias horas -aunque esto último tenía sentido, los santos no era específicamente la ciudad más segura por las noches-

joder, definitivamente tenía una maravillosa suerte, pensaba Jack conway, el superintendente tenía que hacer su guardia por la noche, y aunque anhelara simplemente quedarse fumando hasta tarde en la comodidad de su hogar, en su adorada cama ortopédica y un buen vaso de whisky a su lado, tenía un deber con la ciudad.

ciudad repleta de escoria, como el solía pensar desde que se le fue arrebatada su familia con crueldad, pero eso lo hablaremos en otro momento.

aquel azabache seguía caminando por las calles, había recibido una llamada en la comisaría de alguien informando que al parecer estaban urgando en su basura (si, había gente que llamaba quejándose por ese tipo de estupideces) ¿porque había atendido? sencillo, estaba hasta los cojones de estar en su oficina, cualquier excusa parecía más interesante que estar entre esas cuatro paredes.

sus ojos grises vagaban con desinterés por los contenedores, alumbrando suavemente con la linterna que poseía e intentando distinguir algo mínimamente relevante por ahí.

nada, absolutamente nada.

bufó con aburrimiento, seguramente se trataba de la imaginación de aquel hombre que le llamó o tal vez había sido un animal hambriento.

Estaba dispuesto a retirase de nuevo a la comisaría, hasta que un suave ruido activó su atención... era como un animal herido, pequeños gemidos de dolor junto con un llanto parecido al de un pequeño niño. sus sentidos inmediatamente se pusieron alerta, sacando por mera precaución su teaser y moviendo las bolsas de dónde salían aquellos sonidos.

la lámpara por poco y cae al suelo ante la sorpresa que se llevó el superintendente...un par de redondos ojitos azul hielo repletos de lágrimas le miraban fijamente, una cara aniñada con raspaduras en su rostro y más de un moretón en su pequeño cuerpo apenas cubierto por grandes y desgastadas ropas... ¿quién había sido causante de tal crueldad?

Jack sintió por un segundo su corazón parase, esos ojos, joder, reflejaban miedo profundo y un dolor que le hacía oprimir el pecho.

¿daniel? pensó con preocupación el mayor, esos zafiros tristes le recordaron inmediatamente a los de su fallecido hijo, el cual tenía los mismos ojos que su adorada Julia.

Con cuidado dejó el arma en el piso, sin separar la mirada del pequeño niño de aparentemente unos cuatro o cinco años, posando sus rodillas en el suelo para quedar a la misma altura del rubio. “—hola niño...” su voz sonó mucho más suave que de costumbre “—¿y tus padres? ¿estás perdido? un niño no debería de estar en las calles a esta hora ¿estás bien?” empezó a hablar bajo la atenta mirada de el pequeño, el cual negó con suavidad, aún el miedo palpable en su ser.

“—¿tienes padres?” el pequeño volvió a negar, lo único que recordaba era el como aquellos señores que le pegaban constantemente le habían ido a aventar a la basura, dejándolo a su suerte, completamente solo.

conway sintió la pena e ira embargar su ser, imaginándose la situación al ver las lagrimitas desbordar de la cara del ojiazul, con cuidado acercó una mano al niño, intentando sacarlo del contenedor y llevarlo a alguna otra parte ¿a dónde? ni la menor idea, seguro lo llevaría a algún hospital y los de seguridad social se encargarían de el.

sin embargo lo único que recibió fue una gran mordida en su mano, para luego ver al menor tapándose su carita esperando algún golpe.

“—JODer” intentó contener el grito, no quería espantar al niño “—mira niño, déjame sacarte de ahí, seguro no te gusta estar en la basura ¿verdad?” miró como bajaba sus manitas, mirando con ojos curiosos al mayor ¿acaso no le iba a pegar?

“—me llamó Jack Conway, soy el superintendente de esta ciudad, si me dejas ayudarte te prometo que estarás a salvo” la voz fuerte y segura del azabache extrañamente le hizo sentir que podía confiar.

el rubito con lentitud extendió sus brazos, haciendo que el mayor le tomase en brazos con suavidad, siendo arrullado delicadamente, como si se fuese a romper en cualquier momento; y es que podía sentir las pequeñas costillas marcadas del nene, era definitivo que no se había alimentado bien, su pequeño tamaño lo demostraba además de su extrema delgadez.

“—gudstabo” su manita se colocó en su pecho “—gustabo con b” y sonrió, mostrando sus dientecitos y ventanitas por la falta de algunos de estos.

conway le sostuvo con firmeza, empezando a caminar a la patrulla mientras asentía con seriedad, esos adorables ojos habían logrado derretir aquella capa de hielo que su corazón había formado a su alrededor...

y eso le asustaba.

© softhugss

bue, esto no tiene nada de comedia, pero esperen que ya se viene lo bueno. ¡gracias por leer!

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