Santa mierda.

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Capítulo 3: Santa mierda

Katelyn POV:

Desilusionada. Así es como estaba en estos momentos.

El concierto por el que había ahorrado y poseía una entrada en las primeras filas, se cancelaba. Ashton fue operado de apendicitis y la empresa que representa a los chicos habían tomado la decisión de cancelar las fechas que quedaban y regresar a unas pequeñas vacaciones a Australia hasta que Ash estuviera al cien por cien y no corriera riesgo su salud.

El comunicado que informaba sobre la cancelación del show aseguraba que el valor total de la entrada sería devuelto y prometía que dentro de seis meses los chicos volverían a cada lugar al que no pudieron tocar, agregando una fecha extra. A la mierda la fecha extra y la devolución del dinero! Estuve planeando como sería ese día desde que la entrada estuvo en mi mano, sabía como me iba a vestir y ya tenía listos los carteles hace meses y a tan solo cuatro días del tan esperado día... BUM! Adiós concierto. Obviamente entendía que todo esto era por el bien de Ashton pero la oportunidad de verlos se desvaneció en unos minutos, dejándome a mi Katelyn West decepcionada, patética y triste.

Mamá me había manifestado cientos de veces que tenía que parar el fanatismo por “cuatro australianos tontos” y que “Debía hacer actividades acordes a una chica de 17 años, como ir a un gimnasio” ya que para ella lo necesitaba, siempre comenta con sus amigas “Mi niña está tan obsesionada con esos cuatro chicos... desearía que dejara esa obsesión y que haga algo más productivo que estar todo el día sentada en la computadora y en sus redes sociales... A eso se debe su “robustez”, no vieron lo anchas que son sus caderas y las para nada tonificadas piernas que tiene?” lo exclamaba con tanta tristeza y frialdad, como si yo no fuera su hija. Seguro anhelaba que Jennifer, la alta y rubia hija de su amiga Victoria, fuera su hija porque claro “Ella es tan radiante, siempre usa vestidos” era lo que mi madre siempre decía, “Deberías vestirte como ella, dejar de lado todas esas remeras cortadas y esos skinny jeans ya que pareces gótica, Katelyn” decía a continuación. Mis complejos e inseguridades había nacido años átras cuando mi pubertad empezaba y con su paso mis caderas se ensanchaban pero mis bustos quedaban igual, mientras que las otras chicas crecía yo quedaba con mi metro sesenta y dos y era la friki del instituto por gustarme bandas punk rock y vestir de negro.

Había comenzado a correr tres veces por semana, ya que gracias a mi madre pensaba que mi cuerpo apestaba, y quería por lo menos tonificar mis fofas piernas. También seguía una dieta estricta que solo permitía comer verduras y agua, nada de dulces, gaseosas o mi tan amada comida chatarra. Era patético preocuparse tanto por el cuerpo, era enfermizo.

Lo único bueno que me había pasado en este año, además de que Ashton me mandara una solicitud para seguirme hace dos días, era el concierto pero ya no lo había y la oportunidad de conocer a esos cuatro chicos que me hacían feliz y en especial a Michael se había esfumado.

Abrí mi placard para buscar mi ropa de entrenar, unas calzas y una sudadera holgada, el póster de Michael seguía en su mismo lugar, abajo de él todas las frases que había pegado como motivación sobre la belleza, acaricié el póster y luego de haber tomado la ropa de entrenar cerré el placard otra vez.

Luego de haberme cambiado, até mi cabello en una coleta alta y busqué mi celular y mis auriculares para luego bajar las escaleras e ir directo a la cocina en busca del agua mineral, mi madre estaba allí, mierda.

- Es muy temprano para que comas algo, Katelyn, son las ocho. Espera a la cena - Sentenció sin dejar de mirar su tablet, seguro estaba mandando mails por su trabajo, siempre que no se encontraba en su oficina de bienes raíces se ocupaba del trabajo sobrante en casa.

We Suck. [Michael Clifford]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora