III

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Daenerys

Tengo algunos días viviendo en Asshai

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Tengo algunos días viviendo en Asshai. Muchos me conocían como la madre de dragones, quien devolvió la magia al mundo.

La que regreso de la muerte.

Al parecer un nuevo título, la mayoría de habitantes son sigilosos y apartados. Pero sus voces son tan fuertes como las de cualquier pueblo.

Drogon parece cómodo, aún cuando la creencia es que cualquier ser vivo a esta ciudad pierde su vida.

Pero sentirme viva, jamás iba a volver a sentirme así. Mis dos hijos no van a volver, mi pueblo no va a volver, Missandei, Jorah y Ser Barristan no pueden volver de la muerte.

Pero desearía que lo hicieran.

Aún no duermo, lo que pasó en Kingslanding me persigue todas las noches. Jamás quise hacer lo que hice, jamás quise ser la reina de las cenizas.

La reina loca.

Ahora solo soy la sombra de mi padre, Aerys II Targaryen conocido como el rey loco.

El sonido de apresurados pasos me saca de mis pensamientos. La única que entra a mis aposentos es la sacerdotisa roja, quien aún no me habla de mi destino.

- Majestad, lamento interrumpirla pero traigo malas noticias - La pelirroja me brinda una reverencia, aunque no se si soy capaz de soportar más malas noticias

- ¿Qué noticias lady Kinvara? - Me volteó, la expresión de la sacerdotisa me preocupa

- La ciudad de Astapor ha sido asediada por los maestros esclavistas, desean reclamar la Bahía de dragones de vuelta majestad - Un nudo se forma en mi garganta, todos aquellos a quienes libere están siendo encadenados

Justo como Missandei.

- No voy a permitir que esto pase de nuevo, Kinvara. Partire a lomos de Drogon directamente a Astapor y reclamare la ciudad a mi mando - La servidora de R'hllor duda un poco antes de hablar

- Majestad, sus ejércitos no están y solo tiene a Drogon aún - Aún ¿A qué se refiere con aún?

- Los esclavistas recibirán fuego y sangre si desean encadenar de nuevo al pueblo libre. Iré donde los amos y les recordaré que no pueden interceder en mis órdenes - Jamás dudaré en defender a quienes fueron mi pueblo, aún con el miedo de perder el control en mis hombros

- Como ordené, majestad pero debemos hablar sobre su tarea en Westeros - Ese maldito continente

- Tuve suficiente de ese continente y en lo que me convirtió, mi prioridad es el pueblo desprotegido de la bahía de Dragones - El pueblo que está en manos de Daario Naharis, si se atrevió a traicionar mi palabra sabe de lo que soy capaz

- Una joven sirvienta del R'hllor ayudará a prepararla y yo la encontraré en Meeren cuando retome la ciudad, majestad

- Tu volaras conmigo, Kinvara. Eres la única persona en la que puedo confiar - La sacerdotisa me brinda una reverencia antes de salir de la habitación

La pequeña servidora del templo entra con mis ropas en mano. Botas de cuero y un vestido azul como el que solía usar cuando llegue por primera vez a las ciudades esclavistas con unos simples pantalones de montar me lleva de vuelta años atrás.

Ser Barristan y Jorah me acompañaban, me protegían. Apenas lograba liberar a Missandei y a los inmaculados.

- Majestad ¿Puedo trenzar su cabello? - la pequeña criatura peina mis platinos cabellos, recordandome que aún no tengo el orgullo de portar trenzas

Perdí mis batallas.

- Solos hazme dos trenzas, pequeña - Una por mi hijo, una por mi resurrección

Me observo en el espejo, parezco la Daenerys de hace cinco años. Pero no puedo ser la misma, jamás volveré a sentirme igual.

Sin más salgo del templo encontrando a Drogon a sus puertas. Kinvara aguarda con cierta preocupación en su rostro.

- Probablemente sea un día de vuelo su majestad ¿Está segura de hacerlo?

- No dudaré en ayudar a mi pueblo, deberes sostenerte fuerte Drogon vuela más rápido de lo que crees - Mi hijo tiene su cuerpo ayudándonos a subir

Kinvara apenas logra sujetarse, tal vez podrá domar sombras pero domar un dragón es cosa distinta.

Mi hijo no ha parado aún cuando el atardecer se asoma junto al puerto de Astapor.

Tranquilamente descendemos dejando a la sacerdotisa en las afueras de la ciudad en el lado norte.

- Entra en la ciudad y moviliza a tantos seguidores de R'hllor como puedas. Avisa que los esclavistas serán atacados y que todos se protejan - No quiero cometer los mismos errores que cometí antes

Alzamos vuelo para aterrizar directamente en la plaza del orgullo, rodeada de soldados esclavistas que tiemblan al verme a lomos de Drogon.

¡ES UNA SOMBRA! ¡UN FANTASMA!

Los gritos de los paralizados soldados quienes sabían de mi muerte y los jóvenes que jamás habían visto un dragón llenaron la plaza.

- ¡No soy un fantasma soy Daenerys de la tormenta de la casa Targaryen! ¡Solo tienen dos opciones! ¡Retirense y vuelvan a casa o mueran al servicio de los amos! - Dragon gruñe mostrando sus dientes y usando su cuerpo para cubrirme de cualquier ataque

Los soldados no dudan al ver el enorme dragón, aún más grande que la última ves que estuvo en Essos. Sus espadas caen al suelo y decido perdonar sus vidas, siguen siendo esclavos para los amos.

Uno de los esclavistas se atreve a desafiarme, tirando un lanza a mi dirección que Drogon esquiva a la perfección.

Sin la necesidad de alzar vuelo el pueblo está resguardado y solo los esclavistas siguen en pie, rodeandome.

Dracarys.

Una simple orden para que Drogon incinere al esclavista que trató de matarme. Aquellos quienes seguían ahí huyeron junto a sus amos quienes creían que la ciudad estaba desprotegida.

Los antiguos esclavos salen de sus hogares, la plaza del orgullo está rodeada de centenares quienes me observan como si de un milagro se tratase.

- ¡Daenerys de la tormenta ha regresado! ¡Nuestro señor la trajo de vuelta con un propósito! - Un sacerdote rojo grita en la multitud

- ¡Yo Daenerys de la tormenta, la última Targaryen en el mundo juré protegerlos y ese juramento prevalecerá! ¡Recuperare mis ejércitos y cualquiera que los lastime recibirá fuego y sangre! - Los gritos de la multitud me hacen sentir por un momento que no soy un monstruo

Varios hombres y mujeres caminan sin miedo hacia a mi, el pueblo los llama syz azantys.

Los buenos caballeros.

Hombres y mujeres que pelearon defendiendo a su pueblo, aún sin preparación militar alguna.

Sin perder más el tiempo el pueblo me instala en una de las antiguas pirámides, donde ahora los esclavos no sirven nada más que para si mismo. Drogon descansa cerca, volando libre por la ciudad.

- Majestad, he recibido informes de los segundos hijos marchando hacia aquí - Apenas presto atención a las palabras de Kinvara al observar a un galante caballero ser agradecido por varios seguidores del R'hllor en las calles

- Lady Kinvara ¿Quién es ese caballero que saludan los servidores de R'hllor? No luce como un esclavo - Luce como un noble de Westeros

- El es Robb Stark, majestad de eso quería hablarle en Asshai - Robb Stark ha dicho

El supuesto hermano muerto de los traidores Stark.

|| 𝑰𝒄𝒆 𝒂𝒏𝒅 𝑭𝒊𝒓𝒆 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora