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Aterrizó con suavidad cerca de la gran fuente que se situaba al frente del castillo. La tarde se hacía presente cuando llegó luego de su arduo viaje por todo un continente. Hadita lo acompañaba, como siempre, a su lado revoloteando y maravillándose con la magnífica vista que tenía Arendelle a esa hora, con los rayos del sol iluminando los árboles cerva y el cielo de un bello color anaranjado claro que poco a poco se iría oscurecièndose a medida que la noche llegaba. Su pequeña amiga le había rogado que lo trajera con él, por lo que Jack, manipulado por las caras de ternura del hada, acepto sin remedios.

En el camino de piedras que conducía al palacio se podía divisar a dos personas que estaban yendo hacia ellos, hablando y riendo. Jack entrecerró los ojos para enfocarlos y su corazón dio un vuelco al ver a Elsa. Ella estaba regresando luego de un día en el bosque intentando ver a algún hipogrifo. Se la veía tan espléndida y con ese aura de felicidad que Jack tanto amaba. Por lo visto, le habla ido bien.

Pero su expresión cambió al ver al que la acompañaba. Con el rostro menos sonriente, se sentó a esperarlos en la fuente.

Se había dicho a sí mismo que no debería sentir celos ahora que Elsa y él tenían algo. Todo el camino de regreso mil escenas de Elsa y Tadashi le habían venido a la mente una vez más, torturándose a sí mismo con sus pensamientos.

A decir verdad, solo con Tadashi sentía aquel tipo de recelo. La forma en la que a veces el asiático miraba a Elsa nunca le agradó, era como si quisiera llevarla lejos y tenerla para él; la forma en la que contemplaba sus labios, como si quisiera besarla con todas sus fuerzas; el cómo la trataba, como si fuese su reina. No, aquel chico no le agradaba y probablemente nunca lo haría. Hamada no podía estar con Elsa ni podía siquiera considerarla su reina. Jack era el único que podía decirle a Elsa que era su reina, su vida, su todo. Nadie más que Jack Frost.

Apretó los puños con firmeza y se puso de pie cuando vio a la mujer de sus pensamientos a unos pasos.

-¡Jack! - Elsa corrió hacia él y lo envolvió en un abrazo cálido.

Jack se sentía como si allí era donde pertenecía él. Abrazó a Elsa, ocultando su rostro en el cuello de ella y suspiró, cerrando los ojos.

-Por fin estás aquí - susurró él con una sonrisa de lado.

-Te prometí que estaría aquí. No me voy a desaparecer - rio Elsa, dándole un beso en la mejilla y separándose algo sonrojada.

-Si así fuera, te buscaría por todas partes - dijo él en voz baja, importándole poco si tenían expectantes.

Elsa le sonrió con ternura y se alejó unos pasos, dándose cuenta de que aún tenían compañía.

-Ah, trajiste a Hadita - exclamó, emocionada, mientras acariciaba delicadamente la cabeza de la criatura y esta le sonreía.

-Es muy manipuladora, ¿sabes? - Jack miró a Hadita con una ceja arqueada. Esta se encogió de hombros.

-Me alegra que la trajeras - dijo Elsa antes de mirar y sonreír hacia Tadashi, quien estaba en silencio, observando la escena.

-¿Qué tal el día? - preguntó Jack - ¿Tuvieron suerte?

-¡Oh, sí! - dijo la mujer, emocionada -En el bosque pude ver a los hipogrifos, ¡incluso pude volar en uno de ellos!

-¿No te ha pasado nasa? - inquirió el Guardián con preocupación- Me alegra que puedas verlos, pero son animales muy peligrosos, recuerda.

-No te preocupes, Frost - habló Tadashi por primera vez - Elsa ha estado bien. Conmigo estará bien - su voz sonaba indiferente pero observaba fijamente a Jack.

Cuando la noche cae🌙 ||•Jelsa•||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora