Hermione corría desesperadamente por el pasillo. Las lágrimas amenazaban con salir y lo hicieron. La misma imagen se repetía en su mente, como burlándose de ella.
Harry caminaba distraídamente por los pasillos. Miraba alrededor tranquilamente, entonces vio a Hermione corriendo, no le dio mucha importancia, simplemente pensó que se le habría olvidado devolver algo a la biblioteca. No pensó en ningún momento que estuviera mal. Hasta que se chocaron.
Ninguno de los dos cayó pero Hermione se escurrió lentamente hasta llegar al suelo quedando de rodillas. A Harry se le clavaron mil puñales al verla llorar.
—Mione... ¿qué ha pasado? —preguntó el ojiverde preocupado.
La chica no respondió. Sollozaba descontroladamente recordando la imagen de Ron besando a otra chica. No tenía fuerzas para levantarse, no quería levantarse o volvería a caer.
Los brazos protectores de Harry la envolvieron de forma cálida. Siguió sollozando en silencio hasta que su mejor amigo la agarró y la ayudó a llegar a su habitación.
Los siguientes días fueron monótonos para Hermione. Dolor, furia y la autoestima por los suelos. Lo único que la animaba era la visita de Harry por la tarde. Su amigo compraba chucherías y se las llevaba a Mione, las compartían y reían juntos.
Hermione no lo notaba, pero el lazo entre ella y Harry se estaba estrechando tanto que decidió perder el miedo y contarle a Harry lo que la traía tan triste en estos momentos.
El ojiverde llegó después de terminar sus deberes a la habitación de su mejor amiga, Hermione. No sabía que la pasaba, pero le preocupaba mucho. Abrió la puerta de la habitación y levantó una bolsa con chocolate y golosinas.
Hermione sonrió sin demasiadas ganas. Harry y ella se sentaron en la cama. Uno enfrente del otro. La castaña suspiró temblorosamente y habló:
—Harry, te debo una explicación.
—No hace falta Hermione, no tienes porqué contármelo —dijo su amigo.
—Sí, sí hace falta Harry. Tiene que ver con Ron... yo... le vi besuqueandose con una chica y esa chica obviamente no era yo... —confesó la castaña.
Harry se levantó furioso.
—¡Maldito Weasley! Hermione... se lo haré pagar, nadie le hace eso a mi mejor ami...
El ojiverde se vio interrunpido por los labios de Hermione sellando los suyos en un tierno beso. Se relajó y la correspondió, para sorpresa de Hermione. Se separaron.
—Oh... woah... —Harry no sabía que decir.
Hermione bajó la cabeza avergonzada. Sin embargo Harry salió de su estupor y levantó su barbilla.
—Siempre te he amado.
—Y yo.
Y eso no es nada más que el comienzo de un nuevo capítulo en la vida de ambos chicos.