Capítulo doce: "El vencedor se lo lleva todo".

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"Dicen que el amor no dura para siempre, por los dados malignos que mueven los dioses, donde uno solo es el ganador, y el otro pierde todo".

La escaza luz visible en la ventana que está entre mi habitación y la sala, me muestra que la noche se va apoderando de un día más. La fecha de ese trágico momento se acerca como si nada, y no sé si esconderme como siempre o dejar que pase sin más. El día en el hospital ha pasado tan lento en la mañana. Aun así, pude manejarlo bien.

Paso mis manos por un cuadro para acomodarlo, pero mis ojos se detienen entre la combinación de fotos de mi juventud. Tendría entre doce y catorce años, cuando me las tomaron, y todavía tenía intacto el matiz de mi cabello. Todos solían decirme que parecía un sol radiante, por lo mismo que combinaba el rubio con mi sonrisa risueña. Ahora, he cambiado todo en mí, pensando que así podría comenzar una vida... y no es así. El pasado parece una cadena que me obstaculiza para dar pasos hacia adelante, y mientras más avance, me jala hacia atrás con una fuerza increíble. Entonces, caigo tantas veces que una herida se abre, y verte un color carmesí con un dolor profundo.

La radio que me regaló mis abuelos muestra una emisora que presenta un especial de ABBA. Conozco muy bien la canción, por ese tono melancólico y triste que mi madre solía cantar, cuando vio que la separación con mi padre era inminente, luego de la muerte de David. El resultado final de tal decisión provocó que mi familia se resquebrajara más, como el corazón de mi hermana que aún era una niña.

Con el tiempo, aprendimos a ser más fuertes, porque nos llenamos de coraje y ganas de salir a adelante. Mi madre, Freia Olsson, consiguió un trabajo como corista para sesiones de grabación, en donde conoció a su nueva pareja, Jeff Lynne, quien ha sido un buen padre sustituto para mi hermana. Es increíble que lo adore, porque Agatha tiene un espíritu indomable y rebelde.

En cambio, yo... Estoy tan segura de que llevé la separación de mis padres tan a pecho. Me sentí traicionada por el hombre que me dio la vida, por un largo a tiempo, que no hizo más que alejarnos. Todo repercutió cuando debía ser sociable con los chicos, porque me volví muy torpe e insegura de mí misma.

—Sé que no fui vencedora, porque me cerré tantas puertas —susurro en modo de arrullo, ante mis fotografías antiguas—. Aun así, hemos aprendido y conseguido tantos hechos en poco tiempo, y eso me hace más que una ganadora.

Pongo el recuadro en la mesa pequeña de mi sala, y avanzo en pasos cortos hasta quedar cerca de mi sofá favorito. Me abrazo fuertemente, cierro los ojos y suelto un suspiro largo. No he vuelto a tener un momento tan profundo de introspección desde la adolescencia, por lo que provoca un toque de nostalgia con una sensación extraña, que se apodera de mi pecho.

Es momento de dejar atrás el pasado.

Es muy necesario para poder continuar.

—¿Podrán perdonarme? —Me murmuro, cuando pienso en mi madre y mi hermana—. De seguro, Agatha me ve como una desconocida, porque no pasamos tiempo juntas —muerdo suavemente mi labio inferior—. Y mi mamá, debe pensar que no me importan sus sentimientos en lo más mínimo.

Mis manos viajan por mi rostro, cuando tomo asiento y me coloco cabizbaja, con la mirada fija en mis zapatos.

—Deben creer que las expectoré de mi vida —algunas lágrimas caen por mis mejillas—, porque cambié totalmente mi apariencia, mi hogar y mi personalidad.

El sonido del timbre dispersa mis pensamientos como un clic, una salvación ante mi agobiante situación. Me acerco de a pocos, mientras mis manos tratan de borrar algún rastro de mi tristeza. Al abrir, finalmente, puedo distinguir unos ojos verdes que me miran detenidamente y con preocupación. Sin embargo, es como si aun hubiera una barrera impenetrable e imponente entre nosotros.

Dulce hogar. |Nikki Sixx, Tommy Lee|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora