El ex de mi novia (Five Shot)☑️

🌻

Julián Solo

Hey, ha salido el nuevo documental sobre los reptiles hoy ¿lo vemos juntos? 

Miro con una mueca el nuevo mensaje de Julián y volteo seguido hacia la pila de tareas que tenía por hacer.

Tú: 

No puedo, tengo tarea. Toma una almohada y abrazala pensando que te he honrado con mi maravillosa presencia.

Dejo el móvil y continuo resolviendo mis ecuaciones mientras mordisqueo la punta de mi bolígrafo hasta que derrepente la pantalla  se ilumina mostrando el último mensaje recibido. 

Julián Solo: 

Te dejaré jugar con mi dragón barbudo. 

Bufo. 

— ¿Para qué querría yo...? —

las palabras se cortan en mi boca al ver su nuevo mensaje. 

Julián Solo: 

Es lo más cercano a un cocodrilo que estarás. 

*** 

— Hola. Pasa —

saluda Julián, abriendo su puerta y dejándome entrar

— si que viniste. 

Me saco el abrigo y lo tiro sobre uno de sus sofás, analizando con un poco de descaro cada una de las cosas que poseia hasta que veo la colección de figuras de Star Wars colocadas en un estante pulcramente. Me río. 

— Tetthys no exageraba, si que tienes colección de figuras. 

Despeina su cabello mientras ríe por lo bajo. 

— Ni qué decirte, soy un poco friki. 

— Un poco —

repito con burla, viendo que también tenía las películas en VCR y las historietas

— Un...Poco. 

Me pellizca el brazo en son de juego y suelto una carcajada mientras subo rápidamente por las escaleras, la cual suponía que llegaban a algún lado. Abro la primera puerta muerto de risa y victoriosamente doy con su habitación, en la cual repentinamente no quería entrar al ver en su jaula a una pitón verde retorcida en una rama. 

— Vamos, entra —

alienta detrás de mí. 

Suelto una risa nerviosa y niego, dando media vuelta. 

— No, No, No, no voy a entrar ahí junto a esas cosas. 

Julián suelta otra carcajada, abriendo sus brazos para impedirme escapar y empujandome hacia adentro. 

— Pero si es un amor, ahi tranquilita en su jaulita. Entra. 

Rechino los dientes viendo de reojo a la serpiente. Tampoco quería quedar como un cobarde frente a él. 

Entro con mucha precaución, las serpientes no eran de mis reptiles favoritos y no quería tener a una de ellas enrollada en mi cuello asfixiándome. Veo como primera impresión que la habitación era bastante espaciosa y sólo poseía un balcón al lado de la cama por la cual entraba luz natural, sin embargo en una esquina había ramas secas y rollizas que iban del suelo al techo. Frunzo el ceño. 

— ¿Para qué es la rama? —

inquiero.

— Para que las serpientes trepen.