15. La rebelión de los Estudiantes

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Quiero aclarar que la "música estridente y desagradable" de la que hablo más adelante, es la que tenéis al comienzo de este capítulo, para que os imaginéis un poco más la situación de nuestros Estudiantes. 

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Tras nuestra emotiva conversación, me limpié las lágrimas, dirigiendo mi mirada hacia otro lado, cambiando completamente la conversación. 

Celia - Por cierto, creo que te verías mucho más guapo con otro peinado. 

¿D-De qué hablas...?

Celia - ¿Eh? ¡Voy enserio! Una vez que estemos fuera quiero enseñarte cómo te ves sin ese pelo. 

... Bueno, vale, si tú lo dices...

Celia - ¡Casi no se te ven los ojos! ¡Me encanta ver las expresiones de los demás cuando disfrutan! Es por eso que toco el piano, para ver la sonrisa en los rostros de mis espectadores... ¡Y por eso necesitamos descubrir a la Mente Maestra y acabar con este estúpido juego! ¡Así, podremos sonreír con todo el mundo!

Después de aquella "seria" charla, comenzamos a hablar de cualquier cosa para matar el tiempo, cada vez más cercano a las diez de la noche; hora límite. Hicimos todo lo que pudimos, y nos preparamos para lo que sea que viniera después. Estaba nervioso, por supuesto... Pero todo lo que podíamos hacer era esperar a que el momento llegara, hasta que el tiempo límite se fue acercando más y más... Hasta que llegó. Sí, el momento llegó. 

Rápidamente, los televisores de toda la Academia se encendieron, mostrando imágenes de avatares ficticios siendo ahorcados, apaleados, ahogados, asesinados... Mientras una estridente y desagradable música sonaba por todo el recinto. Enserio, aquella música aparte de dar miedo, estaba muy alta. 

Celia - ¡¿Q-Qué es esa extraña música?! ¡¿Viene de ese monitor?!

... Quizás es una advertencia de que tenemos que empezar a matar... Queda poquísimo para el tiempo límite. 

Celia - ¡Necesitan dejar de asustarnos! ¡¿Cuánto sufrimiento quieren de nosotros?!

Rápidamente, detuve a Celia, cortándole de forma tanjante sus palabras, para luego girarme hacia la puerta.

... Espera, Celia. Oigo a gente hablar... En el pasillo...

Giramos ambos nuestra cabeza, asomando nuestros ojos por la puerta entrecerrada, pudiendo apreciar un grupo de chicos y chicas que ambos conocíamos hablar. Intenté escuchar la conversación como pude, obviamente intentando que no nos descubrieran. 

 

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La esperanza a menudo, llega en desesperación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora