"Entonces fue cuando, detrás del luminoso ejército, vio pequeñas lineas que se asomaban en el horizonte y sono un gran cuerno tan grave como si fuera un trueno.
Naomet se alegró y reconoció enseguida el sonido que anunciaba la llegada de sus hermanos, Los Magos Ancestrales y su ejercito. Tenía que aguantar hasta que su aliado lo reforzara por detras de el ejército luminoso.
Sin titubear, corrió hacia su enemigo para acortar las distancias con el ejército que atacaria por detrás. Hacha en mano se sumergió entre la multitud de enemigos, realizando cortes mortales en forma horizontal a aquellos soldados. El aspecto de éstos era sumamente celestial, armaduras blancas como el marfil, con detalles dorados y sus espadas parecían de cristal con poca transparencia. Los rodeaban aros de luz en los brazos, su piel era palida y sus ojos destellaban como si fueran estrellas, dejando estelas de luz al moverse.
El Rey del Rio no podía creer como seres que parecían del ejército de Dios, habían desatado tal matanza a su pueblo. Por eso no dudó en eliminar a todo el que se cruzara, intentando que la muerte de sus compañeros no fuera en vano.
Llevaban la delantera, pocos hombres de Naomet habían caído y Los Magos estaban a punto de encerrar al ejército divino. Abriéndose paso corte tras corte, quedó dislumbrado al ver a un corcel blanco que emanaba fuego de sos ojos. Su jinete bajó de el y era más alto que el resto del ejército luminoso, su armadura era dorada con plumajes rojos saliendo de sus extremidades y una gran pluma roja en la punta de su yelmo. Su espada era dorada, se hacía mas gruesa en la punta y una luz naranja flameaba en sus bordes.
Una ira violenta invadió a Naomet y arremetió con furia hacia él 》Ése bastardo... casi aniquila a mi gente《 pensó furioso mientras mataba a aquellos soldados de forma mucha mas bruta que antes..."
Tremor le cerró el libro a la joven y se lo arrebató.
-¿Quien te dio permiso de urgar en mis cosas?
-Antes que nada deberías estar acostado, te estoy cuidando y como me aburría tomé uno de tus libros. Por cierto, como ahora te ayudé, ya estamos a mano por haber matado al demonio, no?
Tremor la miro con unos ojos que transmitían desgano y cansancio.
-Si gracias de nada por salvar tu patética vida. Ahora deja de revisar mis cosas.
-¿Que pasó allá? Yo recuperé la salud de inmediato y toda la aldea vio como salía un espiral de luz sobre el bosque. Cuando fuimos a buscarte estabas sólo, tirado con una marca en tu hombro- Le comentaba con preocupación la joven.
-No lo sé, quiero investigar ésto. Jamás había visto algo así- respondió Tremor mientras miraba por la ventana.
Aquel engendro se lo mencionó, el misterio al que estaba siguiendo. Miridas. Estaba en duda si era un fanático loco o realmente era alguien de esas tierras perdidas. Pero ahora le preocupaba otra cosa, lo que el mago le dijo de aquélla muchacha.
Tremor sentía un pequeño destello de magia de ella, pero no era uno con malicia si no uno neutral. Que no había despertado su poder nunca.
-Los libros... hablan de Miridas ¿Tu lo creés o son tus cuentos para dormir?- Dijo la joven interrumpiendo los pensamientos de Tremor.
-He dicho que no te incumbe, sigue con tu aburrida vida y yo seguiré mi camino.
Tremor preparó sus cosas y volvió a tomar su camino. Pero a medida que se alejaba del pueblo, su cuerpo pesaba más, se sentía mas débil y cansado. Cayó de rodillas como si alguien lo empujara con fuerza, miro de reojo al pueblo y vio como alguien se acercaba corriendo, a penas lograba ver quien era por su nublada vista. Un aldeano llegó y le rogó que volviera, la hija del alcalde había vuelto a ponerse mal.

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Linaje Radiante
FantasiTremor, un mercenario que va en busca de un gran secreto enterrado por muchos. ¿Podrá él revivirlo?