11.

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La luna ya se encontraba en su punto más alto, la manta oscura ya había adornado los alrededores, las personas poco a poco regresaban a sus hogares y los comerciantes cerraban sus locales dando fin a su día laboral.

El hospital de Konoha se encontraba tranquilo, no había muchos pascientes que atender, y en una habitación yacía cierta peliazul que se mantenia en un sueño profundo. A unos pasos de distancia se encontraba un pelinegro mirando por la ventana a las pocas personas que transitaban por las calles cercanas, las luces de los hogares y la brisa refrescante que se colaba haciendo bailar su cabello ya largo que cubría su rinnegan. Miro sobre su hombro a la joven que aún se encontraba dormida.

-Al parecer pasaremos la noche aquí, Hime-

Volvió la vista a la ventana, el frío se estaba colando por ella al interior de la habitación, decidió cerrar la ventana, el frío para él no era ncómodo pero quería evitar que su esposa cogiera un resfriado.
Se acercó a paso lento hacia la chica dormida, tomó su mano suavemente mientras se sentaba en la silla que había sido su lugar desde la tarde de ese día.
Su mano se encontraba caliente, desprendia una calidez que él amaba y tranquilizaba.
Con la otra de sus manos jugó con un mechón de su cabello causando que el olor de lilas se desprendiera y llegará a su nariz.

-Tonta, ¿Por qué tenías que ir?.- Llevó la palma de la mano de su esposa a su mejilla de él, cerrando sus ojos disfrutando del contacto de la suave caricia que el mismo había hecho.

No se dio cuenta en que momento se quedó dormido, después de tantos días lejos de ella desde que se fue del distrito Uchiha pudo dormir sin las pesadillas ni los recuerdos que lo atormentaban cada noche. Termino con la espalda encorbada, su cabeza escondida en el cuello de su mujer inhalando el dulce aroma de ella.

Abrió los ojos lentamente encontrándose desconsertada del sitio donde estaba, se sentía cansada a pesar de tener la sensación de haber dormido un largo tiempo, al mirar las paredes que la rodeaban se dio cuenta de donde estaba "El hospital" pensó y solo entonces los recuerdos de lo sucedido la noche anterior la atacaron.

-Veo que dormiste bien- Mencionó el perruno chico.

-Solo fueron dos horas- Dijo como si fuera lo más normal. -Debemos hacer un plan- su voz se volvió sería.

Antes de poder continuar su charla una lluvia de cunais cayó sobre ellos.. Afortunadamente esquivaron cada uno de ellos. De un momento a otro ya se encontraban rodeados por los ninja que habían estado vigilando.

-Mierda-. Escucho a Kiba decir mientras se preparaba para atacar.

Miro a su alrededor cerca de 30 ninjas los tenían rodeados, su chakra no era más que de la misma intensidad que de un genin pero no importaba aún así eran demasiado.. Activo su byakugan y estudio por un momento a sus atacantes.

-Ninjas de Konoha ¡Que sorpresa!-. Habló un hombre de espalda ancha, torso descubierto y una cicatriz en su frente que quizá fue causada por un cunai, parecía ser el lider de ese ejercito.

-¡Oh!-. Exclamo con sorpresa. -¿Qué tenemos por aquí?, una Hyuga-. Inclinó su cabeza hacia un costado para poder ver mejor a la nombrada,  formando una sonrisa macabra. -Traigan sus ojos-.

-¿Qué hacemos con los otros dos?-. Pregunto un tipo flacucho, de ojos violetas y piel morena.

-Matenlos-. Ordenó.

Hinata activo su byakugan, la pelea empezó, cunais volaban de todas direcciones, poco a poco los cuerpos de los ninjas empezaron a caer al suelo. Hinata se encontraba agotada, había inmovilizado a todos los ninjas que habían intentado ir por sus ojos, por desgracia su chakra estaba por terminarse.

Mi diamante en bruto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora