TREINTA Y SIETE

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Corro más rápido de lo que pensé que podría. A través del laberinto del palacio de hielo y los túneles donde la tripulación de Chris aún duerme. Corro hasta que ni siquiera parece que corro, sino que parezco avanzar como si flotara. Como si volara. Nado a través del laberinto como lo hacía en el océano. Corro hasta que huelo el agua y veo la luz al final del camino.

Christopher me dejó vivir, pero fue un pequeño acto de misericordia que desaparecerá en la batalla venidera. ¿Lo hizo porque sabía que no importaba? ¿Porque quería que viera a mi madre morir primero? No quiero aferrarme a la idea de que sea por algo más, pero no puedo evitarlo. Jugueteo con la posibilidad de que la traición de mi identidad no anule el vínculo que se ha construido entre nosotros.

Cuando dejó caer su espada, había un gesto de fatiga al respecto que no puedo encontrar las palabras en ningún idioma para describirlo. La idea de que él no me quiere muerto es imposible, pero me aferro a ella con más desesperación de lo que jamás me he aferrado a nada en mi despiadada vida. Me besó, después de todo. Acarició mi mejilla con tanta delicadeza y presionó sus labios contra los míos de tal manera que lanzó fuego a través de mí, derritiendo cualquier parte de la montaña que se hubiera adherido a mi piel.

Cosas como ésas no pueden ser olvidadas, del mismo modo que no pueden ser deshechas.

Me libero del palacio de hielo y agarro los remos de uno de los pequeños botes. Alcanzo la otra orilla de la gran fosa sin aliento y aprieto el collar de caracola en mi mano. Los gruesos surcos se presionan contra mi palma mientras me debato sobre la elección que tengo por delante. Chris pensará que puede usar el ojo para matar a mi madre y a todas las sirenas y tritones del océano. Arriesgará su vida, creyendo que tiene un arma, cuando en realidad esa arma es inútil en sus manos.

Con mi sangre cubriéndolo, el ojo no puede tener otro amo.

Hubo muchas cosas que la Reina del Mar me contó sobre el ojo de Keto, pero la que recuerdo con más claridad es ésta: quien sea que libere el ojo se convertirá en su amo. No le mentí a él cuando le dije que se necesitaba sangre, pero no era necesario que fuera sangre de mi especie. Si él hubiera cortado su mano sobre las aguas, el Segundo Ojo de Keto habría sido suyo. Le habría dado los mismos poderes que el tridente de mi madre le ha dado a ella. Así fue como las familias originales planearon que los humanos derrotarían a la Reina del Mar: una batalla de magia justa.

Meto el collar de caracola marina en la fosa de la misma manera que lo hice en Eidýllio, sólo que esta vez me concentro en la imagen de mi madre. La convoco en mi mente, tan fuerte para que mi llamada traspase una montaña entera y se extienda a través de los mares. Al principio, no estoy segura de que funcione, pero luego el agua comienza a burbujear y, a mi alrededor, el hielo que se esparce por la fosa se derrite.

Arde como un fuego invisible y una ráfaga de agua brota. El negro fluye como sombras que se derraman en la luz. Oigo un zumbido familiar y luego, inconfundible, su risa.

Desde el abismo, aparece mi madre.

Sigue siendo hermosa, como lo son todos nuestros gobernantes, y horripilante de una manera que sólo ella ha logrado ser. Sus ojos queman los míos y sus largos dedos acarician su tridente como si fuera una mascota. Todo el poder en el mundo al alcance de su mano, listo para doblegar a los mares y sus monstruos a su antojo.

Por alguna razón, ahora se ve tan extraña.

La Reina del Mar sonríe con sangre fresca en los dientes.

—¿Tienes algo que decir? —pregunta.

Echo un vistazo hacia atrás, al palacio, esperando que Christopher salga disparado en cualquier momento, pero la entrada se mantiene despejada y el agua tranquila, y la Reina del Mar simplemente espera.

mar adentro 「chanlix」 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora