CUARENTA

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Casi me había olvidado de mi fuerza, de mi velocidad, pero cuando me lanzo al agua, surge de regreso a través de mí. Lanzo un aullido como cazador bajo la superficie, y el frío borbotea en mi garganta y corta a través de mis agallas. Puede que no sea el océano, pero es suficiente. Agua tan salvaje como yo.

Christopher está mirando cuando salgo. Hay tanto escrito en su rostro y tanta prisa en mí que parece que no puedo descifrar una emoción de la siguiente, o decidir qué le pertenece a él y qué a mí. Verlo ahora es como mirarlo con ojos nuevos.

Él es más brillante, más vivo. Sus ojos reflejan cada destello del sol y su piel no es menos que el oro bruñido de su tierra. Cada centímetro de él es un contraste, la luz y la oscuridad se mezclan y se vuelven una hasta que apenas puedo pensar en mirar hacia otro lado.

Pongo mis brazos contra la nieve y lo miro como un cazador.

—Tráeme su corazón —dice la Reina del Mar.

Su orden sisea a través del viento, y cuando aparto mi mirada de él, veo los dedos de mi madre apretados sobre el tridente, donde su porción de los ojos de Keto espera para reunirse con su hermana. Puedo escucharlo ahora. El llamado de las dos mitades que se ciernen tan cerca la una de la otra. Es demasiado firme para ser una canción y demasiado salvaje para ser un toque de tambor. Un latido del corazón, más bien. Golpeteando sin piedad en mis oídos, mientras las manchas de mi sangre cubren una y las manchas del abrigo mágico de mi madre la otra.

—Tómalo —la Reina del Mar sisea en nuestra lengua asesina. Hay una nota de desesperación en su voz, nacida del hecho de que cree que él liberó el ojo de su escondite. Teme lo que sucederá si él intenta utilizar el ojo en su contra y si su magia domina la del tridente que ha utilizado para esclavizar a los de nuestra especie en la masacre.

Puede que Chris no lo sepa, pero justo ahora la Reina del Mar cree que él es su igual.

Doblo el cuello hacia un lado y extiendo una mano para invitarlo a que venga hacia mí. Sus ojos se contraen, pero él no se acerca, y yo sonreiría si no creyera que el gesto podría romper mi rostro recién grabado en piedra. En su lugar, echo mi cabeza hacia atrás y respiro en el viento, dejando que mi cabello se agite en el frío viento invernal.

Detrás de mí, tritones y sirenas comienzan a coro.

Sus melodías se extienden y se apoderan de los humanos. Delicados estribillos que hacen que la tripulación se balancee en donde están parados, perdiendo toda sensación de peligro. Las amenazas se convierten en sueños y los miedos en un recuerdo que se desvanece, hasta que sus corazones comienzan a latir al ritmo del aria mortífera.

—Es hermoso —dice Seungmin, con el cuerpo relajado.

Christopher mira a su tripulación encantada perderse en la melodía del ejército de la Reina del Mar, desconcertado por su cambio repentino. Cuando se vuelve para mirarme, su mandíbula palpita, y esa mirada casi convierte ese cuerpo de agua imposiblemente descongelado en un glaciar.

Sonrío, separo mis labios y dejo que la música siga.

Al sonido de mi voz, Chris camina hacia delante, y cuando llevo mi zumbido al canto, él cae de rodillas frente a mí. Todavía tiene un plan para cada letra que sigue en el abecedario y, aunque interpreta el papel lo suficientemente bien, puedo sentir su corazón acelerándose en cada latido. Sus movimientos son demasiado rígidos. Demasiado preparados. Y puedo ver el fuego salvaje ardiendo en sus ojos.

Él no ha sido afectado por la canción.

Aprieta el Cristal de Keto como si fuera su salvavidas. En lo que a él respecta, esta nueva inmunidad se debe a la pequeña pieza de mi diosa que se esconde en su palma. Sonrío ante eso, porque él de entre todas las personas debería saberlo mejor. Debería saber que debe creer más en los mitos y los cuentos de hadas.

mar adentro 「chanlix」 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora