Solo nos vemos en los casamientos o velorios

1.1K 50 13
                                    

Ya estaban todos en la casa.

Mientras salía de mi habitación y me dirigía al vestíbulo principal pude ver como Luther revisaba la habitación de papá, aunque Diego ya lo había hecho, asi que se pusieron a debatir sobre cómo fue que murió.

Klaus revolvía la oficina de Reginald buscando cualquier cosa de valor que le sirviera para comprar drogas.

Allison recibía a Vanya y le daba la bienvenida, a pesar de que el resto la odiara en esos momentos por lo que escribió en su libro. Pero tanto Allison como yo, la perdonamos, además tuvo que ser muy valiente para publicar todo eso.

-Hola chicas- dije terminando de bajar las escaleras. Todavía no había saludado a ninguno de mis hermanos.

-¡Ocho!- exclamaron ambas mientras nos fundíamos en un abrazo.

Si, siempre me llamaban por mi número. La verdad que no me molestaba, me daba igual. Para mí era como un apodo. El problema es que, desde que Cinco se fue, me era difícil que me llamaran por mi nombre. Él siempre lo hacía, nunca me dijo Ocho.

- ¿Y?- me preguntó Allison- ¿Cómo estás?

-Igual que todos, un poco confundida y aturdida, esto no se lo esperaba nadie.

-Si, tienes razón.

Vanya estaba muy callada y evitaba mirarme. Sé lo que está pensando, incluso sin la necesidad de usar mis poderes.

-Vanya- la llamé para que me mirara- Como dijo Allison, eres bienvenida, también era tu padre y tienes derecho a despedirlo, ¿ok?- asintió- Y no tienes que preocuparte, no te guardo ningún rencor por lo del libro, considero que fue un acto de mucha valentía- dije mientras le tomaba las manos y le sonreía para darle seguridad

-Gracias Ocho- ella me devolvió una leve sonrisa.

-Ahora, si me disculpan, voy a saludar a los hombres- dije.

Primero fui a la oficina, donde estaba Klaus, de espaldas a la puerta asi que no me vio entrar.

-¿Buscas algo en especial?- dije, él pegó un salto del susto y se volteó a verme.

-¡Ocho!-exclamó emocionado- ¡No haz cambiado nada!

-Ja-ja que gracioso- dije sarcásticamente.

-Ya, ven a darme un abrazo pequeña- dijo extendiendo sus brazos. Yo fui y lo abracé.

-Extrañaba esto-dije a mitad del abrazo- Pero no tus adicciones- dije separándome y regañándolo un poco.

-Si tuvieras mi poder y mi estado mental también lo harías-dijo Klaus en su defensa.-Ahora, déjame seguir mi búsqueda del tesoro- dijo mientras se metía debajo del escritorio.

Me fui a la sala, donde estaban Vanya y Pogo observando el cuadro de Cinco.

-¿Cuanto tiempo pasó desde que Cinco desapareció?-preguntó Vanya

- 16 años, 4 meses y 14 días-respondimos Pogo y yo a la vez.

-Tu padre insistió en llevar la cuenta-dijo Pogo.

-Nunca perdí la esperanza de que volviera-confesé.

-¿Quieres saber algo tonto?-decía Vanya- Yo dejaba las luces encendidas. Tenía miedo de que él volviera, de noche, con la casa a oscuras y no pudiera encontrarnos y volviera a irse. Cada noche dejaba comida y las luces encendidas.

-Recuerdo tus bocadillos-interrumpió Pogo- Me tropezaba con la mitad de esos sándwiches de malvavisco y mantequilla de maní.

-Eran sus favoritos-comenté- ¿Ustedes creen que siga vivo?

Número 8Donde viven las historias. Descúbrelo ahora