Viaje

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Aún era de noche pero el cielo en el horizonte ya empezaba a aclarar. Tremor abrió sus ojos luego de un reconfortante descanso y sin muchas vueltas empacó sus cosas y siguió su camino. El frío era abrumador y una leve brisa cortaba su rostro como si de una espada se tratase.

Ya saliendo de aquél pequeño pueblo con pocas casas, observó el llano blanco por la nieve y extenso, parecía no tener fín. Se dirigía al sur, a la capital portuaria de Coprat. Ésta vez no iba en busca de cualquier trabajo, el objetivo de éste viaje era mucho mas importante que toda la cantidad de oro que pudieran darle, pero ésto no le impedía tomar algún trabajo que surgiera en el camino. Era importante si, pero no había ningún apuro, lo que el buscaba al final de su travesía no se iba a mover, si es que dicha cosa existiera.

Estaba casi en el extremo norte asi que le esperaba un recorrido muy extenso. Caminó evitando senderos, sus años en ese trabajo le habian enseñado que nunca es bueno seguir los senderos, más cuando ibas solo. Niyirat tenía sus lugares peligrosos, como todos los demas continentes. Era un mundo donde habitaban bestias, toda clase de abominaciones, magos y personas con el corazón y mente muy retorcidos. Para él éstos últimos eran lo peor de lo peor.

Todos los cuentos y leyendas dicen que las bestias y toda cosa paranormal había surgido luego de la guerra del Año 337 de la Primera era, en el continente derruido de Miridas. Pero nada pasaba de leyendas y mitos. La mayoría creía que Miridas nunca existió, que no hubo tal guerra y afirmaban que los monstruos existían desde hace cientos de años.

Pero Tremor se excluía de esa mayoría. En sus últimos trabajos al oeste de Niyirat, en unas lugubres cavernas que datan de antaño, había encontrado libros y hasta papiros que relataban con bastante exactitud la historia de Miridas. Ahí es donde se dirigía, nunca antes en su vida había sentido tanto interés por algo así, pero algo en su interior le decía que Miridas no era un mito.

Los viejos rollos que encontró estaban en una lengua que era incomprensible, parte de su viaje también era descifrar esos rollos. Los libros parecían mas de la época y estaban en su idioma, aún que el sabía que eran antiguos por muchos términos y expresiones que se habían quedado olvidadas en el tiempo.

Ya estaba cayendo la noche y Tremor seguía en campo abierto, no parecía divisar ningún tipo de civilización. Al menos ésta noche el cielo no estaba cubiertos de nubes purpuras que anunciaran nieve. Pudo ver el hermoso cielo estrellado que le regalaba la oscuridad del campo y Las Lunas Gemelas que a duras penas iluminaban el campo, con sus tonos grises y destellos verdes. En campo abierto Tremor no podía parar, era una muerte segura debido al clima y un gran peligro tumbarse a descansar, sin ningún tipo de protección, con las cosas que merodeaban en la noche.

Decidió seguir con paso un poco más acelerado y al subir una pequeña elevación montañosa de la llanura, observó una aldea a lo lejos.

Al llegar a la aldea de Nyzak, según decía un cartel que estaba a unos metros de las primeras casas, notó que la mayoría de las cabañas tenían luces encendidas. Le resultó extraño, ya que las lunas danzaban en su cabeza, lo que indicaba que era poco más de medianoche. La primera choza que vio al parecer pertenecía a una médico. Entró a vender las hierbas y productos curativos, de procedencias natural, que encontraba en su viaje. Quería conseguir algunas monedas pero la mujer que lo atendió se negó. Estaba un poco nerviosa revolviendo algunos sacos y revisando cajones con cierta desesperación.

Tremor notó la actitud de la mujer.

-¿Sucede algo?- preguntó con una voz algo ronca.

-Han desaparecido tres personas en la aldea, una volvió muy malherida y gritaba que el mismísimo demonio los había llevado- soltó una risa con preocupación- pero estoy segura que fue algún lobo y el susto lo traumo.

Linaje RadianteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora