『 𝕾𝖎𝖝 』

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Elsa tenía miedo.

El quintó espíritu estaba aterrado de lo que pudo pasarle a la reina y lo que la misma pudo haber hecho durante la noche. No quería admitir que estaba aquella posibilidad de que Anna fuera la culpable de la muerte de SoYun y la piel de Elsa se erizaba de solo pensar que podría ser verdad. No quería, detestaría escucharla confesar lo que hizo y que ella tuviera que hacer algo al respecto. Arendelle podría colgar a Anna y ella no podría hacer nada al respecto. Tenía una larga discusión interna, pensando en todas las alternativas que podía encontrar y olvidando a los demás a su alrededor. Ni siquiera estaba pensando cuando decidió cargar a su novia para llevársela a la habitación y encerrarse allí, en silencio, escuchando solo el tranquilo respirar de Anna.

– Que nadie moleste – pidió Elsa una vez que cruzo la puerta de la alcoba y cerró la puerta con el pie. Luego podría hablar más tranquila con los visitantes y responder las preguntas de Wael, ahora solo quería cuidar a la pelirroja.

Dejo a Anna sobre la cama con el mayor cuidado del mundo, quitándole la mata que la cubría y fue en busca de un paño mojado para quitarle la tierra del rostro. Se enfocó tanto en limpiar aquel lugar qué pasó de largo la sangre en su cuello y manos, ni siquiera se inmutó al ver algún rastro en su pecho. La escuchó suspirar cuando sus dedos acariciaron su cabello, sintiendo su corazón latir más rápido. Anna aún provocaba esas cosas en ella y no quería perderlo.

– ¿Anna? – susurró con voz suave, su mano acarició con calma la pecosa mejilla de su pareja – ¿Puedes oírme?

– Si – respondió con voz rasposa y la albina dejó escapar un suspiro – ¿Qué pasó?

– Honeymaren te encontró en el bosque... estabas...

– Había un cuerpo – interrumpió Anna, se intento sentar, pero un fuerte mareo la obligó a desistir –. Mierda...

– Descansa, por favor – rogó Elsa besando su frente –. Hazlo por mi, ¿si?

– Pero el reino, no pue-

– Estará bien, me estoy encargando – le aseguró peinando el flequillo ajeno –. Tú solo concéntrate en recuperarte.

Anna asintió aún con los ojos cerrados, su cabeza daba vueltas y, por alguna razón, no dejaban de repetirse las imágenes de aquel cuerpo destrozado. Sintió el peso de Elsa a su lado, se había aferrado a su torso y reposó su cabeza en su hombro. Podía escucharla tararear una suave canción de cuna que conocía bien, sabía que Iduna se la cantaba a su novia y ahora ella lo estaba haciendo para ayudarla a dormir un poco, quizás era lo único que necesitaba.

Quería estar ahí con ella para siempre, escuchar a Elsa suspirar cada tanto o sentir como se removía en sueños. Anna rogaba que nada las interrumpiera, pero Kristoff lo hizo y una extraña sensación de rabia la invadió, algo dentro de ella le pedía a gritos destrozar la cabeza del rubio contra el suelo y verlo sufrir de forma lenta. Se quejó apenas sintió a Elsa levantarse, prometiendo regresar pronto y la dejó sola, otra vez. ¿Acaso creían que ella no vio como ambos se metieron en el establo con las manos juntas? ¿Pensaban que era tonta?

Se levantó sin importarle el mareo ni el dolor en todo su cuerpo, tampoco le prestó atención a los pedidos de Kai sobre que debería descansar. No, Anna tenía que ver a Elsa y matar a Kristoff. Gruño cuando escuchó sus voces resonando en el pasillo, estaban en su oficina, en la oficina donde ella debería estar también. Podía distinguir el susurro de Elsa, algo le decía al rubio que le decía que no pasaría nada. ¿Que estaban tramando? Anna no lo pensó mucho, solo pateó la puerta con la mandíbula tensa y los ojos furiosos enfocados en ambos rubios.

– ¡Anna! Deberías estar descansando – riñó el quinto espíritu –. Vamos, te llevaré a la cama y-

– ¿Para qué? – gruñó – ¿Para que después te puedas acostar con Kristoff? No se hagan los desentendidos, los veo. ¡Tengo ojos en todos lados! Los vi meterse al establo y desde el-

𝐖𝐨𝐥𝐯𝐞𝐬 | ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora