21. El cómo del qué

267 42 9
                                    


De forma muy simplista, podemos decir que las historias, las escenas, los capítulos... en general, los textos escritos (en este caso hablamos de textos literarios) tienen un qué y un cómo. 

El qué podría identificarse con el contenido (explítico e implícito, así que hay una multiplicidad de qués) y el cómo con la forma en que ese contenido es expresado. Sin emargo, esta separación que yo estoy haciendo no es posible de discernir del todo en la vida real, el cómo y el qué se entrelazan, se disuelven, y muchas veces se hacen indistinguibles. Son partes muy importantes del texto, partes que a veces se pueden separar y que en ciertos aspectos están totalmente juntas ¿Por qué sucede esto? Pues porque la forma en que se dicen las cosas influye en la misma cosa que se dice.

Muchos autores desprecian una de esas dos partes y eso hace que su cómo y su qué estén despegados, separados, como piezas de puzzle que no encajan, lo cual le resta mucho a la experiencia de la lectura. Por ejemplo, hay personas que opinian que mientras tengan una buena historia que contar, los medios para contarla no importan (no importa si los párrafos son largos o cortos, si uso esta o aquella palabra, si uso más o menos vocabulario...) y otras que creen que mientras escriban de una forma estétita (luciendo una prosa llena de frases enrevesadas y palabras rimbombantes y altisonantes para dejar al lector, que ni sabe qué está pasando, boquiabierto) no importa cual sea el contenido de sus escritos.

Yo considero que es un error despreciar tanto el contenido como la forma del texto, un libro (una obra artística, en general) no es únicamente una forma de decir algo en que los medios empleados (las palabras que usamos) son solo una forma de expresión arbitraria e irrelevante, pero del mismo modo, tampoco son un espacio únicamente para hace alarde de nuestra habilidad linguística. Una cosa tiene que ir de la mano de la otra hasta que contenido y forma de fundan de manera que no puedas distinguirlos apenas, tienes que decir las cosas de cierto modo en que si las dijeses de otro modo, en que si cambiases una palabra, punto o coma, el contenido perdería algo (un significado, un tono, un matiz...). Las palabras en las que encerramos nuestra historia cambian la forma del contenido, le dan unas connotaciones u otras y, sobretodo, conforman parte de su significado.

Como este tema es algo abstracto y yo siempre aprendo mejor con ejemplos, podré uno. A continuación voy a escribir tres fragmentos que se supone que son la misma escena, en dos de ellos priorizare uno de los dos elementos (forma o contenido), descuidando el otro, en tercera trataré de unificarlos de forma coherente:

1. En estos momentos me cuesta respirar, me llevo las manos al cuello por ese motivo y me caigo al suelo al marearme. Busco ayuda, pero no veo demasiado bien y además no puedo gritar por culpa del ahogo, también intento levantarme, pero noto pesadez y no puedo, al final todo se pone negro.

2. El ansiado aire no entra en mis esponjosos pulmones por mucho que me esmero en inhalarlo expandiendo las aletas de mi nariz respingona, por ello, llevo mis delgados dedos de uñas esmaltadas a mi cuello y lo rodeo con delizadeza. No obstante, de poco sirven mis esfuerzos y caigo al bruñido suelo por culpa de que el mundo gira a mi alrededor como un tiovivo. Hago a mis ojos escudriñar mis alrededores en una misión por hallar alguien que pueda socorrerme, pero mis órbes apenas pueden distinguir nada en este mundo emborronado, también hago un intento de ponerme en pie de nuevo, pero alzarme es una tarea vana debido a que noto sobre mi un gran peso cuya gravedad me devuelve al piso y, al final, todo se tiñe de una completa negrura azabache.

3. Tomo aire y siento mis pulmones vacíos, como si se perdiese en el camino, angustiado, llevo mis manos al cuello, en búsqueda de la soga que me roba el aliento. Nada. Palpo, queriendo liberarme de esto, pero pronto noto algo en mi cara. Frio. Dureza. Dolor. Creo que estoy en el suelo. Todo es una mancha emborronada de colores que viran a mi alrededor, no comprendo. Quiero levantarme. Frío otra vez. La punzada de dolor llega unos segundos tarde, como si mi cuerpo fuese a colapsar. Algo me empuja de nuevo al suelo. Ayuda. Que alguien me ayude. ¿Donde están los colores que danzan? Todo se está poniendo... negro.

Consejos para escribirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora