Parte 1
En el vestíbulo militar, parte del fortín, Milo se encontraba de pie y escoltado por dos guardias a los que había dejado encargados el hombre que custodiaba la entrada principal. Tenía en frente, además, un grupo de por lo menos veinte soldados formados detrás de un sujeto al que Milo conocía, era el mismo que haciéndose pasar por mago callejero había desaparecido a Aiko en Efibe.
– Te estábamos esperando – dijo el sujeto con la misma desagradable sonrisa.
Mientras esto pasaba, la paloma había dado la vuelta por el edificio tratando de encontrar un lugar desde el cual poder ver el interior y había conseguido dar con una pequeña ventana desde donde podía observar todo con claridad.
– ¡Ahí está! – exclamó Hana, desde su habitación.
Ahora Hana, a través de los ojos de Ireth, estaba presenciando lo que sucedía con Milo.
– Vamos a acabar con esto de una vez... ¿Dónde está la enana? – Milo se dirigió con esta pregunta al sujeto que tenía en frente.
– No seas impaciente, el general quiere hablar contigo – el sujeto extendió el brazo hacia delante con la palma de la mano viendo hacia el techo.
Al instante, una esfera de cristal apareció sobre su mano, y esta, al mismo tiempo hizo una proyección visual en la parte superior, a la vista de todos. En esta, hizo su aparición Dobre, luciendo un impecable atuendo negro, del tipo armadura ligera. La proyección solo mostraba al general de medio cuerpo.
– Finalmente das la cara, mocoso estúpido – fue lo primero que dijo Dobre mostrando una sonrisa oscura –, ¿pensabas acaso que tu insolencia la pasaría por alto? Te voy a mostrar lo que realmente significa faltarme el respeto delante de la gente. Ahora vas a sent...
– ¿Dónde está la enana? – preguntó una vez más Milo, interrumpiendo a Dobre.
– ¡¡Oye!! ¡¿Cómo te atreves a interrumpir al general?! – exclamó el sujeto que tenía la esfera en la mano.
– Jajajaja – comenzó a reír Dobre –... tienes agallas, mocoso. De acuerdo, ¿la quieres ver? Pues aquí está.
Dobre se hizo a un lado dejando ver en la proyección a Aiko, que se encontraba apoyada en una pared, con los brazos levantados, juntos y atados, siendo sostenidos por una especie de gancho metálico incrustado en la pared. Se encontraba inconsciente, tenía además una mordaza en la boca para impedirle hablar y un pañuelo que le cubría los ojos. Y justo al costado de ella se encontraba un sujeto de gran tamaño y con una musculatura exagerada, con la cabeza rapada y el torso desnudo, en el que traía el tatuaje de un fénix negro cubriendo su piel por completo.
– Por ahora la pusimos a dormir, mientras no opongas ningún tipo de resistencia, te aseguro que no le va a pasar nada – refirió Dobre volviendo a aparecer en la proyección – ¿Ahora estás satisfecho?
Después de haber comprobado que Aiko se encontraba bien, Milo centró su atención en el general.
– ¿Qué es lo que buscas con todo esto?
– Hace dos días atrás – comenzó a hablar Dobre – encontramos el cuerpo de uno de los participantes del torneo que patrociné y en el que tú y tu amiguita participaron. ¿Sabes lo que eso significa?
– No.
Mientras se daba la conversación entre Dobre y Milo, la paloma seguía en aquella ventana, observando, pero al igual que Hana, no podían oír nada de la conversación.
– Tch... no entiendo lo que está pasando. ¿Con quién está hablando? – decía Hana.
– Ustedes lo mataron – dijo Dobre, acusando a Milo de la muerte de aquella persona –, y ahora son criminales que merecen castigo.