Era media noche y el último tren con destino a Boston estaba a punto de llegar, sin embargo los minutos parecían ser eternos, casi podía jurar que aquel reloj de la pared se burlaba de su desgracia.
Ahora más que nunca se lamentaba por no poder controlar el tiempo e irse cuánto antes de esa ciudad que tantos momentos dolorosos le había traído... Claro no era culpa del lugar si no de él por haber estado allí en el momento equivocado.
Sacudió la cabeza tratando de disipar todos esos pensamientos que solo sé encargaban de torturarlo.
Ya estaba cansado de fingir que todo estaba bien y simplemente dejó que su alma expresara todo lo que sentía y que había estado ocultando todos estos años, tantos secretos que con demasiada certeza sabía que acabarían con su vida tal y como la conocía, y como siempre lo habían hecho huir y empezar de nuevo, aunque siendo sinceros no importaba que tan lejos se fuera nunca podría escapar de su propia mente ni de su propia inmundicia...
Tan maldita era su suerte que ni siquiera pudo despedirse de la única persona que aún le guardaba un poco de afecto después de todo lo que había hecho.
Pero, ¿quién podría culparlo? Si después de todo no quería llevarse como recuerdo su rostro lleno de lágrimas implorandole que no se fuera, ya que en su ingenuidad ella creía que a estás alturas todo lo que había pasado tenía solución, que tonta, en el mundo real las disculpas no sirven de nada cuando ya hay muchos corazones rotos y tanta decepción.
El era como un virus que debía ser exterminado, no merecía estar vivo, sin embargo allí estaba robándole el lugar a personas más virtuosas y puras que él.
— Como siempre, tomando la salida fácil, ¿Cierto? — el giró sobre sus talones para encontrarse con aquellos ojos castaños que tanta esperanza le traían tiempo atrás
— Si esta es la fácil, jamás quiero tener el gusto de conocer la difícil— ella soltó una amarga risa que hizo eco en la solitaria estación de trenes
— Supongo que no hay nada que pueda hacer para que cambies de opinión — susurró mientras mordía su labio intentando contener las lágrimas, él simplemente respondió con un abrazo — Te prometo que volveré— ambos sabían que era mentira, pero la esperanza de volverse a ver los hacia aferrarse el uno al otro — El momento ha llegado.El tomó sus pocas pertenencias y sin mirar atrás abordó el tren mientras ella perdía la batalla contra sus sentimientos y rompía en llanto al ver que el ser al que más había amado muy a pesar de sus errores abordaba el tren para nunca volver
Durante todo el día luchó contra las ganas de hacer sus maletas y acompañar a ese ser tan atormentado pero sabía que el no querría eso probablemente se habría reído en su cara al ver su patético intento por aferrarse a lo que él le dijo que no podía ser...
Michael no quería arrastrarla a su inmundicia ni que su alma podrida contaminara la pureza de Emily.
Jamás se perdonaría el verla entre las sombras por su culpa, había cargado con tantas cosas en su conciencia que no creía sobrevivir al dolor de hechar a perder una vida que prometía tanto... Y no es que fuera su intención simplemente cargaba con una sombra que provocaba que toda la gente de su alrededor acabará lastimada o corrompida por su pecado.
Por ahora solo quedaba decir adiós... Cuánto odiaba las despedidas pero allí estaba de nuevo.
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runaway train
Teen FictionDesearía poder eliminar todo el mal que he hecho y restaurar todos los corazones rotos. Desearía dejar de contaminar todo lo que toco.