『 𝕱𝖎𝖛𝖊 』

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Corrió, era su única oportunidad de salir viva de allí. Oía los pasos de aquel lobo corriendo hacia ella y eso solo hizo que corriera más rápido. Alzó la vista hasta la luna llena que había sobre ella. Tropezó con un tronco hueco y seco en el suelo, SoYun Lin se apoyó sobre sus manos y sacudió su cabeza intentando recuperarse por aquella caída, escuchó el aullar del lobo y templó por completo.

Tomando impulso, se levantó y volvió a correr, miraba sobre su hombro y solo veía aquellos puntos rojos en la oscuridad que lo perseguían. Ella solo había ido al bosque para conseguir un poco de leña y también a revisar que el ganado estuviera bien en la noche. Pero nunca contó con la presencia de un enorme lobo rojo, era algo tan inusual tratándose de Arendelle.

SoYun Lin no tenía la menor idea de lo que estaba sucediendo, no sabía por qué la perseguía a ella. Solo sabía que debía seguir corriendo o no tendría la oportunidad de contar lo que acababa de ver.

La azabache siguió corriendo, sin mirar hacia atrás ni pensar en nada. Solo corría, rápido y más rápido, lo que sus piernas lograban darle. Miró, por última vez, aquel destello rojo.

Escuchó un segundo aullido y trago pesado mientras se escondía detrás de un árbol. Se cubrió la boca con su mano mientras intentaba calmarse sin hacer ruido, lo que menos quería era que aquello lo encontrara. Pero, tal era su deseo, que no logró cumplirse. El sonido de aquella criatura acercándose y estando cerca de ella fue un empujón para que SoYun huyera de allí, sin esperar, se impulsó para huir lejos, rogando que lo que fuera aquello no la siguiera. Sucedió lo contrario, si lo hizo.

La chica siguió corriendo, intentando buscar donde esconderse hasta estar a salvo y, por eso, decidió ocultarse debajo de un ronco viejo cubierto de musgo. Tratando de regular su respiración, SoYun se asomó un poco al no oír nada, solo el tranquilo sonido de la naturaleza. Debía pensar positivo, había perdido al lobo. Eso quería creer.

La calma que sintió fue arrebatada, cuando la criatura se encontró con ella. Frente a frente. SoYun sintió miedo, como si con solo ver sus ojos rojos cual sangre, le arrebatara toda su vida. La chica azabache gritó tan fuerte pudo, siendo callado por el aullar de lobo. Lo vio alzar su pata delantera, cortando su pecho con aquellas afiladas garras. Ella grito, sintiendo un terrible dolor y el calor de su sangre escurriéndole por el torso. Seguido de sentir los dientes de la bestia clavándose en su yugular, desgarrándola por completo y concluyendo con su vida.  

Lo último que SoYun pudo apreciar fueron aquellos iris color rojo.

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Anna se levantó cuando el sol dio contra su rostro, cubriendo sus ojos, se sentó. Sintió el fresco aire silvestre de aquel lugar como también sintió aquel aroma que tan bien conocía: sangre. Se sorprendió al verse completamente desnuda en medio de aquel enorme bosque, pero terminó cubriéndose la nariz al sentir un olor tan nauseabundo. Giró una poco la cabeza y chilló al ver un cuerpo completamente desgarrado a metros de ella.

Sus manos estaban cubiertas de sangre seca al igual que sus labios, tenía un extraño sabor en la boca que no tardó en deducir lo que era.

Anna trago pesado, corriendo hacia el cuerpo para tratar de descubrir quien era, pero tanto su rostro como torso estaban destrozados. Su estómago se revolvió al ver su torso abierto, dejándola ver algunos de sus órganos totalmente destruidos. Había unas pocas partes de estos a unos metros del cuerpo y algunos la llevaron hacia el lugar en donde despertó. La pelirroja tensó su mandíbula, caminando hacia atrás mientras sentía sus manos temblar y su respiración volverse más pesada.

Si lo que pensaba era cierto, ella misma le había quitado la vida a esa pobre alma que no reconocía por el daño. La pregunta estaba en cómo y por qué lo hizo. Trataba de recordar algo, apenas tenia algunos vagos recuerdos de ella en el castillo y luego ver a Kristoff. Lo demás parecía haberse borrado de su cabeza.

Simplemente corrió lejos de allí, sin interesarle estar con o sin ropa. No podía permanecer más tiempo de aquel cuerpo, el olor o estaba mareando y causándole náuseas. Corrió hasta que su cuerpo le exigió detenerse y apoyarse en un árbol. Su pecho dolía, al igual
que sus piernas y le costaba tanto respirar.

– ¿Anna?

Anna alzó la vista, logrando distinguir a Honeymaren junto a un reno. La pelirroja apenas logró suspirar el nombre de la Northuldra antes de caer directo al suelo.

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– ¡Ha ocurrido una catástrofe!

– ¿Qué pudo hacer este acto de maldad?

– ¡Mi pobre SoYun!

Elsa se encontraba delante de varios habitantes de Arendelle, algunos de veían molestos, otros aterrados y los más cercanos a la joven estaban destrozados.

Había llegado con Kristoff en la mañana, verificando que todo el personal del castillo estuviera bien y sintiéndose aliviados al verlos cumpliendo sus labores. Kai se acerco a ellos, preguntando por el paradero de Anna. Nadie sabía dónde estaba la reina.

Y Elsa debió hacerse cargo de todo en la ausencia de la pelirroja, especialmente cuando llegó el padre de SoYun cargando un cuerpo cubierto por una manta blanca junto a varios arendellianos. Wael, el periodista de Arendelle, se encontraba entre ellos con sus dedos manchados de tinta.

– ¡Reina Elsa! – exclamó el hombre.– ¿Y la reina Anna?

– Ella se encuentra indispuesta – contestó Kristoff.– Elsa estará a cargo.

– ¡La Reina debería hacerse cargo de esta catástrofe! – chilló el hombre, apretando la pluma.– ¡Exigimos a su-

– Anna no se encuentra en condiciones – lo interrumpió Elsa.– Estoy a cargo y daré alguna solución al problema, ¿De acuerdo? Si no le convence, puede retirarse y escribir lo que sucedió en su periódico o quedarse a escuchar.

Wael trago pesado, dando un paso hacia atrás y quedándose en una esquina mientras escribía lo que sucedía. Elsa hizo un gesto para que el hombre se acercara a dejar el cuerpo en el suelo y descubriendo su brazo.

– SoYun tenía esta marca, es ella alteza. ¡Mi pequeña! – sollozó sobre el hombro de Ada Díaz.

– Princesa, ¿Que criatura pudo haber causado esta atrocidad? – cuestionó Tuva Díaz, esposa de Ada.

Kai se acercó a Kristoff, susurrándole algo que lo hizo correr fuera del Gran Salón, dejando sola a la albina con aquel problema.

– ¡Debieron ser los Northuldra! – chilló Wael.

– Arendelle y el pueblo Northuldra están en armonía – corrigió el quinto espíritu.– Y por favor ahórrese el mencionar a los espíritus, ellos no harían algo así – agregó Elsa al verlo estar a punto de replicarle. Su barbilla se alzó, sonriéndole con diversión al ver como el periodista bufaba. Volvió a mirar el brazo saliente, acercándose y descubriendo un poco más para ver las heridas.– Fue un animal.

– ¿Pero cuál? ¿Un lobo? ¡Jah! Solo pueden verse en el bosque y-

– Wael, voy a pedir amablemente que se retire si seguirá hablando idioteces – gruñó la guardiana.

El hombre sacudió la cabeza un poco, anotando algo y mirando el suelo mientras a Elsa seguía tratando de conectar los puntos al asunto.

Podría tratarse de Anna, no supo nada de la pelirroja luego de haber huido y no escucharon nada el resto de la noche. Si su pareja fue la culpable, el reino no tardaría en poner cartas en el asunto y querrían justicia.

– ¡Elsa, ven ahora!

La voz de Kristoff la sacó de sus pensamientos, disculpándose con los arendellianos y corriendo hacia la galería de arte donde se encontró con Honeymaren. La Northuldra dio un paso hacia atrás, dejándola ver a la pelirroja recostada en el sofá. Se veía cansada y tenía un poco de tierra en partes del rostro, estaba cubierta por una manta.

– La encontré en la mañana... desnuda – le susurró la castaña.– Le di algo de ropa, pero no ha despertado luego de eso. Temo que algo pudo suceder.

– También lo temo.

𝐖𝐨𝐥𝐯𝐞𝐬 | ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora