Cada parte de mi cuerpo se erizaba. Un escalofrió recorría lentamente mi débil cuerpo. Realmente las palabras de mi madre me hacían retorcer y de un cierto modo me causaban pánico.
-Nos iremos de la ciudad- pronuncié, débil, con fatiga, los ojos se empezaban a nublar en un mar de lagrimas, tenia que ser egoísta o pensar en los motivos de mi madre para irse, de hecho tenia muchos. Ella me miraba con una sonrisa, mas no sabia el caos mental por el que pasaba mi ser. Maldición, no quería llorar, menos frente a ella, en un instante tome todas las fuerzas que tenia mi cuerpo para sonreír. -Esta bien, entiendo- di un paso hacia atrás y salí de la sala, las lagrimas se colaban por mis ojos, cada gota salada que corría por mi rostro quemaba mis mejillas. Me dirigí a un baño, cerré y me miré al espejo, mis parpados estaban rojos y una vena se sobresaltaba por mi frente, por qué a mi, por qué siempre a mi.
Toque con la palma de la mano el espejo, y me miré fijamente, había cambiado a pesar de ser el típico idiota que no sabe lo que quiere hacer con su vida, me veo diferente, como si quisiera luchar cada vez mas por lo que quiero, pero imponer mis deseos a los de mi madre me iba a matar, no, quizá no a tanto, pero me asfixiaría hasta ya no poder. Me duelen los chicos, me duele lo miserable que soy, me duele vivir.
Limpié mi cara con un pañuelo, era de Todoroki. Me lo dio un día en el que la gripe me estaba matando y los mocos se me salían a media clase, antes me hubiese causado gracia, pero ahora cada recuerdo, por muy vago que fuera, tenía un peso enorme en mi torpe cuerpo.
A por ello. pensé, salí del baño, la desesperación aumentaba con cada pasillo que encontraba, respira lentamente, me repetía una y otra vez, al llegar a la puerta donde encontraría mi destino o al menos el que yo creí que sería.
Empujé la puerta sin siquiera hacer ruido, me asomé y había alguien más con mi madre, yo veía que se besaban, me quedé congelado, así que respiré, y estaba a punto de entrar cuando oí.
-Lo convenciste de venirse a vivir con nosotros- "nosotros" pensé, la piel se me puso de gallina.
-Aún no sabe que estamos casados- Mierda, perdí el equilibrio, me repuse rápido, tomé aire y entré a la habitación.
-Ya no hay necesidad que te tomes la molestia de decirme- pronuncié, mi lado malvado quería golpear al tipo y escabullirme, pero podía contenerme. -Sabes que, me largo, haz con tu vida lo que te plazca, tomaré mi palabra y haré lo mismo. - sus miradas me golpeaban pero las contrarrestaba con unos ojos ardientes de desesperación. -Me largo.- Un viaje tan largo para que pasara esto. Estaba a punto de salir cuando aquel sujeto me tomó del brazo.
-Oye chico, a donde vas- a pesar de que haya sonado suave en el ambiente su mano me apretaba bastante fuerte y su ojos reflejaban un odio inconmensurable hacía mi.
-A la mierda contigo- le dije y me safé.
-Midoriya- dijo mi madre con un tono enojado.
-¿Qué?- pronuncié furioso. -Me vas a decir ahora que mi padre no murió y que este tipo...- trague saliva, sin terminar mis palabras la garganta se me cerraba, su mirada solo fue hacía abajo. Todo apuntaba a una cosa, bajé la mirada y salí.
Quería irme, escapar, quizás morirme, pero necesitaba salir de este puto infierno, subí a un autobús sin siquiera miré hacía donde iba, tal vez de alguna forma podía encontrar mis destino (si es que eso existía para alguien tan poco notable como yo), solté un suspiro, mis ojos se cerraron y me sumergí en un profundo sueño.
Al despertar estaba en un lugar que no conocía, me bajé del autobús, era un centro comercial, no había salido de la ciudad pero no sabia en que parte estaba, seguí caminando, entré y me encontré con miles de tiendas de lujo, mis ojos saltones brincaban de tienda en tienda, empecé a caminar tranquilamente entonces mientras caminaba en una esquina estaba botado un billete bien doblado, me acerque y lo recogí, mi sonrisa se alargo por mis cachetes y mis ojos se quedaron atónitos, oh dios mio.
-Es de a 100 dolares- dije casi en entre dientes, tomé el billete, no había nadie en aquel lugar, que haría, ¿devolverlo al centro comercial?, ¿quedármelo?, sabía que no estaba bien tomarlo, pero los ruidos de mi estomago delataban una cosa y la falta de ruido en mis bolsillos al caminar delataba otra.
Hice lo que creía que estaba moralmente correcto, me dirigí hacía un centro de atención, ahí estaba una chica muy bonita atendiendo, entonces me acerque.
-Oye, encontré un billete de a 100 tirado en una esquina- dije apenado.
-Genial- pronunció con cierto tono animado que me desconcertó -Chicos, tenemos un ganador- gritó hacía una cámara, en ese instante mi piel se achinó y comencé a sudar.
-Hoy es nuestro aniversario de 40 años- sonrió, mi mano tendió el billete para entregarlo pero la chica se negó. -Escondemos un billete cada dos años, es el primer billete grande que escondemos, felicidades es tuyo- me quedé con la boca abierta, llegó otro chico y me puso una coronilla, me quede boquiabierto, no podía pensar claramente, así que esbocé una sonrisa y dije: ¡Gracias me han salvado el almuerzo!- la chica sonrió y el otro chico me miró y se rió un poco.
-Espero pases un feliz día- dijeron ambos al mismo tiempo, asentí y me alejé
Comida, comida, comida.
Me rugió el estomago. Había tantos restaurantes, se me aguaba la boca, mi hambre crecía y crecía.
Caminé despacio y me encontré con un puesto de comida a la parrilla, no soporte el aroma y entré. Al primer bocado sentía pulsadas en mi lengua, la comida estaba buenísima.
Comí tanto que olvidé que había pasado un día de mierda, sin embargo, a veces la vida te recompensa sin querer por esos momentos, entonces mientras mordía pedazos de comida, tenía recuerdos de todo lo que había pasado, me quedé sin hambre de un momento a otro.
-Odio esto.
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Estrella Fugaz (TodoBakuDeku)
Fanfiction¡PRECAUCIÓN! Esta historia tiene contenido BL (boys love) y si no te gusta éste género, no creo que debas leer esta historia.