Capítulo dos: "Delirio".

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Mis pensamientos siguen dispersos, como las estrellas que aún continúan brillando a pesar de acercarse el amanecer. Busco entre mis bolsillos algún cigarrillo, y cuando lo encuentro, lo saco sin tener algún encendedor cerca de mi radar. Trato de visualizar dentro de la ventanilla del auto, y cuando veo uno entre los asientos del copiloto, intento meter mi brazo por ese pequeño espacio entreabierto. Me frustra no lograrlo en el tercer intento de alcanzarlo, y siento que es más un significado emocional en mí, por el saboteo que me pongo yo mismo para ser feliz. Entonces, de la nada, escucho un carraspeo, por lo que tiendo a girarme. Lo veo a nuestro baterista con una pose de diversión, mientras juega con su llave que tiene entre sus dedos.

—Eres un bastardo, ¿lo sabías?

Lo pronuncia con tanta ironía, y no sé cuál es de todas las cosas que he hecho en esta noche. En serio, que ha sido como una caída desde el avión.

—Nadie como yo, Lee.

Soltamos risas descontroladas, mientras abre la puerta y me consigue lo que más deseo en este momento. Sin embargo, puedo notar que se mantiene quieto esperando que le contara algo. Lo conozco tan bien, pero esta vez me siento tan cansado para dar explicaciones. Puede que suene egoísta, como siempre lo he sido con todo, pero el hueco hondo que sigue en mi corazón detiene cualquier pensamiento válido.

—¿No dirás nada?

Desde adentro del auto, mantengo el silencio, mientras sigo consumiendo el cigarrillo. Él lo entiende porque se adentra a regañadientes, y me dirige una mirada de pocos amigos. Sé que es demasiado tarde, y debe pensar que al menos debería contarle, por traerle a la fuerza de su madrugada excitante con alguna groupie o su esposa, Heather Locklear.

—Deberías poner algo de tu parte, ¿no? —Suelta sin más, mientras pasa sus manos por su cabello—. Vince me llamó asustado y casi en quiebre, diciéndome que en las noticias te declaraban muerto —musita seriamente con la mirada fija hacia adelante—. Nikki, ¡eres como mi hermano! ¿No es suficiente?

—¿Suficiente de qué? —Respondo de mala gana, cuando saco la colilla de entre mis labios—. Tienes una vida perfecta como los demás, ¿no crees que deberían dejar que haga lo que sea con mi miserable existencia?

—¡Estás loco! ¡Pudiste morir! ¿No comprendes la gravedad? —lanza un golpe en seco en el centro del manubrio, provocando que la bocine suene a nuestro alrededor—. ¡Deja de ser tan hijo de puta y piensa por un momento en las personas que te queremos!

—¿Y quiénes son esas personas? —Me hago el desentendido, y con mis manos hago una señal de no tener ninguna idea—. ¡El único hijo de puta eres tú, Lee! ¡No te metas en mi vida! ¡Yo no te dije que vinieras por mí!

Él deja de verme, y sus manos nuevamente golpean el manubrio con fuerza por la misma impotencia y rabia de mis comentarios. En cambio, yo me siento entre una especie de rebeldía, porque a nadie le he importado desde que tengo memoria, y no va a venir alguien a fingir cariño. Lo único que me queda de esperanza por vivir es la heroína, porque ni sabría sobrevivir sin que ella recorra cada parte de mí. Es como si fuera el amor de mi vida, porque solo somos uno.

—¡Maldición! —gruñe. Su frente se ve fruncida, y sus ojos cerrados, como haciendo un conteo interior—. Sabes que, ¡hay muchos que te quieren, como nosotros y los fanáticos! —me vuelve a lanzar una mirada, pero esta vez se muestra más compresiva—. Hemos pasado muchas cosas, de verdad. ¡Debes parar toda esa mierda!

No vuelvo a responder, ya que mi mirada se pasa hacia la ventana del auto. Tommy lo entiende, porque coloca su mano sobre la llave y enciende el auto. Aunque, cuando más avanzamos veo en el silencio inexpresivo de su rostro, una forma de cambiar el ambiente en que nos encontramos. Sin embargo, me encuentro entre una batalla mental de lo que haría cuando esté en mi cuarto y todas las luces estén apagadas. ¿Podré hallar algún silencio? O todavía esos pensamientos me perseguirán hasta el último, como las llamadas de mi progenitora.

Dulce hogar. |Nikki Sixx, Tommy Lee|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora