Gélidos.
Nunca sabré que era lo que pensabas en ese instante, nunca sabía que sucedía contigo o como te encontrabas, la verdad es que el hecho de verte siempre tan cerca de aquellos dos chicos me ponía los pelos de punta simplemente causaba una angustia en mi corazón. No me atrevía a pensar en la idea de que algún día te enamoraras de algunos de ellos dos y yo nunca pudiera decirte que te amaba.
Pero que puedo decir, nunca podía ver en tus ojos como te sentías y a pesar que dicen que los ojos son la ventana del alma, sentía que en los tuyos había una gran manta negra que me impedía ver hacia dentro, hacia lo que realmente eres.
Lo cierto es que mis gélidos y oscuros pensamientos de acabar con esta despreciable raza llamados humanos, se terminaron el día que te conocí como la gran Mikasa Arckerman un genio militar, la primera de nuestra generación era sorprendentemente perfecta.
Tus iris grises casi tan oscuros que se podrían confundir con el negro, una mirada de total calma y serenidad incluso en los peores momentos. Siempre fuerte y decidida ante tus acciones, de alguna manera admiraba, verte tan hermosa y tan fuerte a la vez eras como la combinación perfecta.
Nadie se te podía asemejar... ni siquiera yo.
Cuanto te en-listaste a las alas de la libertad tenia tanto miedo porque sabía que era peligroso que podías morir y que en algún momento tendrías que ser mi enemiga, hasta que una de las dos cayera en el combate.
Hasta ese día, no sabía que me encontraría contigo y menos para que me dijeras que pensaban capturarme el día siguiente, si bien fuera una sorpresa lo que más me conmociono fue el hecho que me revelaras esa información y que me citaras esa misma noche para verte junto al muro Rose.
Admitiré que el resto de ese día no pensé en nada mas que no fuera en ti.
Mientras patrullaba podía verte junto con Eren y Armin, tu parecías tan tranquila y serena como de costumbre era para mí un verdadero privilegio mirarte a la lejanía tu rostro tan angelical y tu blanca piel.
En fin... para cuando cayó la noche me encontraba nerviosa solo esperaba tu llegara junto al muro Rose como me habías dicho.
Te vi llegar a la lejanía venias cubierta por una capa totalmente negra, justo en el momento en el que topaste conmigo tomaste mi mano y amabas salimos corriendo. Entre jadeos de cansancio te escuche decir.
-Me siguieron, escondámonos.
Sin recitar palabras corrí junto a ti para terminar jalándonos a un pequeño escondite dentro del muro donde solía refugiarme. Esperamos unos cuantos minutos ahí hasta que los disturbios afuera cesaran.
Después de unos minutos y habiendo recuperado el aire de nuestros cuerpos, fuiste tú quien se atrevió a recitar las primeras palabras de lo que sería una larga platica.
-Annie, tienes que salir del muro justo ahora no es seguro que estés aquí hasta el amanecer, lo saben, saben que eres el Titán Hembra y no pararan hasta capturarte-Me dijiste con un tono de voz desesperado.
Sabía que mi pequeño secreto se revelaría tarde que temprano pero nunca pensé que sería tan pronto mi operación toda vía no estaba completa y tenía que llevarme a Eren para recuperar la coordenada.
-Por favor Annie, vete tan lejos como puedas... si no podría pasarte algo malo-Recitaste aquella oración con una cara de súplica y unas pequeñísimas lágrimas en tus ojos oscuros.
Ese fue el momento donde me di cuenta de que aquel oscuro manto negro que se encargaba de cubrir a tus emociones atraves de tus ojos había... caído, justo en ese momento tenía la oportunidad de conocer a la verdadera Mikasa Arckerman, la Mikasa que no ocultaba todo lo que sentía.
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