Capítulo 4

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Parte 1


En algún punto de la ciudad, se encontraban Ireth y Aiko, el lugar era un pequeño campo abierto dentro un conjunto de frondosos árboles, que era iluminado por tenues faroles ubicados en los contornos y algunas bancas en los alrededores. Parecía más una zona de relajo para visitar por la gente de la ciudad.

Sobre la tierra, yacía dibujado algo que parecía ser un círculo mágico de unos dos metros de diámetro.

– Listo, lo único que se necesita para poder localizar a alguien es utilizar cualquier objeto que contenga parte de la esencia de la persona. Y de esos objetos solo tenemos la espada de Hana, así que la traeré de vuelta.

Después de dar esa breve explicación, Ireth, aún fuera del círculo mágico, cerró los ojos, unió a la altura de sus pechos las yemas de los dedos de ambas manos formando una especie de triángulo.

Hubo unos instantes de silencio, ante la atenta mirada de Aiko, una brisa comenzó a rodear el cuerpo de la joven y seguido a ello pronunció unas palabras en lenguaje élfico.

– Edo euq em arg ot artseun dadied et nerdo bilrare.

En cuanto terminó de recitar estas palabras, comenzó a separar sus manos mientras en medio de estas se empezaba a materializar la espada de Hana.

Una vez terminado el proceso de materialización, Ireth dejó su postura y tomó el arma.

– ¿Ahora qué sigue? – preguntó Aiko.

– Ya está, ahora solo tengo que tomar del arma un poco de la esencia de Hana.

– ¿Cómo esencia?

– Te explico, todo objeto, posesión de alguna persona, siempre tendrá rastros de la esencia de aquella, por más mínimo que sea. Siempre que tenga la esencia de alguna persona, la podré localizar en el lugar donde se encuentre.

– ¡Eso es fantástico! – se mostraba emocionada la pequeña niña de coletas.

Casi al mismo instante en que esto sucedía, Alexei y Hana aparecieron en la ciudad gracias al hechizo que el mago había usado antes en la mansión.

– Muy bien, aquí estamos – dijo el joven.

– Increíble, un hechizo de transporte – refirió Hana viendo a su alrededor.

Por su parte el hechizo de Ireth había comenzado, con la espada de Hana puesta en el suelo, dentro del círculo mágico, y ella estirando un brazo con la palma extendida y apuntando el arma, recitó unas palabras en lenguaje élfico. El círculo mágico se activó ante el asombro de Aiko, y luego de unos segundos el hechizó se acabó.

– ¿Eh? – reaccionó la joven elfo.

– ¿Qué sucede?

– Hana... está aquí.

Al instante Aiko comenzó a buscar por los alrededores con la vista. Ireth también hacía lo mismo, y luego de unos segundos más, vieron a la joven de cabellos lila aparecer acompañada de Alexei.

– ¡Onee-chan! – de inmediato Aiko corrió al encuentro de Hana.

Cuando llegó la abrazó como un niño abrazaría a su peluche, haciendo que tanto ella como Alexei se detuvieran. Ireth también llego caminando hasta ellos y con la espada de Hana en sus manos.

– No me imaginaba que estuviesen aquí – dijo Ireth.

– Bueno, no estábamos aquí, lo cierto es que llegamos hace casi nada – respondió Hana.

Astra Vol. 03Donde viven las historias. Descúbrelo ahora