Emily

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Aquel líquido dorado ardía mientras pasaba por su garganta, Emily se preguntaba cómo es que había gente que tenía la costumbre de tomarlo regularmente, a decir verdad ya se habia arrepentido de haber entrado a ese lugar para desahogar sus penas, pensó que tendría más suerte y que tal vez algún pobre diablo trataría de cortejarla, pero ella no lucía exactamente como el tipo de chica que frecuentaba esos lugares, con suerte los hombres notaban que era mujer en primer lugar.

Pensándolo desde otra perspectiva bien pudo haberse quedado en casa comiendo helado mientras veía películas románticas y lloraba como todas las jovencitas de su edad hacían después de un rompimiento doloroso ... O tal vez una infidelidad.

Pero eso sólo le habría hecho recordar en vez de olvidar Michael odiaba las películas románticas y creía que el helado sólo debía consumirse bajo circunstancias muy felices.

Empezó a reír amargamente al notar que el alcohol igualmente le estaba haciendo recordar a aquel hombre con espeso cabello rizado y brillante sonrisa.

Pagó la cuenta y salió del bar para pedir un taxi mientras maldecía el nombre de aquel chico que le había hecho conocer el cielo para después arrebatarselo como si no hubiera significado nada en su vida.

Tomó su celular y marcó su número para decirle unas cuantas cosas.

Durante el paso de las semanas Emily había pasado por varias fases al principio solo aceptó que Michael era un ser inalcanzable y libre y por eso debía dejarlo ir después de todo no podía retenerlo contra su voluntad.

Pero ahora mismo simplemente odiaba el hecho de que haya tenido que irse y dejarla abandonada ignorando totalmente el amor que le había entregado desde el primer instante.

Quería reprocharle por todas las cosas que le ocultó y que decidió callar hasta el último momento, si tan sólo le hubiera dicho antes ella habría encontrado la manera de ayudarlo o hacer más llevadera su carga, tal vez no habría tenido que irse de esa manera de haberlo hecho.

En su actual estado Emily sólo quería estrangularlo y darle unos cuantos golpes por haberse ido de su lado.

El teléfono sonó varias veces sin respuesta alguna, llevándola directamente al buzón de voz

Después de varios intentos decidió dejarle un buzón, pero se sentía realmente estúpida ya que Michael probablemente lo borraría sin siquiera escucharlo, ella lo conocía muy bien... Pero después de todo ya no tenía nada más que perder.

— Hola, Michael... Sé que no escucharás esto... pero de verdad necesito sacarlo de mi sistema...  quiero hacerte saber que maldigo el día en que te conocí... Y que si te tuviera enfrente ya estarías muerto posiblemente... (Risas) como sea que bueno que te fuiste... También quiero confesar que ODIO El señor de los anillos,
Así es no eres el único que ocultaba cosas... Adiós.

runaway trainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora