Universo

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Parados en los límites de Nyzak, Laiana se giró para decirle "hasta luego" a su hogar. Tremor le había sugerido llevar vestimentas que dicimularan el hecho de que sea mujer, ya que la perversión abundaba en los caminos. Ella, al notar que él era un hombre experimentado en su oficio de viajante, tomó su consejo. Llevaba botas de cuero hasta las rodillas, pantalones azules con un grueso cinturón en su cintura, una camisa blanca y holgada que disimulaban sus curvas, y una capa verde con capucha. Había cortado su cabello rojizo dando un tijeretazo donde solía hacerse una coleta, haciendo que quede lo mas desparejo posible y así sólo caían algunos cabellos por los lados. Sus ojos eran color miel y era lo único que quedaba a la vista de su rostro, ya que usaba una bufanda hasta la nariz para tapar su bello rostro.

- Tienes que saber que los viajes son duros, los caminos peligrosos y por la noche abundan muchos peligros- comentó Tremor rompiendo el silencio- Si no encontramos refugio, continuaremos caminando, dormir a campo abierto es muerte segura y más con éste clima.

- Comprendo y espero que seas paciente, es mi primera aventura.

Tremor cerró los ojos y suspiró con fuerza.

- ¿Que clase de peligros hay en los caminos?

- Todo lo horrible y amenazante que te puedas imaginar - le respondió sin quitar la mirada al frente - Y debo pedirte, por favor, que intentes no desesperarte, si entras en pánico me será mas difícil protegerte sí estás tirada en el suelo llorando y gritando.

Laiana asintió a su pedido con una ligera risa.

Tremor sabía que ésto era una mala idea, llevar a una simple aldeana acostumbrada a la vida de casa y estudios, era una carga. Pero no tenía más opciones que ésa. Ya no quería tener más acompañantes desde aquella vez... aún lo atormentaban sus recuerdos de hace tiempo. Se había acostumbrado a la soledad, a no tener que preocuparse por nadie, no le preocupaba morir despedazado por alguna bestia que se encontrara en su camino, pero muy dentro de él había un sentimiento que no le dejaba entregarse a la muerte.

Caminaron todo lo que quedaba de día y al caer la noche continuaron al no hallar refugio. Laiana ya estaba exhausta, en cambio, Tremor ya estaba curtido en su oficio caminando días y noches de un lado a otro. El sabía que su camino hasta Torre Azul sería mucho mas largo por la velocidad de su acompañante, sólo tardaría una semana pero ahora calculaba que serían unos días más.

Después de una noche lenta y tranquila, al subir el amanecer, Tremor vio unas ruinas de lo que parecía ser una atalaya. Haciendo un gesto con la cabeza, le indicó a Laiana su próximo destino. La joven ya no daba para más, sus ojos se caían y sus pasos eran tambaleantes. El mercenario decidió tomarla en brazos y llevarla a descansar allí.

Una vez en la atalaya, inspeccionó el lugar y descartó peligros. Laiana se recosto y Tremor le dio su capa para cubrirse. Se sentó en la única entrada para hacer guardia y tomó el libro de su bolso. Leyó lo poco que anteriormente Laiana revisó y prosiguió la lectura.

"Naomet llego hasta donde se encontraba aquél radiante caballero, después de abrirse paso entre decenas de soldados. Aquel gigante giró la cabeza luego de que Naomet le gritara, alzó su espada apuntandola hacia el rey y disparó un rayo de luz que hizo volar a Naomet varios metroa. El Rey del Río, con sus ojos inyectados en sangre, se levantó con furia, corrió hacia el gigante y su hacha chocó con su espada. Arremetió una y otra vez contra el caballero, pero este frenaba y eludia sus golpes con facilidad. Cargó su hacha con ambas manos y lanzó un poderoso ataque en vertical, el caballero lo detuvo pero Naomet se agachó y pateo uno de sus pies, derrumbando al gigante. Con un giro intentó acertar un golpe mortal en el abdomen pero su gigante enemigo se impulsó hacia atras y Naomet clavó su hacha en el suelo. Enseguida se levantó, tomó su espada con sus dos manos y se acercó con furia al rey, éste lo esquivó haciéndose a un lado. Ahora estaba desarmado, su fuerte ataque hizo que su hacha quedara hundida en el suelo. El caballero caminó lento hacia Naomet, lo tomó del cuello y lo arrojó con furia al suelo. Quedó tendido en el suelo, su cansancio ya era extremo y ahora su cuerpo estaba destrozado.

Linaje RadianteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora