Capítulo 2: La destrucción de un futuro

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Con 18 años y con algo de dinero ahorrado, me permití ver si realmente podría ingresar a una universidad pública comencé a pensar un poco en mi futuro, por otro lado, mi madre poco a poco iba recuperando su frágil salud. No tenía ningún interés en particular en alguna carrera ya que hasta ese momento solo había tenido trabajos de medio tiempo, en los cuales solo requerías agudeza física y algo de viveza mental, así que cuando llené mi formulario, lo único que vino a mi mente fue medicina. Ni bien terminé la ficha de inscripción decidí prepararme para el examen, que era a finales de mes, compré libros usados y recurrí a la biblioteca, cada vez era más agotador, las horas que dormía eran aún menos, el estudio y el trabajo son 2 cosas muy difíciles de mezclar, pero de una u otra forma avanzaba, tenía un objetivo, un futuro, con la recuperación de mi madre podría olvidar el pasado y mirar hacia adelante.

Fue a mitad de mes que pasé por una tienda de joyería, en esta había un pequeño brazalete, me dio cierta nostalgia, ya que un vago recuerdo de mi madre sonriendo me animó a llevármelo, lo compré y se lo regalé, vi una pequeña sonrisa y sus ojos se inundaron en recuerdos, hace muchos años que no usaba joyería, no desde que mi padre había muerto, así que fue algo sorpresivo en ella, pero valió la pena verla feliz, aunque sea por unos segundos, el transcurso de la siguiente mitad del mes llegué tarde a casa, pero siempre encontraba comida hecha, cada vez mi madre se recuperaba más y más, quizás en un año , ya no necesitaría de mis cuidados, empezaría a estudiar medicina, y el pasado que tantos nos atormentó se acabaría. El día del examen salí temprano de mi casa, al cruzar una calle a un par de cuadras vi a un hombre, se me hizo sumamente familiar, como si ya lo hubiera visto antes, cruzó muy rápido, apenas pude verle el rostro y al voltear vi un tatuaje, que ya había visto antes. 

Seguí mi camino, en mi examen no hubo problema alguno a pesar de los tantos que habíamos ido, todo ese esfuerzo no había sido en vano, en el camino de regreso no podía dejar de pensar en ese hombre, ¿Dónde lo había visto antes?, ¿Quién era?, lo recordé de repente de forma muy vaga, mi corazón empezó a latir muy rápido, empecé a sudar, y entré en pánico, lo había visto en la muerte de Azai, pero lo que me aterrorizaba, ¡iba en dirección exacta al departamento donde se encontraba mi madre¡, no recuerdo muy bien lo que pasó, corrí y corrí como si mi vida dependiera de ello, no era mi vida, pero era la de una persona importante en la mía, las ideas, los posibles sucesos no paraban de aparecer en mi cabeza, y eso hacía que corriera más y más rápido. Llegué casi de noche a mi casa, todo estaba oscuro, y el ladrido de perros se escuchaba a lo lejos, era realmente molesto, y hacía que mis nervios aumentaran, abrí la puerta lentamente, no había rastros de que hubiera sido forzada, entré despacio, no había ninguna luz prendida, rezaba en mi mente porque solo estuviera dormida, seguí avanzando por la casa, hasta que en una parte de la sala vi un bulto tirado.

Prendí la luz, tan solo eran unas sábanas, mi corazón se detuvo por un instante, busqué por toda la casa y no la encontré, mi preocupación aumentaba, era imposible que hubiera salido, prendí las luces de la casa y con toda probabilidad en mi contra salí a buscarla, ya pasado la media noche regresé a mi casa, con frío, y realmente confundido, no sabía cómo aceptar la realidad. No dormí, y a primera hora fui a la estación de policía, denuncié la desaparición, ya habían pasado más de veinticuatro horas que la no la había visto, por lo tanto, mi denuncia tenía fundamento.

Salí de la comisaría con un gramo de esperanza, tenía sueño y estaba cansado, así que me dirigí al departamento, abrí la puerta de este y en la sala encontré un pequeño paquete, me pareció extraño, no lo había visto antes, decidí abrirlo y de este saqué el brazalete de mi madre con rastros de sangre, me puse en blanco, no podía dejar de mirar el brazalete, me tumbé al suelo y no paré de llorar, hasta quedarme dormido, desperté un par de horas después, aún tenía el brazalete en mi mano, lo deje en la mesa. Al levantarme me di cuenta que en el paquete había una carta, tenía impresa en cera, como una carta antigua el símbolo de una serpiente formando un ocho con su cuerpo, al abrirla me encontré el siguiente mensaje:

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