20 Songs Challenge | Dylmas/Newtmas ✔️✔️

Moonlight | Newtmas.

La brisa golpea suavemente mi rostro, borrando ligeramente algunas lágrimas que se deslizaron ante el más mínimo recuerdo de él, junto a mi.

El cielo, con una increíble vista de un paisaje hermoso, excelente para fotografiarse con ella. Las nubes con algo de color morado y rojo, y el sol poniéndose. Un ambiente tasiturno como mis emociones en estos momentos.

Deseo plenamente que él venga a hablar conmigo. Ya llevo esperándolo como 20 minutos y aunque deba de matar mis esperanzas de que él vendrá, no quiero hacerlo. Sé que el vendrá. Siempre fue calmoso y asistía a cualquier reunión un poco tarde. Muy tarde.

Pasé por la florería de la señora Beatriz, aquella señora que me ofreció trabajo, cuando nadie en éste lugar, quería hacerlo. No sé si fue porque no necesitaban más empleados o por alguna otra razón que desconozco, que no querían emplearme.

Todos en éste sitio me ven como un bicho raro pero un día, como cualquier otro, aquel chico con los cabellos dorados, ojos chocolate y labios sangre, apareció en la tienda y compró rosas blancas. Yo, como siempre, manteniéndome al margen, lo atendí sin mirarlo más a la cara. Temía que sea otro del montón que me deteste en éste lugar. No lo esperé, no lo imaginé, mucho menos lo soñé pero él, me regaló una rosa blanca. Alze la vista y una sonrisa hermosa posaba su rostro y dijo...

—No bajes la mirada ante nadie, así te menosprecien o no, camina siempre con la frente en alto y apuesto a que esa carita hermosa, sería aún más hermosa bajó la luz de la luna.

Yo esperando a que se ría de mi, sujetó mis manos y puso en ella la rosa y un pequeño papel. Se retiró no sin antes acercase a mi y me dio un beso en la mejilla y un guiño.

Pasé todo el día con mi rostro todo un tomate y sumamente feliz. No se rió de mi, no fue malo. La imagen de su rostro quedó en mi mente desde ése entonces, quería verlo de nuevo y fui al lugar donde me citó en aquel papel. Con algo de temor llegué al lugar y ahí se encontraba él, admirando el paisaje bajo la luz de la luna. Aún más hermoso que nunca.

—Es hermoso, ¿no crees? —dijo con una voz grave y ronca con un acento increíble.

—Si —respondí aún con la mirada puesta en él.

Volteó a mirarme y sentí polillas en mi estómago, ¿o eran mariposas? qué más da, pero se sentía agradable.

—Creí que no vendrías —dijo.

Esperaba que viniera, me hizo sumamente feliz.

—Bue-bueno, pues, s-si vine —sonreí.

—Eres más lindo cuando sonríes.

Sentí mis mejillas calentarse. ¿Eso era normal?

—¿Me acompañas? —dijo alzando su mano, queriendo que la sostenga y lo hice, con un poco de miedo, aún impregnado en mi corazón, lo hice.

Conversamos toda esa noche, de todo y nada. Fue increíble. Pasaron varias noches igual, bajó la luz de la luna, sobre un hermoso puente de cemento pulido con barras de metal con bellas formas, conversando, pasando el rato, riendo, sonriendo. Hasta que una noche me besó, en los labios, y la única testigo, fue la luna y su luz tenue y estrellas por doquier, como mis lunares en el rostro, según Newt.

Dos noches después de aquel fantástico beso, me pidió ser su novio. Acepte, por supuesto. Y gracias a la luna, nuestra relación no fue en secreto. Varios de sus amigos se molestaron con él pero no lo importó. Y pasaron varios meses, pero claro, todo, alguna noche, la magia tenía que terminar de a poco. Cómo mi dolor al verlo tan feliz con una pelirroja, que aumentó poco a poco.