Prueba

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Sin el sol para saber si era de día o de noche el cielo rojo del infierno permanece apacible indicando el tiempo únicamente en los relojes.
Charlie camino ligera hacia Alastor con el borde de su largo vestido negro flotando centímetros del suelo.
—Me equivoqué— admitió Alastor cuando llegó a su lado observando el pentagrama sobre sus cabezas —tu experimento fue todo un éxito, te felicito.
—Gracias—dijo sin una pizca de alegría.
Tras rehabilitar su primera alma y probar que podía vencer al destino, Charlie heredó el trono tomando el control del infierno. Pero su victoria no le generó ningún placer. Inesperadamente Angel Dust y Alastor se habían enamorado, encontrando un faro de esperanza en el pozo de agonía que era su castigo, siendo separados.
—Lo siento.
Alastor suspiro sin perder su permanente sonrisa.
—No te disculpes, querida. Si alguien merece una segunda oportunidad es Angel.
Charlie guardó silencio acompañándolo en su dolor, sopesando las consecuencia de lo que haría a continuación. Veggie le advirtió pensarlo con cuidado, ofrecerle una oportunidad era un arma de doble filo que podía arrebatarle la felicidad por completo.
—Ahora sabemos que la redención es posible— se aventuró con temor. Su compañero solo asintió.
—¿Te gustaría intentarlo?
—...Es inutil, no tengo nada de qué arrepentirme.
Alastor la observó con una mirada vacía. Su sonrisa no llegaba a sus ojos. Sabía que nunca podría acompañar a su amado en el cielo.
Charlie sintió una puñalada de culpa en el pecho. No era el final feliz que quería.
—El cielo no es el único camino—no le importaba más la derrota, debía arriesgarse.—puedes pagar tus pecados en el mundo humano.
Alastor solo la miró cansado. No había certeza de que no cometiera un error y acabará ahí de nuevo. Estaba asustado de fracasar, de perder sus recuerdos y lo único que le quedaba de Angel.
Charlie notó su temor posando una mano en su hombro. El camino era difícil pero sentía en su interior que lo lograría.
—Al...Angel no está en el cielo.
—¿De qué estás hablando? Yo lo vi ascender.
Charlie sacudió su larga cabellera rubia con calma.
—El decidió bajar a la tierra y esperarte.
        Sintió el pánico de la duda presionar violentamente su pecho. ¿Cómo pudo hacer eso? ¿Como pudo desaprovechar su oportunidad después de que él renunció a estar a su lado?
        Su estática sonrisa se destenso hasta casi desaparecer. Cuando su mente se aclaro lo entiendo. Había renunciado al cielo por él. Lo eligió a él.
        Charlie sonrió tierna y complacida al ver su resolución. Lo ayudo a levantarse guiandolo al santuario de redención.
        Angel mericia que lo intentara.

        Alastor caminó nervioso al centro del círculo de juicio formado por estatuas de ángeles descansando sus armas. No temía morir sino fracasar.
   —¿Qué debo hacer?
—Habla con la verdad.
Abrazándolo por quizá última vez Charlie voló hasta la plataforma frente a la estatua del arcángel Miguel descansando las manos en su espada con solemnidad. Desplegó su largas alas negras con un eco amenazador. Sus ojos brillaron junto al de las estatuas cegandolo con la luz a su alrededor escurriéndose hasta atraparlo.
Alastor abrió los ojos encontrándose en el centro de un panorama en blanco completamente vacío.
—Alastor— llamó una voz profunda e imponente. Su alrededor se distorciono formando recuerdos de su pasado — viviste una vida de pecado. Dinos, ¿Por qué mereces la redención?
        Alastor contempló su vida pasar, en silencio. Sus errores, asesinatos y actos de vanidad como espectador hasta el final llegando a su mutilado cuerpo sin vida a sus pies.
        Pensó en mentir, torcer la verdad y ganar una oportunidad. Pero ese no era el hombre que su ángel conoció y aceptó.
—No me arrepiento de mis acciones.— su alrededor rugió . ¿Merecía otra oportunidad? El panorama cambió proyectando su estadía en el infierno.
        Más muerte y pecado sembraron la decepción de sí mismo profunda e hiriente en su pecho.
—Pero—continuó con dolor viendo el recuerdo de Angel pasar a su lado— esta vez lo haría diferente.
Confesó lleno de pena anhelando el deseo que jamás podrá cumplir. No tiene nada que ocultar, no volverá a su lado. Él era un pecador, nunca mereció estarlo.
La habitación resplandeció, sumiendolo un invasivo sueño, comprimiendo su alma llenándolo con el imperceptible calor de la sangre y carne humana mientras espera desilusionado despertar en el infierno y vivir una existencia en soledad.

—Bienvenido señor Alastor— saludo la recepcionista al entrar en la estación.
        —Buen día , querida.
        Llevaba todo el día ensimismado repitiendo una y otra vez el sueño de esa noche en su cabeza. Su realismo lo intrigaba, por momento juro sentir el caluroso clima del infierno. Un par de golpes desinteresados llamaron a su puerta.
        —Llegó ese chico italiano —comentó sin interés el jefe de la estación revisando los papeles en sus manos— instrúyelo antes de entrar al aire.
        Un lindo chico de cabello rubio entró vistiendo unos pantalones lisos con una
adorable camisa rosa.
        Alastor se paró de inmediato apartando el micrófono sobre su cabeza.
—Hola, soy Anthony.
        La palabra ángel paseo por su boca al ver sus heterocromáticos ojos.
        —Alastor—pronunció por lo bajo estrechando su mano.
        Ambos se miraron sonriendo, disfrutando el dulce latido de sus corazones arrebatarles el aliento con el calor de su reencuentro.

Charle gozaba la escena desde arriba entre los brazos de Vaggie. Merecen la felicidad, se encargaría de conseguirla para ellos resguardándolos bajo su ala como su ángel protector.

Rosa pálido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora