Capítulo 21

246 17 0
                                    

¿Podría haber existido en el mundo una manera más fantástica para despertarse? Estaba absolutamente segura de que no era así, es más, habría apostado mi vida por ello. Pues, a pesar de estar cansada y sentir constantemente ese peso extra sobre mi cuerpo, creía ciegamente que no había nada más maravilloso que sentir los fuertes brazos de Thomas abrazándome por la espalda en aquella cama. Por cursi y patético que sonara, me sentía querida y protegida. Dos cosas que parecía haber olvidado sentir a esas alturas de mi vida.

No obstante, mis sentimientos de tranquilidad y felicidad se vieron opacados en cuanto recordé que, esa misma tarde, mi adorado rubio tendría que regresar a Londres. Sonreí con amargura. Vaya que lo iba a extrañar, me iba a hacer falta su presencia.

Saliendo de mi universo perfecto e imaginario, traté de escabullirme en sus brazos sigilosamente, rompiendo nuestra unión y poniéndome de pie con extrema delicadeza, solo para no despertarlo. Sin embargo, aquello fue completamente inevitable, ya que en cuanto tuve mis dos pies fuera de la cama, pude sentirlo revolverse entre las sábanas blancas, al tiempo en que soltaba un sonoro, escandaloso y exagerado bostezo que anunciaba que había despertado.

Una sonrisa en mi rostro se dibujó cuando me encontré con Thomas sentado en medio de la cama, vistiendo con su boxer negro y la camiseta blanca que había llevado el día anterior, el cabello despeinado y los ojos extremadamente somnolientos. Me devolvió la torpe sonrisa antes de ponerse de pie y acercárseme. Me encantaba ver su rostro de recién despertado, en él quedaba totalmente bien.

Sus manos se posicionaron en mis caderas atrayéndome hacia él. Era extraño que me hiciese sentir tan liviana como una pluma cuando no lo era.

-Buenos días- saludó, con su ronca voz, observándome con sus profundos ojos. Antes de que pudiese responder a su saludo, dijo-: Mierda, realmente no quiero irme.

-Tampoco quiero que te vayas -confesé, tímidamente-, aunque tienes que hacerlo -añadí.

-Lo sé, tienes razón en eso -acordó, con un deje de fastidio en la oración, abrazándome.

Sentí el olor de su delicioso perfume inundando mi nariz. Dios, si seguía así terminaría derritiéndome como si fuese un helado.

-Hey, sé que no será la manera más romántica de decirlo y todo eso... Pero... Eh... -bajó la vista, nervioso, distanciándose levemente. Sus manos se habían retirado de mi cuerpo y ahora una de ellas recorría su nuca con desosiego, como tratando de relajarse a sí mismo. Aquellos gestos tan solo lograron interesarme más en lo que tenía que decirme. Si se había puesto así, debía ser por algo importante

-¿Pero...? -repetí, tratando de no sonar muy impaciente, incitándolo a que continuara hablando.

-Bah, a la mierda -se dijo, para luego tomar mi rostro entre sus manos con suavidad. Inhaló y exhaló aire una última vez antes de retomar el habla-. Aly, lo único que sé en esta vida es que eres la más grandiosa chica que he conocido, que reencontrarnos ha sido probablemente lo más maravilloso que me ha podido pasar, que te amo demasiado como para dejar esto pasar, que eres perfecta para mí.

Abrí los ojos de sobremanera, sorprendida por sus declaraciones. ¿Me amaba?, ¿Y había dicho que era perfecta? Tuve que contener la más amplia de las sonrisas ante sus palabras. Definitivamente él no tenía idea de lo que significaba para mí que me dijera eso, especialmente si provenía de su parte.

"Perfecta".

Sí, Thomas acababa de decir que me amaba y yo tan solo podía escuchar la palabra perfecta haciendo eco en mis oídos.

-Me tienes como un maldito quinceañero, te lo juro, y tú lo sabes -advirtió, observándome significativamente. Tuve que soltar una carcajada frente a sus palabras-. ¡Hey! -exclamó, ante mi risa.

Hasta El Límite. (TBS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora