V

615 53 8
                                    




Sobre Bodas de sangre:

Bodas de sangre es una obra de Federico García Lorca, donde se muestra una tragedia dramática sobre la boda de la novia y el novio. Donde Leonardo, amante de la novia, decide escapar el día de la boda con su amada. Esto hace que el novio vaya en su búsqueda. Durante el trayecto intervienen la muerte y la luna; sin embargo, el novio consigue alcanzarlos y se enfrentan ambos por la novia, donde ninguno sobrevive. En el último cuadro aparece la novia, junto a la madre del novio, en el funeral de ambos hombres.


***


Mi teléfono marcaba las tres de la tarde, una hora donde no hay ruido absoluto por el calor presente fuera de las casas. Me encontraba mas allá de los terrenos de la familia, me perdía entre el camino y las maravillosas plantas o ángulos que encontraba. No sé en que momento llegué a un tipo bosque, empecé a registrar el lugar encontrando un camino. Al seguirlo escuché - ¡Huye! Es justo que yo aquí muera – cuando me acerqué lo suficiente, dejando caer mi cámara para que colgara en mi cuello, vi a Amelia de un lado a otro con unos papeles en mano – con los pies dentro del agua, espinas en la cabeza. Y que me lloren las hojas, mujer perdida y doncella. – hizo una pausa y aproveché para aplaudir. Al verme se sobresaltó un poco. – ¡Luisita! Que susto ¿Qué haces aquí? – Se acercó hasta donde yo me encontraba.

- Pues estaba haciendo fotos – levanté un poco la cámara – y terminé aquí – reí y recién me fijé el lugar. El pasto medio seco de los caminos ya no existía, todo tenía más vida.

- Luisita Gómez, te presento mi lugar favorito del pueblo – caminó hasta ponerse a mi lado.

- Que bonito todo – me fascinaba aquel lugar, no estaba lleno de árboles, pero si lo suficiente para hacer un lugar privado del resto del pueblo.

- Más al fondo hay un pequeño lago – señaló recto, dando a entender el camino a ese lago.

- ¿Qué estabas haciendo? – No quería interrumpir su espacio, su tiempo; pero si quería saber sobre ella.

- Estaba repasando unas líneas para mañana – levantó las hojas de papel. - Me cuesta un poco el primer cuadro del tercer acto. 

- Mi cámara esta por apagarse y no se regresar – me sinceré. – Si quieres puedo ayudarte – ofrecí con la esperanza de acercarme más a ella.

- ¿De verdad? – me miró agrandando sus ojos – Por favor Luisita, me ayudarías bastante. Gracias.

Estábamos por terminar de ensayar el cuadro que le costaba. Leía las estrofas de Leonardo, mientras ella recitaba las de la novia.

L: Cállate. Ya suben.

A: ¡Vete!

L: Silencio. Que no nos sientan. Tú delante. ¡Vamos, digo!

A: ¡Los dos juntos!

L: ¡Como quieras! Si nos separan, será porque esté muerto.

A: Y yo muerta.

Aplaudí con el guion en mano – ¡Amelia, que por fin te lo has aprendido como la tabla de multiplicar!

- Y todo gracias a ti, que sin ayuda me hubiera aprendido más las de Leonardo que las mías propias.

- No agradezcas que era lo mínimo que podía hacer. Por cierto, que no paro de admirar este lugar.

- ¿Vamos para el rancho y te cuento cómo lo encontré?

-Vale, me parece bien – empezamos a caminar, bueno yo la seguía.

- Llegué hace cinco años y me presentaron a Max, el caballo con el que siempre me ves – la vergüenza de que me pillara viéndola se había esfumado, pues los siguientes días la saludaba desde la ventana moviendo la mano en cuanto terminaba de asear al caballo y volteaba a verme en la ventana. – Ese día me monté en él y fui directo a explorar el pueblo. Llegué aquí como tú, sin darme cuenta. Pero gracias a Max, pudimos regresar. Me aprendí el camino y se convirtió en mi rincón – se sinceró.

ARREBOL // [LUIMELIA] 🌙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora