El deseo, el sueño, perseguir algo por tanto tiempo era agotador, sin embargo; la satisfacción de haberlo cumplido es la mejor sensación.
Nunca Crei que los problemas me calleran después de Debutar. Depresión, deudas, pobreza extrema.
No es la cla...
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Narrador Libre:
Los días comenzaron a pasar lentamente, su gemelo había pasado más tiempo con el chico que habían conocido aquella vez en el salón. Recostado en su futón, suspiro con desgano, el trabajo y la escuela no eran temas fáciles de manejar, estaba cansado y solo quería quedarse acostado todo el día.
Sus cabellos azabaches aún yacían mojados por la reciente ducha tomada, sus ojos cafés miraban hacia el techo en forma pensativa y su expresión era la común, un semblante tranquilo y neutral.
-Me aburro.- hablo a la nada. Paso una de sus manos por debajo de su cabello, tirándolo con suavidad hacia atrás. El sonido de su estómago rompió el silencio que se había establecido-. Y tengo hambre.
Se levantó de su futón, mirando en el proceso al nuevo cuerpo de su hermano. Ese chico si que tenía suerte.
Camino de forma tranquila hacia el baño del lugar, miro su reflejo en el espejo, esa noche no tenía ganas de cubrir su rostro, tenía una poco de pereza hacerlo, además hacerlo tan seguido cansaba. Cambio su shorts por unos pantalones entubados de color negro, conservo su playera blanca, encima de esta puso uno de sus tan queridos buzos.
Camino con pereza hacia la entrada, al llegar puso sus zapatos y salió de su hogar. La noche en las calles de Seúl eran hermosas, la tranquilidad, los pocos ruidos que habían y la poca circulación de personas por la calle.
Todo era extremadamente tranquilo, no tardó mucho para llegar a la tienda de conveniencia en la que trabaja su hermano, tomo el pestillo de la puerta, deteniéndose abruptamente al mirar una figura tan conocida para él.
-Tsk.- Chasqueo su lengua con un deje de nerviosismo-. Cuando no traigo el barbijo ahí si me encuentro con medio mundo.
Subió su capucha cubriendo gran parte de sus facciones. Nuevamente tomo el pestillo y empujó con una fuerza leve la puerta, la campanita sonó, avisando que un nuevo cliente había entrado.
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Sus rubios cabellos tapaban gran parte de su rostro, su ropaje yacía desacomodada por la comodidad que le causaba.
Había estado pensando en él sentimiento tan familiar que surgió en la cafetería de la escuela hace unos pocos días. Tomo un sorbo de la copa llena de vino.
Una sonrisa se dibujo en su rostro, si había sentido eso; solo significaba una cosa, tal vez, solo tal vez él se encontraba más cerca de lo que pensaba.
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—¡¡Jung Seong!!.- exclamó con asombro el pequeño chico. La bella chica se había ido al momento de que su hermano entrara-. Hoy no llevas barbijo ¿Por qué?.
—Me dio pereza ponerme lo.- respondio simple y cortamente, sacando un suspiro del menor-.
